¿Qué es el manierismo? Más que a menudo, este movimiento artístico que surgió en Europa a finales del siglo XVI suele pasar bastante desapercibido. Puede que sea porque se encuentra ubicado “detrás” de una de las grandes corrientes de la cultura (no sólo del arte): el Renacimiento. La fama de sus artistas (Leonardo, Rafael, Miguel Ángel…) ha traspasado fronteras y ha hecho que los artistas y las obras del manierismo queden relegadas a un injusto segundo plano.
Y, sin embargo, no podríamos entender el manierismo sin la figura de Michelangelo Buonarroti (1475-1564). Entre otras cosas, porque la palabra “manierismo”, como veremos, viene precisamente de maniera (manera, forma de hacer las cosas, en italiano); alla maniera de Michelangelo (a la manera de Miguel Ángel).
¿Podemos concluir, pues, que el manierismo es una burda “imitación” del arte de este genio renacentista? Por supuesto que no. Se trata de algo que va más allá, estrechamente ligado con el contexto (la Europa de la Reforma y las luchas de religión), que intentaremos resumir a continuación. Hoy, hablamos del arte a la manera de Miguel Ángel que definió todo un periodo: el manierismo.
Los fundamentos del manierismo
Podemos definir al manierismo como un movimiento vinculado a las artes que surgió y se desarrolló en la Europa de finales del siglo XVI e inicios del XVII, enmarcado por la crisis religiosa en la que se veía inmerso el continente. Así como la capital por excelencia del Renacimiento había sido Florencia, el epicentro manierista fue la ciudad de Roma, muy vinculado a la figura de Miguel Ángel y a su obra.
El contexto: Europa en crisis
La presentación de las famosas 95 tesis de Lutero en las puertas de la iglesia del palacio de Wittenberg, en 1516, fueron el comienzo de una profunda crisis religiosa que se había ido gestando durante siglos y que se extendió como una mancha de aceite por todos los países. Se iniciaba la Reforma protestante, que desencadenaría una crisis religiosa sin precedentes que salpicaría el continente (y, especialmente, Francia) con las llamadas “guerras de religión”.
En este clima de inestabilidad (tanto religiosa como política), la Iglesia católica puso en marcha una máquina de propaganda que tuvo, ya en el siglo XVII, al Barroco como su vehículo principal. Sin embargo, antes de ello, fue el manierismo el lenguaje artístico que se dispuso al servicio de esta Iglesia que veía peligrar los cimientos de su poder.
El nuevo lenguaje manierista. Roma: elegancia y dinamismo
Pero ¿cómo usar un estilo artístico para diseminar unas ideas? Entre otras cosas, el manierismo se aleja del acentuado idealismo renacentista y propone en su lugar unas composiciones con una gran complejidad, sin olvidar por ello la elegancia y el equilibrio.
Así, las composiciones manieristas, especialmente las romanas, se llenan de dinamismo para atraer a los fieles. Artistas como Sebastiano del Piombo, Daniele Volterra (discípulo, por cierto, del gran Miguel Ángel) o Federico Zuccari elevaron los preceptos manieristas y los expandieron.
Sebastiano del Piombo (1485-1547) fue un auténtico maestro de la luz y del color. Muy influido (cómo no) por Miguel Ángel, en su corpus artístico destaca su Flagelación de Cristo, ubicada en la iglesia de San Pietro in Montorio (Roma). Por su parte, Daniele Volterra (1509-1566) es especialmente famoso por ser el autor de los “paños de pureza” que cubrían los desnudos de Miguel Ángel de la Capilla Sixtina, por lo que fue conocido con el poco atractivo nombre de Il Braghettone. Dejando de lado este episodio un tanto polémico, lo cierto es que el artista fue un notable pintor, autor, entre otras, de la Asunción de la Virgen, en la que, por cierto, el discípulo incluyó un retrato del maestro Michelangelo.
“Copiando” a Miguel Ángel
Si existe un nombre para tener en cuenta en el desarrollo del manierismo es el de Michelangelo Buonarroti. La obra del florentino fluctuó por varias épocas (recordemos que falleció a una avanzada edad), pero, en general, su estilo dotaba al arte renacentista de una expresividad y un dinamismo desconocidos hasta entonces. Fueron muchos los artistas que se contagiaron por el entusiasmo hacia su obra e intentaron “copiar” su estilo o maniera.
¿De dónde surgía el notable dinamismo de la obra miguelangelesca? Las posiciones exageradas de sus personajes y sus contorsiones, así como su anatomía contundente y modelada, fueron el secreto de su éxito en toda Europa. En concreto, la Piedad del Vaticano, con el brazo del Cristo muerto caído más allá del regazo de la Virgen, se convertirá en fuente de inspiración para numerosos escultores y pintores del XVI y del XVII, e incluso más allá, puesto que también apreciamos su influencia en la obra La muerte de Marat, de Jacques-Louis David (1748-1825).
Girolamo Francesco Maria Mazzola, más conocido como Il Parmigianino (1503-1540) es uno de los autores más destacados del manierismo itálico. Sus obras muestran ese evidente alejamiento del naturalismo idealizado del Renacimiento y exploran nuevas maneras de expresión. Una de sus creaciones más conocidas, auténtico exponente manierista, es su Madonna del cuello largo, conservada en los Uffizi de Florencia y que muestra toda las “exageraciones” y “deformaciones” típicas del manierismo. La Virgen, que sostiene a un niño anatómicamente grande y largo en exceso, tiene el cuerpo alargado y el cuello desproporcionadamente largo.
Estas no son, para nada, “equivocaciones” del Parmigianino, sino que constituyen, precisamente, maneras de dotar a la composición del dinamismo y el movimiento tan característico del manierismo. Un movimiento que, muy a menudo, se soluciona con una espiral ascendente que parece “succionar” los elementos del cuadro.
El manierismo hispánico
Como el resto de Europa, la península ibérica vivía a finales del siglo XVI un periodo de incertidumbre y cambios profundos. Carlos I había muerto en 1556 y, tras él, Felipe II sube al trono y hereda el enorme imperio de los Austrias hispánicos. De esto se deduce que la influencia de la cultura hispana será decisiva para gran parte de Europa y de América.
Felipe II es el paladín de la Contrarreforma, en lucha perenne contra los protestantes y, con este fin, en sus tierras se asimiló el manierismo como vehículo para expresar las ideas de la Iglesia católica. Hay que tener en cuenta, además, que el flujo constante de plata y oro, proveniente de los territorios hispanos en América, permitió financiar importantísimos e icónicos monumentos manieristas como el monasterio de San Lorenzo del Escorial.
El punto de partida del manierismo en ámbito hispánico es el retablo mayor de la catedral de Astorga (1566-1571), de Gaspar Becerra. En él podemos vislumbrar una mezcla genial de arquitectura clásica (típica del Renacimiento) con una escultura de inspiración miguelangelesca, de figuras con anatomías contundentes, así como una composición elaborada y compleja.
Este manierismo hispánico no fue un fenómeno aislado, por supuesto. Muchos de sus artistas más importantes se trasladaron a la península itálica para estudiar, principalmente, las obras del gran Miguel Ángel, el gran inspirador del estilo. Por otro lado, son muchos los artistas italianos que llegaron a la península ibérica para trabajar en proyectos de gran envergadura, como el ya citado Escorial.
Uno de estos artistas llegados del extranjero fue Doménicos Theotocópuli, más conocido como El Greco (1541-1614). Con una formación artística fundamentalmente griega ortodoxa (que seguía la estela de Bizancio), su traslado a la Serenissima República de Venecia en 1567 le permitió descubrir el Renacimiento en Italia, lo que modificó radicalmente su estilo (aunque siempre guardó una influencia oriental). Más tarde se instaló en Toledo, ciudad donde viviría los años que le quedaban de vida, y donde dejó obras de gran envergadura como El entierro del conde Orgaz (1586-88), auténtica apoteosis manierista.
El estilo de El Greco es fácilmente reconocible por su originalidad. Sus figuras alargadas y estilizadas (especialmente, en lo que se refiere a santos y santas), la expresividad de los rostros y de las miradas (ese punto blanco en la pupila tan característico del pintor, que nos da la sensación de ver una lágrima congelada), resumen, a pesar de su evidente personalidad, la esencia del manierismo: expresión, belleza y movimiento.