Martin Heidegger fue uno de los filósofos más importantes del siglo XX, especialmente influyente en el campo de la metafísica así como en corrientes como la hermenéutica o el post-estructuralismo. Su filosofía ha sido fructífera también en campos como la psiquiatría, la sociología o los estudios religiosos.
Polémico por su relación con el régimen nacionalsocialista, su filosofía está marcada por la pregunta sobre el ser. En sus primeros aportes originales a la filosofía (que giran alrededor de su obra más conocida e importante, Ser y Tiempo, publicada en 1927), esta pregunta por el ser se enmarca en un análisis existencial del ser humano, que es el ente en el cual, a diferencia de las cosas, se da esta pregunta por el ser.
Heidegger, sin embargo, concibe al ser humano en relación esencial con las cosas y con el mundo, bajo el nombre de Dasein, su concepto más conocido, que supone también una teoría del conocimiento más originario alternativa al de la objetividad científica (aunque no en necesario conflicto con ella). ¿Cuál era esta concepción del ser humano de Heidegger, ligada radicalmente con el mundo y el conocimiento del mismo?ç
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Del neokantianismo a Ser y Tiempo
Heidegger empieza su producción filosófica en unos primeros años del siglo XX dominados, en Alemania, por el neokantismo y el surgimiento de la hermenéutica. El neokantismo pretendía, después de las abstracciones metafísicas del idealismo alemán, un retorno al lenguaje y las problemáticas kantianas en cuestiones de teoría del conocimiento. Investigaba, por ejemplo, la cuestión del conocimiento y la verdad, que para los neokantianos se daban en unas categorías puras, universales y objetivas, especialmente en el campo de las ciencias.
Frente a esta concepción, Edmund Husserl (1859 – 1938), empieza a elaborar su fenomenología, que intenta explicar, con voluntad de ciencia rigurosa, cómo las cosas se dan a la conciencia. Pero no reduce este análisis a una fundamentación de la ciencia, sino que se ocupa de cómo las cosas se presentan en la vida cotidiana.
Para Husserl, las cosas no presentan como manifestación fenoménica de una cosa en sí incognoscible, como en los kantianos, sino que son intuidas por la conciencia como fenómeno que muestra su propia esencia. Cuestiones como la verdad o el conocimiento no requieren ya tanto de una fundamentación de las matemáticas o las ciencias naturales como de un análisis riguroso de la conciencia. Es esta perspectiva la que profundizará Heidegger, rebasando los límites de la propia fenomenología.
Heidegger observa, en su preguntarse por el ser, que las categorías del conocimiento, que para los neokantianos se dan en una estructura trascendental, objetiva y pura, idéntica para todas las personas, se dan en realidad en la vida individual, existencial y temporal, es decir en la vida de la conciencia. ¿Cómo confluyen en la conciencia estos dos ámbitos aparentemente contradictorios entre sí?
Profundizando en la intuición de Husserl, realiza en Ser y Tiempo un análisis existencial del ser humano en tanto este se pregunta por el ser. Es decir, un análisis del Dasein. Veámoslo con algo más de detalle.
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Dasein y mundo
Según Heidegger, la pregunta por el ser se ha dado durante toda la historia de la filosofía bajo el prejuicio de la presencia. Es decir, ya desde Parménides hasta los filósofos del siglo XX, el ser se ha entendido como algo que se da como presente en su totalidad, como objetivo y completo. El paradigma de esta forma de pensar se encuentra en la idea de Dios como ser omnipresente. Con su análisis existencial del Dasein, Heidegger pretende inaugurar una nueva forma de entender el ser y la metafísica.
Para empezar su análisis, como hemos visto, Heidegger deja de preguntarse por el ser desde el punto de vista teórica de las ciencias y pasa a un análisis de la conciencia en su cotidianidad. Pretende así analizar la pregunta por el ser de la forma más general posible, sin privilegiar ninguna forma concreta de afrontar la realidad.
Lo que observa ahora Heidegger es que, frente a la concepción del ser como presencia objetiva ya dada, al enfocar el análisis desde el punto de vista general que propone en su análisis, el ser aparece como posibilidad. Al contrario de lo que sucede con las cosas, el ser humano, al ser un Dasein, es posibilidad antes que realidad. Es en tanto que puede ser. El Dasein es así, en su forma más fundamental un proyecto.
Este poder ser como proyecto se da, además, siempre ya en un contexto de cosas y personas. El ser humano no existe de una forma pura y aislada sino que desde el primer momento en que intenta comprenderse y autodeterminarse se encuentra ya en relación.
Es aquí donde podemos ver claramente el significado de la palabra Dasein: ser o estar aquí. Se trata del ser humano en tanto que insertado en un contexto de cosas y personas, un mundo, que le precede y que condiciona su existir, su trascenderse a sí mismo como proyecto.
Filosofía ligada a los significados
El ser de las cosas no es así el estar presentes, sino el pertenecer a una totalidad de significados que es el mundo. Las cosas se significan unas a otras y este significarse depende a su vez del proyectarse del Dasein. Es decir, el Dasein con su proyecto fundamente el mundo en el que se dan a su vez las cosas individuales.
Vemos que el Dasein no es una tabula rasa, sino que desde el primer momento en que se intenta comprender a sí mismo en su proyecto, cuenta ya con una precomprensión del mundo proporcionada por su contexto. Es esta la estructura del círculo de la comprensión, o círculo hermenéutico, según la cual el conocimiento parte siempre de un presupuesto sobre las cosas que guía su pregunta. Conocer es profundizar en dichas preguntas.
Por lo tanto, el ser se da en un proceso de conocimiento que nunca termina y nunca está totalmente presente. Es esta a su vez la estructura existencial del Dasein, del ser humano como ser en el mundo que existe en constante trascendencia de sí mismo. El Dasein, al ser tiempo, es siempre un poder ser, y nunca está completo.
Esta precomprensión no es además solamente teórica, sino que incluye una disposicionalidad afectiva. Las cosas se presentan siempre acompañadas de sensaciones como la alegría o el aburrimiento, siendo dichas disposicionalidades afectivas parte del proceso de conocimiento. Vemos aquí las consecuencias del paso del conocimiento objetivo a través de las estructuras universales y objetivas al punto de vista heideggeriano que fundamenta el conocimiento en la estructura temporal, existencial y cotidiana de la conciencia.
Cura y ser para la muerte
Nos queda por ver dos elementos esenciales del Dasein: la cura y la posibilidad de la muerte.
Para Heidegger, la verdad del conocimiento se da en la cura, que es un responsabilizarse de las cosas. Esto significa que en una existencia llevada a cabo a través de un proyecto decidido las cosas se van a presentar de una forma más auténtica.
El filósofo alemán asegura también que el Dasein es un ser para la muerte. La muerte es, en efecto, aquella posibilidad que sabemos seguro que se realizará, pero que nunca experimentamos como realizada. En tanto que tal imposibilidad de toda posibilidad, permite que las posibilidades sean tales: si no muriéramos, no tendría sentido el tiempo, no deberíamos elegir entre posibilidades ni podríamos existir como proyecto, ya que sería posible realizar todas posibilidades.
Referencias bibliográficas:
- Vattimo, G. (1986). Introducción a Heidegger. Gedisa: Barcelona
- Heidegger, M. (2003). Ser y Tiempo. Trotta: Madrid