Bridge es un divertido corto de animación que presenta a cuatro personajes que intentan cruzar un puente. Debido a sus características, algo aparentemente sencillo se convertirá en un problema. El miedo a perder un aparente “privilegio” conduce al individuo a luchar a capa y espada y a olvidar el trabajo codo con codo.
Este corto nos muestra las ventajas de la cooperación y las desventajas del individualismo a la hora de resolver problemas.
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Un cortometraje que nos habla de la cooperación
Esta semana, el equipo del Instituto de Asistencia Psicológica y Psiquiátrica Mensalus comparte con todos vosotros «Bridge», un divertido e ilustrativo corto de animación sobre un elemento clave en la resolución de conflictos: la cooperación.
Pero antes de nada, puedes visualizar el cortometraje en el vídeo que se muestra a continuación:
Para hablar sobre la resolución de conflictos «Bridge» pone de manifiesto los obstáculos que genera la confrontación y las ventajas que ofrece la cooperación. Algo que a primera vista parece simple, ingredientes como el orgullo se encargan de ponerlo muy difícil.
¿Cómo podemos gestionar el orgullo?
Por ejemplo, conectando nuevamente con el objetivo. El orgullo desvía el pensamiento hacia uno mismo en lugar de permanecer atento a la totalidad del aquí y ahora: el tú, el yo y el contexto. El miedo a perder un aparente “privilegio” conduce al individuo a luchar a capa y espada, y a olvidar el trabajo codo con codo.
El resultado es una clara pérdida de efectividad y un enorme desgaste vital. Identificar aquellas creencias que nos sitúan en la alerta y exigen defendernos de algo que no es un verdadero ataque, es el primer paso para reconectar con la meta.
Paralelamente, no podemos olvidar ponernos en el lugar del otro (una posición que, a veces, es más cercana de lo que parece). El orgullo nos desconecta de la persona que tenemos delante.
¿Qué más necesitamos para que la cooperación exista?
A menudo en un conflicto existen posiciones o puntos de vista que funcionan desde la competición en lugar de la coordinación.
Fijaros, la definición de “coordinar” responde al acto de juntar medios y esfuerzos para una acción común. La cooperación busca justamente actuar reuniendo dichos esfuerzos a partir del reconocimiento. Este es el único modo de encontrar un lugar para los dos y poder así “cruzar conjuntamente el puente”.
Desde la Psicoterapia y los talleres de entrenamiento de habilidades, ponemos sobre la mesa estrategias que agilizan este reconocimiento. Un modo de hacerlo es analizando la situación desde un rol de espectador.
¿Y cómo se trabaja este rol de espectador?
Por medio de dinámicas que permitan tomar distancia física y emocional. Ejercicios que muestren gráficamente las relaciones existentes entre los miembros del conflicto es una buena estrategia. Un ejemplo son las representaciones con figuras (animales).
En ellas, el terapeuta formula preguntas clave que evidencian el funcionamiento de las personas protagonistas. El objetivo es promover la empatía (puedo entender mejor la posición del otro) y formular un discurso ampliado sobre la realidad del momento (hasta entonces el malestar obviaba una parte).
Con toda esta información, el siguiente paso es acompañar al individuo hacia la reflexión, la formulación de nuevas opciones y la acción. El abanico de propuestas convierten a la persona en alguien más flexible y capaz de reconocer las distintas caras del problema.
¿Qué más tenemos en cuenta a la hora de analizar todas las caras del problema?
Como terapeutas constructivistas entendemos a la persona como una investigadora de su propia vida. La realidad no es un concepto claro, cada uno de nosotros construye su visión del mundo a partir de unos constructos personales (basados en el propio sistema de creencias y experiencias vitales).
Por este motivo, desde nuestra intervención ayudaremos al paciente a conocer cómo construye la realidad y si esta construcción es funcional.
¿Y qué pasos seguiremos para descubrirlo?
Según Kelly, existe un ciclo de la experiencia que se repite constantemente en nuestras relaciones sociales. Este ciclo consta de cinco pasos: la anticipación, la implicación, el encuentro, la confirmación o desconfirmación y la revisión. Cuando hablamos de analizar las “caras del problema” nos referimos, en parte, a revisar cómo la persona vive cada una de estas fases. De este modo podremos detectar dónde aparecen dificultades y proponer alternativas concretas (Ej.: “en este caso, ¿qué tipo de pensamiento anticipatorio me hubiese aproximado a mi objetivo en lugar de alejarme?”)
Siguiendo con el análisis, existen distintos ejercicios que evidencian los procesos mentales que dificultan la resolución de conflictos (procesos caracterizados por la repetición de pensamientos negativos en torno a uno mismo y los demás). Este tipo de trabajo terapéutico aumenta la conciencia sobre la aparición de pensamientos destructivos, reduce el automatismo de los mismos y mejora la capacidad de autocontrol.
Cuando nos encontremos en un puente compartido en el que resulte difícil andar, quizás es momento de plantearnos cómo tender la mano a los demás para que unos y otros podamos cruzar.