Es habitual encontrarse, a lo largo de la vida, que tienen a parecer tristes, negativas o con un aire melancólico constante.
Sin embargo, cuando este perdura a lo largo de los años y comienza a interferir en los diferentes aspectos de la vida de la persona podemos hablar de trastorno depresivo persistente.
¿Qué es el trastorno depresivo persistente?
Anteriormente etiquetado como distimia o trastorno distímico, el último volumen del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V) lo rebautiza como trastorno depresivo persistente.
El trastorno depresivo persistente es considerada una afección afectiva crónica que se distingue porque la persona experimenta de manera permanente un estado de ánimo depresivo y melancólico y muy poca autoestima.
A pesar de estos indicios no se corresponde con una depresión mayor puesto que no llega a cumplir todos los requisitos diagnósticos para esta.
Aunque su origen no está claramente establecido se cree que existe un componente genético, es decir hereditario el cual, unido a elementos psicosociales como el desapego o la carencia de estimulación y recompensas durante la infancia, predispone a la persona a sufrir este trastorno depresivo persistente.
Síntomas
Dentro de la sintomatología propia del trastorno depresivo persistente, el síntoma que más lo caracteriza es la experimentación por parte del paciente de un estado persistente de desmoralización, desazón o pena y desconsuelo; el cual perdura durante al menos dos años.
Cuando este trastorno aparece en niños o adolescentes, las manifestaciones pasan de ser un estado de ánimo depresivo a ser irascible o colérico; y debe durar como mínimo un año.
Asimismo, la persona debe presentar dos o más de estos síntomas durante la mayor parte del tiempo:
- Sensación de desesperanza
- Falta de sueño o sueño excesivo
- Falta de energía o fatiga constante
- Baja autoestima
- Falta de apetito o exceso de sensación de hambre
- Poca concentración
Es habitual que las personas con trastorno depresivo persistente sufra de un autoconcepto negativo, así como una visión pesimista de su futuro, de los demás y de prácticamente todo lo que le rodea; por lo que les cuesta resolver cualquier tipo de problema o conflicto.
Causas
Como se menciona anteriormente, todavía se ignoran las causas concretas que provocan este trastorno depresivo persistente o depresión crónica. No obstante se sabe que este suele ser hereditario, que afecta a más número de hombres que de mujeres y que es padecido aproximadamente por un 5% de la población.
De igual modo, también se ha establecido que la aparición del trastorno depresivo persistente se relaciona con otras afecciones o trastornos mentales como la ansiedad o los trastornos por abuso de sustancias como el alcoholismo o la adicción a las drogas.
Otro punto en común que tienen los pacientes con depresión crónica es que al menos un 50% de estos sufrirán un episodio de depresión mayor a lo largo de sus vidas.
Diagnóstico
Para realizar un diagnóstico efectivo del trastorno depresivo persistente, el profesional de la salud pertinente debe realizar una historia clínica en la que se evalúe tanto el estado de ánimo como el resto de síntomas asociados a esta afección.
Además, deberán de realizarse una serie de analíticas en el laboratorio para descartar cualquier posible origen físico de la enfermedad.
Un correcto diagnóstico de este trastorno deberá tener en cuenta las siguientes condiciones clasificatorias establecidas por el DSM-V:
1. Estado de ánimo crónicamente depresivo
La persona debe manifestar un estado de ánimo depresivo durante la mayor parte del día y en la mayoría de los días durante al menos 2 años. Este puede ser referido directamente por la paciente u observado por las personas que le rodean.
2. Presencia de dos o más de estos síntomas
- Pérdida o incremento del apetito
- Insomnio o hipersomnia
- Falta de energía o fatiga
- Baja autoestima
- Déficits de concentración o dificultades para tomar decisiones
- Sentimientos de desesperanza
3. Duración de 2 años
Los síntomas de los dos puntos anteriores deben de haber permanecido en la persona durante al menos dos años, con intermitencias de como mucho dos meses.
4. No existen episodios depresivos mayores
La persona no ha sufrido un episodio depresivo mayor durante los dos primeros años y los síntomas no se explican mejor por la presencia de otro tipo de trastorno depresivo.
5. No existen episodios maníacos, hipomaníacos, etc.
La persona nunca ha experimentado un episodio maníaco, un episodio mixto o un episodio hipomaniaco. Además, tampoco se cumplen los criterios para el trastorno ciclotímico.
6. No aparece durante un trastorno psicótico
Los síntomas no aparecen de manera exclusiva en un trastorno psicótico crónico como la esquizofrenia o el trastorno delirante.
7. Los síntomas no son causados por drogas u otras enfermedades
Los síntomas no pueden explicarse por los efectos fisiológicos del consumo de sustancias o por alguna enfermedad médica.
8. Malestar significativo
La sintomatología provoca un malestar clínicamente significativo en la persona. Este malestar genera un deterioro laboral, social o de cualquier otra áreas importante del paciente.
Tratamiento y pronóstico
El trastorno depresivo persistente es una afección de carácter crónico. Sin embargo, la persona puede beneficiarse de un tratamiento que se compone de terapia farmacológica con antidepresivos y de intervención con psicoterapia.
A pesar de que la medicación antidepresiva funcione mejor en la depresión mayor que en el trastorno depresivo persistente, existen una serie de fármacos que pueden aportar una mejoría de los síntomas en el paciente. Estos son:
- Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) como la fluoxetina o el citalopram.
- Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y noradrenalina (ISRSNA)
- Bupropión
- Antidepresivos tricíclicos e inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO)
Por lo que respecta la psicoterapia utilizada en estos casos, lo más importante es que la persona sea capaz de exteriorizar sus sentimientos y pensamientos, así como aprender a gestionarlos.
Para ello existen una serie de terapias muy efectivas:
- Terapia conductual cognitiva (TCC)
- Intervenciones psicodinámicas
- Grupos de apoyo
Finalmente, el pronóstico o evolución de este trastorno difiere mucho de unas personas a otras. Su carácter crónico hace que la persona lo sufra a lo largo de los años e incluso toda la vida, siendo muy pocas las personas que se recuperan completamente.
Con el uso de un tratamiento adecuado la persona puede llegar a mejora muy significativamente pudiendo continuar su rutina habitual de forma satisfactoria. No obstante en la mayoría de los casos de se requiere de una terapia psicológica permanente.