La frustración es parte de la vida. Es ese sentimiento que experimentamos, en mayor o menor medida, cuando no conseguimos lo que deseamos o cuando nuestras aspiraciones se ven obstaculizadas. Muchas veces deviene en enojo, rabia, angustia, y tristeza.
Es totalmente humano sentirnos frustrados cuando lo que sentimos que tanto necesitamos y queremos parece estar trabado. Pienso en mi propia experiencia con la frustración, y me vienen a la mente estos ejemplos bastante comunes de la vida cotidiana:
- Conducir tranquilamente cuando otro coche de repente me encierra.
- Tener prisa y que la cola para pagar en el supermercado no parezca avanzar.
- Haber hecho un trámite que necesito y que no salga.
- Esperar un llamado que no llega.
Hay otro tipo de frustración también que es más profunda. Ésta hace su aparición cuando nos esforzamos mucho pero con pocos o nulos resultados. Ésta última se siente como si sembráramos bajo el sol día tras día y luego la cosecha fuera ínfima o insuficiente. Es por todo esto que es normal sentir desazón y tensión frente a la frustración.
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El origen de la frustración
La frustración puede encontrar sus orígenes en fuentes internas o externas.
Internas
Creer que no somos lo suficiente para lograr lo que anhelamos, tener baja la autoestima para ir a la búsqueda de lo que necesitamos, miedos anticipatorios a no conseguir la respuesta que deseamos o a ser rechazados.
Externas
La cultura y la sociedad a la que pertenecemos que a veces nos demanda en exceso y otras nos limita; las instituciones públicas y también personas que son necesarias para el desenvolvimiento de nuestros planes y nuestro bienestar, recursos como el tiempo o el dinero.
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Cuándo la frustración es positiva y cuándo no lo es
Sea nuestra frustración el resultado de emociones y situaciones reales o imaginarias, dentro o fuera de nosotros, es importante desarrollar la capacidad de relacionarnos con esta emoción en vez de reaccionar a partir de ella.
La frustración puede ser positiva cuando nos apunta a los lugares que debemos atender y a donde tenemos que hacer un trabajo sobre nosotros. Si piensas que lo que te sucede es porque tienes mala suerte, tendrás que re-encuadrar tu pensamiento para recuperar tu poder y accionar para revertir tu situación. Si has bajado los brazos porque has tenido varios tropiezos, será hora de tomar las caídas como aprendizaje y adoptar una mentalidad de crecimiento.
El problema empieza cuando la frustración nos hace sufrir, cuando culpabilizamos a los demás, cuando nos autoflagelamos y cuando nos contamos todo tipo de historias que nada tienen que ver con la realidad. Cuando la frustración nos lleva por este camino nos hace entrar en un bucle negativo y muy adictivo. ¿Quién no sintió alivio gritando, peleando, y victimizándose? Sin embargo, este mecanismo de defensa nos separa de nuestra verdadera Esencia, de nuestro Yo más sabio, y de nuestra capacidad de discernir. Nos quedamos entrampados repasando una y otra vez todo lo que nos da rabia sobre nuestras circunstancias.
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Efectos de la frustración
La frustración puede tener efectos muy nocivos si no se gestiona bien. Algunos de éstos pueden ser:
- Caída en picada de nuestra confianza y autoestima.
- Irritabilidad y reacciones exageradas.
- Miedos anticipatorios, ansiedad, y estrés.
- Pérdida de la ilusión y las ganas de hacer lo que nos da placer.
- Sentimientos de soledad e incomprensión.
- Abuso de sustancias.
- Dificultad para conciliar el sueño o descansar bien.
- Elecciones negativas a la hora de cuidarnos mental y corporalmente.
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¿Qué podemos hacer?
Cuando la frustración es canalizada positivamente nos sirve de mensajera. Es la amistad incondicional con nosotros mismos la que nos sacará del pozo de la negatividad que trae consigo la frustración. Tenemos la oportunidad de hurgar dentro nuestro para ver qué necesita ser atendido física, mental, y emocionalmente con mucho cuidado y autocompasión. Lo primero que podemos hacer es aquietar nuestra mente agitada. En mi consulta, lo primero que les pido a mis clientes para trabajar desde un lugar sosegado, es que respiren profundamente y que se pongan en contacto con lo que experimentan en su cuerpo.
Hace poco un cliente me compartía que sentía una pelota en la garganta. Le pregunté, “si pudieras tenerte en frente tuyo con esta presión en la garganta y esta frustración y te preguntaras, “¿qué necesitas de mí? Y ¿qué aliviaría tu malestar?, ¿qué te contestaría el tú de enfrente?”. Este me contestó, “que salga a andar en bici, que cambie de ambiente, que deje de añorar el pasado, que no puedo controlar a los demás”. Seguí inquiriendo, “¿qué puedes hacer?”, ¿qué actitudes y pensamientos necesitas dejar ir?” y sus respuestas fueron realmente iluminadoras.
Desde luego, el ejemplo que te he ofrecido es solo un trocito de un trabajo que ha requerido tiempo, energía, voluntad, y paciencia. Sin embargo, vale la pena desarrollar nuestra tolerancia a la frustración para que ésta no pase a mayores. Debajo te comparto más ideas que pueden ayudarte:
- Pide ayuda a un terapeuta, coach, o mentor para que puedas descubrir tus creencias limitantes, la mentalidad que te tiene estancado, y los patrones de conducta que te hacen sufrir.
- Desarrolla la capacidad de observación de lo que te sucede tomándote un respiro antes de reaccionar sin pensar.
- Medita, haz varias respiraciones profundas al día, y relaja tus músculos.
- Sal de tu realidad contraída y haz algún tipo de ejercicio físico que te dé placer.
- Ejercítate para que tu comunicación verbal y no verbal sea asertiva y positiva.
Georgina Hudson
Georgina Hudson
Terapeuta Transpersonal, Coach Vida Y Estrategia, Coach Transformacional
Recuerda siempre que la vida está llena de sorpresas, contrariedades, y desafíos. Éstos nos templan el espíritu. Aprende a discernir entre lo que está en tus manos y lo que no. Recuerda cuán importante es educarnos para gestionar la frustración a tiempo sin dejar que sea esta quien nos domine.