Son múltiples los neurotransmisores que tienen un efecto en nuestro organismo, regulando nuestra psique y nuestra conducta. Uno de los principales es la acetilcolina, la cual es fundamental en la actividad de la corteza cerebral y en la realización de un gran número de procesos mentales y físicos. Ejemplos de ello son la atención, la conciencia, la memoria y la activación de los músculos.
Sin embargo, un exceso de esta sustancia puede ser peligrosa o incluso mortal, pudiendo surgir el conjunto de alteraciones denominado como síndrome colinérgico.
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¿Qué es el síndrome colinérgico?
Se denomina síndrome colinérgico al conjunto de alteraciones o síntomas generados por la estimulación de los diversos receptores de la acetilcolina en el organismo ante un exceso de esta sustancia. Se produce una intoxicación, consecuencia generalmente a la exposición o administración de sustancias externas que generan dicho exceso.
Entre ellos destaca la sobredosis de determinados fármacos con acción colinérgica como la pilocarpina (medicamento para el glaucoma también utilizado para el tratamiento de la sequedad de boca en diversos trastornos), el betanecol (de uso en megacolon y problemas vesiculares) o medicaciones que inhiben la anticolinesterasa como los empleados para combatir el Alzheimer (por ejemplo la rivastigmina), ante su uso excesivo y en excesiva cantidad en relación al tiempo en el que actúan sobre el organismo.
También puede producirse por intoxicaciones derivadas de pesticidas e insecticidas. Asimismo podemos encontrar casos derivados de excesos de nicotina o del consumo de algunas setas concretas y hongos como la amanita muscaria.
El síndrome colinérgico es potencialmente mortal, requiriendo necesariamente de atención médica. Los síntomas más habituales son la secreción exagerada de fluidos (saliva, lágrimas, sudor, mocos y mucosas a nivel de tracto respiratorio...), los dolores y parálisis musculares (que pueden incluir los músculos que permiten la respiración) y las alteraciones cardiorrespiratorias.
Tienden a aparecer taquicardias inicialmente que pueden evolucionar en bradicardias (es decir aceleraciones del ritmo cardíaco que pueden llegar a pasar a ser enlentecimientos) y dificultades respiratorias (incluyendo broncoespasmos que impiden el paso de aire a los pulmones) que pueden terminar en parada cardiorrespiratoria y la muerte en caso de no tener respiración asistida. Los vómitos, el letargo y confusión y la diarrea también son habituales.
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Principales síntomas en función de la activación de receptores concretos
La acetilcolina tiene diferentes receptores dentro del sistema nervioso, entre los que destacan los nicotínicos y los muscarínicos. En este sentido, puede aparecer síndrome colinérgico en el que solo se vea afectado uno de los tipos de receptores, o bien seguir un proceso en función del tipo de receptores que se vayan activando. Generalmente suele darse la siguiente secuencia.
1. Síndrome colinérgico nicotínico
Este tipo de síndrome colinérgico se caracteriza por la presencia de dolores musculares, calambres y parálisis, taquicardia e hipertensión que pueden ir seguidas de bradicardia, hiperglucemia y exceso de calcio. También es muy característica la presencia de midriasis (es decir, dilatación de la pupila) en los primeros momentos de la intoxicación aguda.
Sin embargo, esta midriasis es solo inicial, pues con el tiempo se activa el sistema nervioso simpático para producir miosis (contracción anormal de la pupila). Se debilitan los músculos y se pierden reflejos.
2. Síndrome colinérgico muscarínico
En esta etapa del síndrome el efecto se debe al exceso de activación de los receptores muscarínicos. Aparecen miosis o contracción de la pupila, visión borrosa, disminución del ritmo cardíaco o bradicardia, lagrimeo, sialorrea (exceso de salivación), incontinencia, náuseas y vómitos y problemas respiratorios que podrían llegar a la parada respiratoria. También aparece hipotermia y problemas como hipotensión.
3. Síndrome colinérgico central o neurológico
Es habitual que además de los anteriormente citados aparezca el síndrome neurológico, consistente en la aparición de cefalea, irritabilidad, hipotermia, alteración de la conciencia que puede llegar hasta el coma, convulsiones, depresiones cardiorrespiratorias e incluso la muerte.
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Tratamiento
Como hemos indicado anteriormente, el síndrome colinérgico requiere de tratamiento médico inmediato debido a su potencial para provocar la muerte de quien lo padece.
El primer paso a seguir es la estabilización del paciente en lo que respecta a mantener bajo control su ritmo cardíaco y respiratorio y en caso de necesidad emplear medidas de soporte vital e incluso respiración asistida. La administración de oxígeno es fundamental. En casos graves puede requerirse la intubación del paciente, y la eliminación del exceso de secreciones por esta u otras vías.
Posteriormente a nivel farmacológico la administración de atropina suele ser vista como solución para los síntomas muscarínicos junto con sustancias que reactiven o potencien las colinesterasas (las enzimas naturales que degradan la acetilcolina en nuestro organismo) para aliviar los síntomas nicotínicos. El uso de diazepam u otros tranquilizantes puede ser requerido en los casos en que aparezcan convulsiones con tal de disminuir el nivel de activación.
Referencias bibliográficas:
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