La abnegación y autosacrificio con el fin de ayudar a los demás son aspectos que son valorados positivamente por la sociedad cuando parten de una voluntad de ayudar a alguien en un momento puntual. Sin embargo, existen personas que siempre ponen por delante las necesidades ajenas a las propias y que incluso llega a negar las suyas o la posibilidad de experimentar placer o alegría por sí y para sí mismos.
No estamos hablando de alguien generoso que nos hace un favor, sino de alguien que literalmente se dedica a suplir las necesidades de los demás incluso sin que estos lo pidan o lo consideren necesario. Personas que niegan todo tipo de reconocimiento, pero que a la vez se sienten profundamente ofendidos si su esfuerzo es ignorado. Personas con una emocionalidad constantemente disfórica, con pensamientos de no merecer nada positivo y una gran inseguridad y miedo.
Estamos hablando de personas con una personalidad disfuncional, que no les permite adaptarse correctamente al medio y les genera gran sufrimiento. Estamos hablando de lo que viven las personas con un trastorno de la personalidad masoquista o autodestructiva.
- Artículo relacionado: "Trastorno sádico de la personalidad: síntomas y características"
El trastorno de personalidad masoquista o autodestructivo
Se considera trastorno de personalidad autodestructivo o masoquista a aquel tipo de personalidad caracterizada por la presencia de un patrón de comportamiento y visión del mundo relativamente estable en el tiempo y a través de las situaciones en que aparecen de manera constante elementos de autodestructivos y de autonegación.
Las personas con este tipo de personalidad se caracterizan por presentar un comportamiento autodevaluativo y buscador de dolor y sufrimiento, visible en la búsqueda de entornos que tienden a llevarle a la presencia de frustración o incluso a la búsqueda de maltrato o vejación (no es raro que tiendan a considerar aburridas a aquellas personas que se sienten atraídos por ellos y sentir atracción por personalidades sádicas), la negación de sus propias necesidades y evitación de buscar placer y diversión. Tiende a existir un rechazo hacia aquellas personas que le tratan bien, y negar la posibilidad de ser ayudado.
Es probable que tras vivencias positivas busquen activamente vivir experiencias aversivas o que se depriman. Se trata de personas que manifiestan un comportamiento excesivamente abnegado y generoso hacia los demás, autosacrificándose a menudo a pesar de no ser necesario ni requerido. Además de ello, tiende a fracasar en el cumplimiento de sus propios objetivos. Suelen acumular situaciones de frustración y de autoperjuicio.
Las personas con este tipo de personalidad suelen ver a los demás o bien como seres necesitados de ayuda o bien como seres competitivos y crueles, mientras que se ven a si mismos como seres despreciables, merecedores de dolor o simplemente inútiles. Tienden a buscar la rutina y consideran que sus logros son debidos más bien a la suerte o a intervención externa.
Se trata de personas con una elevada vulnerabilidad a la humillación, una gran inseguridad y miedo al abandono. No suelen pedir favores ni realizar grandes esfuerzos para lograr sus propias metas, teniendo una actitud más bien pasiva y buscando la gratificación en la abnegación y en beneficiar a los demás. Suelen permanecer en segundo plano y permiten abusos para con ellos, teniendo un perfil afligido y dando apariencia de sencillez. Es frecuente que presenten distorsiones cognitivas, se consideren inferiores y crean que tienen el deber de ayudar a los demás y nunca priorizarse. Asimismo, el hecho de ayudar a los demás les hace verse como necesarios.
Es necesario tener en cuenta que este trastorno no se deriva únicamente de la vivencia o el miedo a vivir algún tipo de abuso, así como tampoco se produce exclusivamente durante la presencia de un episodio de depresión mayor.
- Quizás te interese: "¿Autoestima baja? Cuando te conviertes en tu peor enemigo"
Afectación a nivel vital
Evidentemente, las anteriores características generan que estas personas presenten una serie de importantes dificultades en su día a día, que puede cursar con un elevado nivel de sufrimiento. No es raro que experimenten elevados niveles de frustración, algo que a su vez retroalimenta sus creencias de ser indignos.
En sus relaciones de pareja tienen tendencia a recibir abusos y maltrato, siendo frecuente que aparezcan conductas de sumisión absoluta. Ello también se refleja en otras relaciones: muchas personas pueden aprovecharse de ellos, mientras que otras muchas tenderán a alejarse de ellos debido a su excesiva generosidad y sometimiento. Aquellas personas que les traten bien o suelan querer ayudarlos pueden encontrarse con rechazo por parte de estas personas.
Y no solo en lo social, sino que también en lo laboral pueden encontrarse problemas: es probable que lleven a cabo largas jornadas de trabajo con el propósito de beneficiar a otros. Asimismo, ello puede disminuir su propia productividad. Su falta de confianza puede limitar sus posibilidades de mejora en todos los ámbitos, así como la pasividad conductual en lo que respecta a buscar su propio bienestar.
Posibles causas
El porqué de las causas de este tipo de personalidad es desconocido, teniendo en realidad un origen multicausal. Aunque las causas no están del todo claras, algunas de las hipótesis al respecto dejan ver la influencia de las experiencias infantiles y los aprendizajes realizados a lo largo de toda la vida.
Las principales hipótesis al respecto parten principalmente de una perspectiva psicoanalítica. Entre los diferentes factores que parecen influir en la aparición de este trastorno de la personalidad se encuentra la confusión y integración en un mismo sujeto de la experiencia de castigos, dolor y sufrimiento junto a la sensación de protección y seguridad. También es posible que se haya aprendido que el único modo de lograr afecto sea en momentos de sufrimiento personal (algo que en el futuro hará que se autodevalúe como mecanismo para lograr dicho afecto).
La presencia de modelos parentales deficitarios (padres ausentes y fríos, irritados y con un elevado nivel de frustración vital) que posteriormente el niño replicará como manera de funcionar y ver el mundo es también propuesto como hipótesis. Otro de los elementos sobre los que se habla es sobre la falta de capacidad de integración de elementos positivos, llegando a sentirse seguros sintiéndose despreciados y miserables.
Tratamiento de este trastorno de la personalidad El tratamiento de un trastorno de personalidad (sea este u otro) es algo complejo. Al fin y al cabo, estamos ante una forma de proceder y ver el mundo que se ha ido configurando a lo largo de la vida de una persona. Pese a ello, no es imposible.
En el caso que nos ocupa y a partir del modelo de Millon, el tratamiento buscaría invertir la polaridad placer-dolor (una persona con este trastorno de la personalidad tiende a tener cierta discordancia obteniendo placer del dolor y viceversa) y fortalecer la búsqueda de gratificaciones En sí mismos (disminuyendo la dependencia a los demás). También se buscaría generar un cambio en las creencias hacia uno mismo y modificar las creencias negativas y devaluativas hacia uno mismo y la necesidad de consentir abusos y autosacrificios constantes e excesivos. Se buscaría modificar la creencia de que merecen sufrir o que su vida no tiene valor por sí mismo y solo tiene valor si ayudan a los demás, así como el resto de distorsiones cognitivas que suelen presentar.
También se intentaría que dejaran de ver a los demás como necesitados de ayuda o entes hostiles y generar modificaciones de comportamiento de tal modo que dejen de buscar relaciones de dependencia. También alterar la manera de relacionarse con los demás y con el mundo, así como fomentar un posicionamiento vital más activo y menos querulante. Mejorar la autoestima y disminuir el nivel de inhibición vital son también elementos que pueden ayudar a estar personas a adoptar una manera de ver el mundo más adaptativa.
Para ello sería de utilidad la utilización de técnicas como la reestructuración cognitiva, los experimentos conductuales, el uso de técnicas expresivas o el psicodrama. El entrenamiento en habilidades sociales también puede resultar de utilidad de cara a aprender a relacionarse positivamente. El uso de terapia asistida con animales también podría ser de utilidad, así como el entrenamiento en asertividad. Asimismo, la activación conductual puede ser muy necesaria para contribuir a que adquieren una posición más activa vitalmente
- Quizás te interese: "Tipos de terapias psicológicas"
Situación actual de la etiqueta diagnóstica
Al igual que ocurre con el trastorno sádico de la personalidad, el trastorno de personalidad masoquista estuvo contemplado en la revisión de la tercera edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales o DSM-III-R.
Sin embargo, ambas etiquetas diagnósticas fueron retiradas en ediciones posteriores, pasando a formar parte de la clasificación de trastorno de la personalidad no especificado. En lo que respecta a Millon, cuyo modelo biopsicosocial es uno de los más reconocidos en lo que respecta a trastornos de la personalidad, este lo sigue manteniendo como trastorno de personalidad en el MCMI-III.