Aunque abordar de forma exclusiva una dimensión del paciente puede ayudar a su mejora, la mayoría de los psicólogos sostienen que difícilmente los aspectos de las personas se mantienen aislados los unos de los otros.
Puede que el tener problemas familiares afecte tanto a la salud física como a las emociones del individuo, lo cual hace que, en caso de ignorar estos dos últimos, realmente no se esté consiguiendo mucho para incrementar su bienestar.
La terapia multimodal de Arnold A. Lazarus trata de abordar hasta siete dimensiones de la persona, ver cómo interactúan unas con otras e iniciar un tratamiento que trate de mejorarlas todas en su conjunto. Veamos más a fondo en qué consiste.
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¿Qué es la terapia multimodal?
La terapia multimodal, elaborada por Arnold Lazarus, es un tipo de tratamiento que forma parte del enfoque cognitivo-conductual, aunque también se nutre de otros enfoques psicológicos y opta por una intervención de tipo ecléctico.
De acuerdo con este modelo, el ser humano es un organismo biológico, es decir, influido por procesos químicos, que a la vez tiene todo un mundo cognitivo y conductual, manifestado en forma de pensamientos, sentimientos, acciones, imaginación e interacciones con otras personas.
Dada la complejidad de cada ser humano, Lazarus sostiene que, en contexto de terapia, no se debe centrar la intervención en un único aspecto de la persona. Se hace necesario asegurarse de comprobar que todos los componentes de la persona, entendidos en forma de modalidades, funcionen de forma conjunta y eficaz, dado que si uno de ellos está alterado, puede repercutir negativamente sobre los demás.
Por ejemplo, si la persona tiene un estilo de pensamiento pesimista, es lógico pensar que no solamente verá el vaso medio vacío. También se imaginará que pasarán cosas malas, estará viviendo en constante estrés y preocupación, lo cual se mostrará en forma de dolores físicos e, incluso, el consumo de ciertas sustancias. En base a esto, y de acuerdo con la terapia multimodal, la mayoría de los problemas psicológicos se presentan siendo tanto causa como consecuencia de varios aspectos afectados negativamente.
Dado que los problemas psicológicos son multifacéticos y multicausales, Lazarus propone las siguientes siete modalidades, cuyas siglas en inglés conforman la palabra BASIC I.D., las cuales permiten entender el tipo de problema que afecta al individuo y su tipo particular de disfunción.
- Conducta (Behavior).
- Afecto (Affect).
- Sensaciones (Sensation).
- Imaginación (Imagery).
- Cognición (Cognition).
- Relaciones interpersonales (Interpersonal Relationships).
- Procesos biológicos (Biological processes/Drugs).
Dado que la mayor parte de la intervención terapéutica que aborda los desajustes biológicos implica el uso de fármacos, las siglas del modelo BASIC I.D., la D se toma como sigla de Drugs (medicamentos en inglés).
Puntos fuertes y críticas
El principal punto a favor de este modelo, y que lo destaca por encima de otros modelos también multicomponente pero más limitados, es que no se limita a abordar las tres principales variables clásicas, las cuales son las emociones del paciente, su conducta y pensamientos asociados. Estas tres variables son la insignia del modelo ABC de Ellis, siendo las letras las siglas de afecto/emoción (affect), conducta (behavior) y cognición (cognition).
Si bien el modelo de Ellis es interesante y se ha mostrado útil en la terapia, tiene la desventaja de que deja de lado o aborda, pero muy por encima, aspectos como las sensaciones, la imaginación del paciente, sus relaciones interpersonales… Además de que obviar los aspectos biológicos del individuo, los cuales, si bien no explican toda su conducta, ayudan a comprenderla mejor.
Fundamentos teóricos
La terapia multimodal se nutre de los principios y procedimientos de la psicología experimental y también de la teoría del aprendizaje social de Albert Bandura. Dentro de esta teoría se sostienen que los comportamientos, sean estos saludables o sean patológicos, son creados, mantenidos y modificados mediante la acción de eventos ambientales. Es decir, los estímulos externos a la persona y procedentes del entorno, especialmente el entorno social, influyen sobre su conducta.
Las primeras teorías comportamentales se basaron en modelos animales, siendo el caso más claro las teorías conductistas. Este tipo de planteamientos daban una explicación de la conducta animal de forma un tanto mecánica, basándose sobre todo en el principio del estímulo-respuesta, pero sin entrar en detalles de cómo se sentía el animal ante un determinado evento. Dado que no podían introducirse dentro de la mente del animal, difícilmente podrían extrapolar su conducta a la humana más allá de la directamente observable.
Del conductismo más skinneriano se ha ido evolucionando hasta llegar a las teorías de enfoque cognitivo-conductual, en las que se tienen en cuenta los aspectos cognitivos de la persona, los cuales pueden ser determinados por eventos externos. Esta cognición puede manifestarse en forma de conductas que repercutan sobre su esfera social y entorno más cercano. La terapia multimodal tiene en cuenta esta reciprocidad constante entre las acciones personales y las consecuencias ambientales.
Aplicación de la terapia multimodal
Como ya hemos visto, si bien la mayoría de las terapias actuales no se centran en un solo aspecto de la persona, la mayoría de ellas se limitan a abordar el estado de la persona de forma trimodal: cognición, emoción y conducta. En el modelo multimodal se analizan siete modalidades, las cuales permiten tener un acercamiento más profundo de la realidad del individuo, las características de su problema y cómo este afecta sobre otras dimensiones de la persona.
En la terapia multimodal nunca se olvida la idea de que los seres humanos son organismos biológicos, es decir, entidades bioquímicas y neuropsicológicas que se comportan (actúan y reaccionan), sienten emociones, sensaciones, imaginan, piensan (tienen opiniones, valores, actitudes, creencias) e interactúan con otras personas.
Si bien el modelo defiende la idea de que se tengan en cuenta todos los aspectos que conforman la persona, sí que destaca que son dos aspectos los que deben tener cierta prioridad: los aspectos más biológicos y las relaciones interpersonales.
Los procesos biológicos del paciente deben ser tenidos en cuenta primero que todo porque, en caso de que su problema se deba a algún tipo de intoxicación por drogas, lesión cerebral o problema genético, será necesario encaminar la terapia de otra forma, y bajo la tutela de un psiquiatra o un médico. No son pocos los casos de personas que, tras sufrir alguna lesión cerebral, han manifestado un importante cambio conductual y de personalidad, siendo el caso más conocido el de Phineas Gage.
En cuanto a las relaciones interpersonales, es muy importante saber cómo está funcionando la red de familiares y amigos que envuelven al individuo, dado que, en caso de ser algo disfuncional, entorpecerá su recuperación. Las dinámicas familiares tóxicas pueden ser el origen del malestar del paciente, y en caso de que sea así, la terapia deberá enfocarse en trabajar estrategias para mejorar estas mismas dinámicas o encontrar formas de hacerles frente.
Especialmente durante la primera sesión, el psicoterapeuta deberá plantearse varias preguntas que toquen cada una de las siete modalidades, para asegurarse de cuáles son los aspectos más perjudicados en la vida del paciente, y cómo estos interactúan o son causa o consecuencia del problema principal. Algunas preguntas que se pueden hacer, ordenadas en cada una de las modalidades, son las siguientes.
1. Conducta
¿Qué está haciendo el individuo que contribuya a su felicidad? ¿Qué hace que le acabe perjudicando? ¿Acciones autodefensivas, conductas desadaptativas? ¿Que debería dejar de hacer el paciente?...
2. Afecto
¿Qué emociones manifiesta el paciente? ¿Está ansioso, deprimido, enfadado… o una combinación de diferentes emociones negativas? ¿Qué es lo que hace que se sienta así? ¿Cómo responde cuando se siente así?
3. Sensaciones
¿Se queja de algún déficit o molestia sensorial (dolor crónico, temblores, sensación de agujas por el cuerpo...)? ¿Qué sensaciones positivas siente? ¿Qué emociones están asociadas a estas sensaciones corporales, tanto malas como buenas?
4. Imaginación
¿Qué fantasías e imágenes se muestran en su mente de forma predominante? ¿Son positivas o son negativas? ¿Representan el autoconcepto del paciente? ¿Visualiza flashbacks, tiene pesadillas, pensamiento catastrofista...?
5. Cognición
¿Cuáles son sus principales actitudes, creencias, valores, opiniones...? ¿Son ideas disfuncionales?
6. Relaciones interpersonales
¿Quienes son las personas más importantes en la vida del paciente? ¿Qué espera de los demás? ¿Qué relaciones le son beneficiosas y cuáles son perjudiciales para su salud mental?
7. Biología y consumo de drogas
¿Está el paciente sano físicamente? ¿tiene quejas médicas? ¿consume alguna sustancia? ¿realiza deporte? ¿qué tipo de dieta tiene? ¿tiene sobre o infrapeso?
Herramientas para usarla
Son dos los principales cuestionarios utilizados por los terapeutas multimodales.
1. El Multimodal Life History Inventory
El Multimodal Life History Inventory (Lazarus y Lazarus, 1991, 1998) es un cuestionario de 15 páginas que ayuda a encaminar el tratamiento, siempre y cuando el paciente lo complete. Suele administrarse durante la primera sesión.
Ayuda a obtener información detallada del individuo, lo cual permite precisar sobre la tipología de su problemática principal y qué aspecto repercute negativamente sobre las demás dimensiones de la persona.
2. El Structural Profile Inventory
Otra herramienta útil en la terapia multimodal es el Structural Profile Inventory (SPI), el cual consiste en un cuestionario de 35 ítems.
En él se hacen preguntas que reflejan componentes esenciales del modelo BASIC I.D., permitiendo saber el grado de actividad, emocionalidad, preocupación por estímulos sensoriales, imaginación, capacidad cognitiva, relaciones interpersonales y preocupaciones de origen biológico.
El SPI es especialmente útil en terapia de pareja, donde las diferencias en cuanto a la percepción del problema entre ambos cónyuges pueden generar fricción.
El discutirlas en consulta y dejar constancia de ellas de forma más o menos objetivo por medio del SPI facilita ir elaborando una terapia que contribuya a producir un contexto terapéutico constructivo.