Los Trastornos del Comportamiento Alimentario (TCA) se caracterizan por un comportamiento patológico frente a la ingesta alimentaria y una obsesión por el control de peso.
Metafóricamente los podríamos describir como un árbol; la copa del árbol y el tronco serían los síntomas, lo que podemos ver desde el exterior por el comportamiento y las conductas: obsesión por el peso, restricción alimentaria, ejercicio físico exagerado, purga, sobre ingestas, etc.
La parte invisible, las raíces, son los sentimientos y emociones no gestionadas o no expresadas y también las creencias y los pensamientos entorno a uno mismo y lo que le rodea. Es precisamente lo que se encuentra bajo el subsuelo lo que hace surgir el trastorno.
Durante el tratamiento es importante explorar y trabajar tanto las conductas y comportamientos que observamos (síntomas) cómo en las raíces más profundas (necesidades reales, sistema de funcionamiento, creencias, sentimientos, emociones).
Para ello es importante detectar el problema cuanto antes, sobre todo si el problema se da en la adolescencia, momento de mayor vulnerrabilidad y falta de recursos para lidiar con esto sin ayuda; por eso aquí veremos las principales señales de alerta para detectar un trastorno de la conducta alimentaria en la etapa escolar, especialmente útiles para docentes.
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Señales que permiten detectar un TCA en la etapa escolar
Los TCA tienen un origen multicausal, por lo que detrás de su aparición no se encuentra una única explicación, se pueden entremezclar varios factores de tipo biológico, psicológico, familiar y sociocultural. Lo que realmente sí se conoce sobre el inicio del trastorno es que en la mayoría de los casos hay la convicción de iniciar una dieta con la finalidad de mejorar la imagen que uno tiene de uno mismo y sentirse mejor.
Desde hace décadas se observa que el porcentaje de población afectada por los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA) va en aumento. Si bien antes se consideraba que afectaban casi exclusivamente a mujeres con edades comprendida entre los 14-25 años, en la actualidad se van extendiendo cada vez más a la población masculina al igual que a menores en etapa escolar y adultos.
Para detectar cuanto antes un trastorno alimenticio en niños y niñas en edad escolar, fíjate en las siguientes señales de alerta para reaccionar a tiempo.
- Aumentada irritabilidad e inestabilidad emocional.
- Tendencia al aislamiento y disminución de las relaciones con el grupo de iguales.
- Disminución de la concentración y rendimiento escolar.
- Aumento aparente de las horas de estudio y aumento de actividades “útiles”.
- Marcada auto exigencia, perfección y rigidez.
- Crecientes comentarios sobre el peso y el físico.
- Pérdida de peso injustificado o detención del aumento de peso.
- Usar ropa demasiado ancha o de abrigo como intento de esconder el cuerpo.
- Restricción injustificada de alimentos. Por ejemplo, pedir menos cantidad de comida en el comedor de forma frecuente.
- Comportamiento alimentario extraño como, por ejemplo, apartando o tirando comida del plato, preferencias de comer solo.
- Aumento de la actividad física en la hora del recreo o en las actividades de deporte mostrando nerviosismo si no se ejecuta.
- Inicio de actitudes impulsivas relacionadas con aceptar las normas o límites: hablar mal a los monitores, profesores o compañeros cuando nunca antes fue así, etc.
¿Qué hacer?
Cuando sospechamos de un posible Trastorno de la Conducta Alimentaria en el colegio, lo recomendable es seguir estas pautas. Un docente que sospeche que un alumno de la clase o el colegio padece un TCA puede colaborar siguiendo los pasos que se detallan a continuación:
Poner en común nuestras dudas con el resto del equipo docente para valorar el caso
Si la sospecha, conviene hablar con el psicólogo u orientador del centro para trazar el camino y acordar con él como tener una reunión con el alumno.
Establecer una comunicación directa
El docente con el que tenga más vínculo el alumno será el encargado de llevar la conversación para crear desde el inicio un clima de confianza donde el alumno pueda expresarse y tomar consciencia del problema.
Se puede abordar la conversación siguiendo los siguientes temas, evitando la confrontación directa: preocupación por su cambio de actitud y comportamientos, consecuencias físicas y emocionales del trastorno, relación con la familia y finalmente pactar cómo se le trasladará el asunto a la familia. Hay que tener en cuenta que es probable que el alumno lo niegue, no lo entienda como un problema (es uno de los síntomas principales) y por lo tanto no quiera recibir ayuda.
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Ofrecer mediación
Finalizada la conversación con el alumno, manteniendo la calma y actuando con firmeza, el docente le informará que se va a convocar una reunión con sus familiares ofreciéndose como mediador entre familia y alumno para trasladarles su preocupación.
Organizar la reunión con la familia
La reunión familiar sería conveniente dividirla en dos partes, la primera dónde el docente junto a la familia ponga en común los cambios de conducta y emocionales observados. En la segunda parte, con el alumno presente se abordará la importancia de la detección precoz y el inicio temprano de tratamiento. Se facilitarán recursos sobre centros con profesionales especializados a los que acudir para conseguir un asesoramiento y evaluación completa y así poder guiar hacia el tratamiento más óptimo.
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Desde Psicotools creemos importante potenciar intervenciones preventivas que puedan ayudar a frenar el crecimiento en la incidencia y en la prevalencia de estas enfermedades. Para ello consideramos fundamental intervenir mediante programas educativos en los grupos de riesgo (adolescentes y escolares) pero también sobre los educadores y familiares que como hemos visto tienen un papel clave en la detección de la enfermedad. Para ver nuestros datos de contacto, haz clic aquí.
Autora: Carla Farré Soria, Dietista-Nutricionista, Responsable del Área de Nutrición de Psicotools