Los pecados capitales según El Bosco

Un repaso a cómo presenta el pintor el pecado en una de sus obras más famosas.

Pecados capitales el Bosco

Jheronimus van Aken, más conocido como El Bosco (Bosch en su lengua original) es uno de los pintores más conocidos de los siglos XV y XVI. Pero, al contrario que sus contemporáneos italianos, El Bosco ha adquirido su fama por su lenguaje turbador y fascinante, aparentemente caótico, que cautivó a personalidades de su época (por ejemplo, al mismísimo rey Felipe II).

¿Qué tienen las obras de este artista que resultan tan atrayentes? Desde nuestra visión contemporánea, puede que sea precisamente nuestra lejanía de la moral que impregna sus cuadros lo que nos llama más la atención. En efecto; a los artistas hay que situarlos en su debido contexto, y El Bosco no es una excepción.

Así, en sus pinturas, el flamenco exhibe un repertorio ideológico y moral muy vinculado a la religión o, más bien, a la visión que se tenía de ella en el norte de Europa en las postrimerías del siglo XV. Sus obras hacen hincapié, pues, en el pecado y en la salvación, modelos constantes de los hombres y mujeres de la época. En el artículo de hoy hacemos un repaso a cómo presenta el pintor el pecado en una de sus obras más famosas.

La mesa de los pecados capitales, de El Bosco

La obra en cuestión no es otra que La mesa de los pecados capitales, conservada en el Museo del Prado de Madrid (España) y que fue adquirida en su momento por el mismísimo rey Felipe II, un auténtico enamorado del artista.

La mesa es una tabla, hecha de madera de chopo (un material bastante raro en la obra del artista, que solía utilizar el roble), en cuya superficie están representados en un orden escrupuloso los 7 pecados capitales y el destino del ser humano tras la muerte. Examinemos la obra más detenidamente y veamos cómo representa El Bosco el tema.

Esta frase de terribles resonancias para nosotros está inscrita, en su forma latina (cave, cave, Dominus videt), en el centro de la tabla, en el iris del enorme Ojo de Dios que El Bosco sitúa como eje vertebrador de todo. En efecto, un enorme círculo semejante a un globo ocular es el centro de la composición, el “Ojo de Dios”, un símil de que Dios siempre está presente y conoce todas nuestras acciones.

Para reforzar el mensaje, el artista sitúa en la pupila de este ojo divino a Cristo saliendo del sepulcro y mostrando las llagas del martirio, recordando de esta forma que Jesús murió por la salvación del alma de los fieles.

Las impecables diagonales doradas que parten de la pupila y se expanden por todo el diámetro del globo ocular son, además de un recurso para iluminar la imagen, una representación de los rayos divinos que emanan de Cristo redentor. En otras palabras: solo con Cristo hay esperanza.

Los 7 pecados capitales según El Bosco

Alrededor de ese “Ojo de Dios” se disponen los 7 pecados capitales, que el artista ilustra como escenas cotidianas para que el espectador se identifique mejor con cada uno de ellos. De hecho, para muchos expertos, El Bosco fue un pionero en el tema del costumbrismo pictórico, que tendría después tantos adeptos en Flandes.

1. La ira

La ira es el primer pecado representado (en la parte inferior central), puesto que, según la interpretación de El Bosco, es el pecado originador de muchos más. La ira se convierte, de esta forma, en un hervor insano que puede desencadenar una cascada de actos impíos (asesinato, adulterio, hurto, injurias…).

La escena cotidiana que escoge el artista para ilustrar la ira es una escena de taberna, en la que vemos a dos hombres enfrascados en una lucha que inútilmente intenta detener la mujer vestida de rosa. Por el suelo, encontramos un sinnúmero de objetos esparcidos por el suelo, tirados en el fragor de la riña.

Significativo es el estandarte que cuelga de la casona, en el que, si observamos bien, podemos ver un fondo rojo (el color de la sangre y, por tanto, de la pasión) con un león dibujado en él, un animal tradicionalmente relacionado con la valentía, pero también con la cólera y el furor.

2. La soberbia

La soberbia está representada por El Bosco en la forma de una pequeña escena de menores dimensiones que las demás, en las que se muestra un interior doméstico. En él, una mujer, de espaldas, se contempla encantada en un espejo, que no por casualidad sostiene un demonio, curiosamente tocado con el velo que solían llevar las mujeres en la época. Aquí, El Bosco relaciona claramente el pecado de soberbia con el género femenino.

A la izquierda de la escena, a los pies de la mujer, vemos un arcón del que sobresalen joyas, complemento para la vanidad de la dama. Es muy destacable la naturaleza muerta que plasma el artista, tan característica de los pintores flamencos: encima del armario, una serie de utensilios magníficamente dibujados y, junto a la ventana, un jarrón de cerámica con flores (de nuevo, símbolo de la vanidad y la soberbia) y una fruta que reposa en el alféizar.

3. La lujuria

El Bosco escoge para este pecado una escena elegante, donde dos parejas se cortejan mutuamente y se requieren tratos “ilícitos”. El fragmento se sitúa a la derecha de la tabla; en un paisaje bucólico y sugerente, se levanta una tienda en la que se solazan los cuatro personajes.

Por el suelo, vemos diversos instrumentos de música, símbolo de la vanidad y del pecado, que también plasma el pintor en su Jardín de las Delicias. Un dato curioso son los dos bufones que se ríen de los amantes y se pegan mutuamente, como ridiculizando su deseo.

4. La pereza

Detrás de la lujuria viene representada la pereza, conocida en la Edad Media como acidia y estrechamente relacionada con la melancolía y los estados depresivos. En la escena, una mujer presenta un rosario y un libro de oraciones a su compañero, como instándolo a rezar. Sin embargo, él permanece holgazaneando en su sillón y no parece tener ninguna intención de obedecerla.

El interior doméstico donde se desarrolla esta escena es, nuevamente, una delicia, y vuelve a mostrar el talento de El Bosco y de los artistas nórdicos en general para captar los detalles cotidianos.

5. La gula

En la parte superior central se ilustra el pecado de la gula, representado por una familia que se entrega a un banquete pantagruélico sin límite ni mesura. La mujer aparece en el comedor con una bandeja llena de carne, mientras que los dos hombres beben copiosamente de sendas jarras. El niño, representado de forma un tanto grotesca, intenta beber también de la jarra del padre.

El búho que vemos parapetado en el nicho de la pared es una alusión al pecado, puesto que, tradicionalmente, esta ave ha representado en la iconografía cristiana el mal y la tentación. En la esquina inferior izquierda de la escena vemos un perro que El Bosco tapó pero que, con el tiempo, ha trepado a la superficie de la tabla. ¿Por qué el artista quiso quitar al can? No lo sabemos, pero puede que tenga algo que ver con la simbología del animal, relacionada con la fidelidad, aunque puede que sea, simplemente, una cuestión de distribución de elementos.

6. La avaricia

El sexto pecado capital, la avaricia, está representado por un caballero suntuosamente vestido (un funcionario, quizá, o un abogado) que acepta un soborno. Su condición de hombre de leyes se ve reforzada por el libro abierto en primer plano.

7. La envidia

Por último, El Bosco recrea la envidia como una pareja que desea obtener la posesión de su vecino; en este caso, un hermoso halcón que, por cierto, el dueño muestra desdeñosamente.

Mesa pecados capitales

Y tras la muerte… ¿qué?

La iconografía de la tabla de los 7 pecados capitales de El Bosco no termina aquí. Porque, en los cuatro vértices del cuadro (como si de un tablero de parchís se tratara) vemos 4 círculos más; cuatro escenas en las que el artista nos habla sobre lo que nos sucederá tras la muerte. En la consecución de las posibilidades (que, en realidad, solo son dos: Infierno o Paraíso) tenemos mucho que ver, puesto que, según la ideología de la época, son los actos en vida los que repercuten en la vida postmortem.

En la primera escena (esquina superior izquierda), El Bosco ha representado la muerte como el principio de todo. En la escena vemos a un moribundo al que se le está suministrando la Extremaunción. Detrás, en la cabecera de la cama, un demonio y un ángel se disputan su alma, mientras la Muerte, representada antropomórficamente por un tránsido (un cadáver viviente), espera paciente el resultado.

En la segunda escena (esquina superior derecha) vemos a Cristo como Juez Supremo, ante la llamada del cual se levantan los muertos de sus tumbas. Es el inicio del Juicio Final, anunciado por los cuatro ángeles que tocan las trompetas. El estruendo de su anuncio es terrible, puesto que vemos cómo algunos de los difuntos se llevan las manos a los oídos, espeluznados. Con ello, El Bosco quiere transmitirnos la idea de lo terrible del juicio divino.

En la tercera escena (esquina inferior izquierda), tenemos una de las dos opciones postmortem: el Infierno. El Bosco lo recrea como un averno sin luz, iluminado tenuemente por un enorme incendio. En la escena, los demonios infringen los castigos a los condenados: vemos como una especie de cocodrilos se lanzan a devorar a una pareja lujuriosa que está en la cama; a otro demonio enseñando un espejo a una mujer víctima de la soberbia (que tiene un sapo en los genitales), o a un hombre que se ahoga en un caldero lleno de monedas, purgando así su pecado de avaricia.

Finalmente, en la cuarta escena (esquina inferior derecha), podemos ver la opción de los que no han cometido pecados, el Paraíso. A los bienaventurados (las almas justas), desnudos como símbolo de pureza, los recibe San Pedro, mientras un coro de ángeles toca instrumentos alrededor de Cristo. San Miguel, con la cruz en alto a modo de espada, sacude a un demonio que intenta llevarse por la muñeca a una mujer.

Conclusiones

La tabla de los pecados capitales de El Bosco es un magnífico resumen de la ideología y la moral de la época. En ella se expresa claramente cómo solo a través de las buenas acciones el ser humano puede alcanzar el Paraíso tras la inevitable muerte. Así, la condena eterna queda en manos del albedrío humano, que es libre de escoger su destino.

La obra funciona como una advertencia que, a nosotros, seres del siglo XXI, puede parecernos cruel y oscura. Sin embargo, no era nada inusual que las familias pudientes tuvieran este tipo de obras en sus hogares. De hecho, esta tabla fue adquirida por el rey Felipe II de España, que la tenía en tanta estima que la conservó en sus aposentos privados.

  • BOOM, H., (2018), El Bosco al desnudo: 500 años de controversia sobre Jheronimus Bosch, Antonio Machado Libros
  • La mesa de los Pecados Capitales del Bosco, video de Vitruvio Arte (Hugo García, historiador del arte): https://www.youtube.com/watch?v=Rg1V7vhoHEI
  • Mesa de los pecados capitales, de la web oficinal del Museo del Prado: https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/mesa-de-los-pecados-capitales/3fc0a84e-d77d-4217-b960-8a34b8873b70

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Sonia Ruz Comas. (2024, septiembre 30). Los pecados capitales según El Bosco. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/cultura/pecados-capitales-el-bosco

Periodista

Licenciada en Humanidades y Periodismo por la Universitat Internacional de Catalunya y estudiante de especialización en Cultura e Historia Medieval. Autora de numerosos relatos cortos, artículos sobre historia y arte y de una novela histórica.

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