Cuando se estrenó la primera parte de Piratas del Caribe (2003), el cine de piratas volvió a ponerse de moda. Suele ser este un género donde el bandido es retratado casi como un héroe, un valiente soldado del mar que no teme a nada y que, en el fondo, tiene buen corazón.
Por supuesto, nada más lejos de la piratería histórica. Muchos de los que se enrolaban en las filas de la piratería eran mercenarios en búsqueda de un futuro; otras veces, se trataba de personajes con sed de aventura. Y, en algunas ocasiones, era posible convertirse en pirata por puro deseo de venganza.
¿Existieron mujeres piratas?
En una escena de la ya citada película Piratas del Caribe, Jack Sparrow (interpretado por Johnny Deep) pasa revista a los valientes que va a enrolar en su barco. Entre ellos está una muchacha. El segundo de a bordo, preocupado, comenta a Sparrow que “da mal fario tener una mujer a bordo”. ¿Qué hay de cierto en esto? ¿Existieron entonces las mujeres piratas, o es solo una leyenda?
La historia demuestra que sí existieron, aunque no fueron abundantes. Cierta también es la “ley” pirata que aconsejaba no llevar mujeres ni jovencitos a bordo, para no “excitar el deseo” de la tripulación. Sin embargo, a la luz de los testimonios históricos, está comprobado que esta norma no siempre se obedecía. En concreto, dos de las mujeres piratas más famosas, Mary Read y Anne Bonny, viajaban juntas en el mismo barco y formaban parte de la tripulación del pirata ‘Calico’ Jack. Y, por cierto, se enfrentaban al combate igual que los hombres.
Existen otros casos anteriores, como el de Jeanne de Clisson, una dama aristócrata que se hizo a la mar por venganza y puso en jaque a los buques franceses del canal de la Mancha. En este caso, Clisson era su capitana, y parece ser que también tomó parte en los abordajes y las carnicerías que se llevaban a cabo. Por su parte, Zheng Yi Sao fue una pirata china de principios del siglo XIX que también comandó su propio barco… y su propia flota de 24 navíos. Si te ha parecido interesante, no dudes en seguir leyendo. Hoy te traemos a algunas mujeres que engrosaron las filas de la piratería y pasaron a los anales de la historia.
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5 mujeres piratas famosas que debes conocer
La historia de la piratería es tan antigua como la invención de la embarcación. Ya en la antigüedad, los barcos griegos eran acosados por bandidos, así como los fenicios y los romanos. Más tarde, en la Edad Media, la “costumbre” siguió estando presente, con especial mención de los vikingos, que recorrieron a sangre y fuego todas las costas y ríos navegables de Europa.
Sin embargo, la época dorada de la piratería fue sin duda la Edad Moderna. Los siglos XVI y XVII, tanto en el Caribe como en el Mediterráneo (asediado por los piratas turcos) son a todas luces los años “dorados” de la piratería. En esta lista de mujeres piratas famosas intentamos abarcar todos estos períodos, porque las mujeres han estado presentes en ello desde sus inicios.
1. Teuta, la “primera pirata” (s. III a.C.)
Teuta es una de las primeras mujeres piratas documentadas, aunque, como suele pasar con personajes tan alejados en el tiempo, las fuentes son contradictorias. Para empezar, no queda claro si la reina atacaba barcos mercantes romanos (entonces, sí que podríamos llamar “piratería” a su actividad) o si, por el contrario, sus objetivos eran los barcos de guerra romanos. En este último caso, Teuta estaría defendiendo su territorio del siempre presente expansionismo de Roma.
Pero ¿quién era Teuta? Fue la reina de un pueblo ubicado en los Balcanes, los Ardiaei. A la muerte de su esposo Agrón, gobernó en calidad de regente de su hijastro, todavía menor de edad. Tras una larga lucha con Roma, Teuta firmó un tratado de paz mediante el que se comprometía, además de contribuir con un tributo a las arcas romanas, a que no más de dos de sus barcos surcarían esa parte de los mares.
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2. Alwilda, de pirata vikinga a reina de Dinamarca (s. V)
A partir del siglo VIII, con el ataque al monasterio de Lidisfarne, en Inglaterra, las incursiones vikingas a Europa se hicieron casi incontrolables. La ventaja de estos hombres del norte, además de su extraordinaria ferocidad, eran sus naves, los drakkars, que, con su volumen estrecho y su peso ligero, eran ideales para navegar los ríos y acceder a través de ellos a las ciudades.
La pirata de la que vamos a hablar es, sin embargo, un poco anterior a la época gloriosa de los vikingos. Debemos remontarnos al siglo V, justo después de la caída del imperio romano y el inicio de las incursiones bárbaras en los limes de Roma. De Alwilda o Awilda poseemos pocos testimonios históricos seguros. La fuente más importante para conocer su vida es una crónica muy posterior, la Historia de los Daneses, escrita por Saxus Grammaticus en el siglo XII, por lo que podemos pensar que tiene más de fantasía y leyenda que de historia real.
De Alwilda conocemos que estaba destinada a casarse con Alf de Dinamarca. Para evitar semejante destino (que, al parecer, no le gustaba en absoluto), la joven se disfrazó de hombre y huyó. La fortuna quiso que un grupo de piratas diera con ella y, creyéndola varón, le ofrecieron el puesto vacante de capitán. Alwilda estuvo aterrorizando el mar Báltico durante muchos años, hasta el punto de que el rey de Dinamarca tomó cartas en el asunto y envió una flota para detenerla. Ironías del destino, esta flota estaba comandada por Alf, el antiguo prometido de Alwilda.
El final de la historia es tan inverosímil que tiene muchos puntos de ser un invento de los cronistas posteriores. Parece ser que Alf y Alwilda se enfrentaron en una batalla naval que ganó el primero. Derrotada, pero fascinada por la valentía de su antiguo prometido, la joven pirata se enamoró de él y accedió a casarse, por lo que la pirata escandinava se convertía, finalmente, en reina de Dinamarca…
3. Jeanne de Clisson, pirata por venganza (h. 1300-1359)
A veces, la realidad parece una novela, pero no lo es. Aunque con ciertas lagunas, de Jeanne de Clisson (1300-1359), también conocida como Jeanne de Belleville, sí que poseemos suficiente información como para concluir que se trata de una de las historias verídicas más fabulosas.
Nacida en el seno de una familia acomodada del Poitou, en la actual Francia, Jeanne se casó en segundas nupcias con Olivier IV de Clisson, un noble bretón. El marco de la Guerra de los Cien Años y, en concreto, el conflicto por la sucesión del ducado de Bretaña hizo que el marido de Jeanne levantara sospechas de ir en contra del rey de Francia, cuyo primo, Carlos de Blois, era pretendiente del ducado. El resultado fue que Olivier fue engañado y decapitado sin apenas juicio, y su cabeza se clavó en una pica en Nantes, donde la vieron su esposa y sus dos hijos varones, todavía unos niños muy pequeños.
Jeanne juró venganza ante la cabeza de su marido. Desde entonces, y por el espacio de diez años, se dedicó a surcar el Canal de la Mancha con una flota (probablemente, financiada por el rey de Inglaterra, que la apoyaba) y acabar con todos los barcos franceses con los que se cruzaba. Por su ferocidad la apodaron la “tigresa bretona” y “la viuda sangrienta”. En una batalla decisiva consiguió huir en un pequeño bote, que le permitió arribar a las cosas inglesas. A partir de entonces, la pirata vivió una vida apacible hasta su muerte.
4. Mary Read y Anne Bonny, salvadas de la horca por embarazo (s. XVII – XVIII)
Puede que Mary Read (¿1690? – 1721) y Anne Bonny (¿1690? - ¿1720?) sean las mujeres piratas más conocidas de la llamada “época dorada” de la piratería, es decir, los siglos XVI, XVII y XVIII. Las colocamos a ambas en una misma entrada porque, realmente, sus destinos se unieron desde el principio y juntas lucharon junto a los hombres de ‘Calico’ Jack Rackman (1682-1720) en las costas del mar Caribe.
Mary Read nació presumiblemente en Plymouth, Inglaterra, hacia el año 1690, aunque el lugar y la fecha exactos son desconocidos. Según algunas fuentes, empezó a vestirse de muchacho a edad muy temprana instada por su madre, que pretendía hacer ver que el hijo que había tenido con su marido muerto aún vivía (y poder beneficiarse, así, de la herencia de unos familiares). Mary sería, según esta versión, una hija ilegítima que la madre tuvo una vez viuda.
Sea como fuere, la chica siguió vistiendo ropas de hombre, en especial para conseguir ser aceptada en la marina británica. Hacia 1715 la encontramos en América, y, cinco años más tarde, en la tripulación del pirata Jack Rackman, donde se haría amiga de Anne Bonny.
En cuanto a Anne, los datos sobre su vida son todavía más oscuros. No se sabe cuándo ni dónde nació, y ni siquiera se sabe cuándo y dónde murió. Sí sabemos que en 1720 está en Nassau, en las Bahamas, y que allí conoce y se hace amante de ‘Calico’ Jack Rackman. En su barco conoce a Mary Read, y juntas acompañan a los hombres en sus correrías por el Caribe.
La captura definitiva se da en 1720; Jack y sus hombres son condenados a muerte, pero Mary y Anne logran zafarse de la horca al aludir que ambas están embarazadas. Ingresan en prisión, donde Mary fallece en abril de 1721. En cuanto a Anne, desaparece de la historia el 28 de noviembre del año anterior. ¿Huyó de la cárcel? ¿Murió? De momento, no existe documentación que arroje alguna luz a su final.
5. Zhang Yi Sao, la temible pirata china (1775-1844)
Zheng Yi Sao (en portada) es, probablemente, una de las mujeres piratas más poderosas de la historia. Lideró su propia flota (un impresionante conjunto de más de veinte barcos y más de 1.000 hombres) con la ayuda de su segundo marido, el también pirata Zhang Bao. Sus incursiones por los mares de China no solo fueron temibles, sino que, además, terminaron bien para ella: en 1810 consigue un pacto de rendición con el emperador, lo que le permite retirarse y vivir cómodamente y en paz hasta los sesenta y ocho años.
De orígenes humildes y de verdadero nombre Shi Yang, algunas fuentes apuntan a que se dedicaba a la prostitución. En 1801, con veintiséis años, conoce al pirata Zheng Yi y se casa con él. A partir de entonces, enrolada en la flota de su marido, se la conocerá como Zheng Yi Sao (“la esposa de Zheng Yi”).
Una vez muerto su marido, la viuda toma el control de los barcos junto con su mano derecha, Zhang Bao, el hijo adoptivo de su marido, con el que más tarde se casa, no sabemos si por amor o para justificar la jefatura de la flota (Bao era el “legítimo” heredero del pirata muerto). En cualquier caso, juntos conformaron el dúo de piratas más temible de Oriente, pues pusieron en jaque a Portugal, a la East India Company y al mismísimo emperador de China.