“Quienquiera que fueres, óyeme: si con ávidas miradas nunca tú a la luz del véspero has seguido las pisadas, el andar suave y rítmico de una celeste visión; O tal vez un velo cándido, cual meteoro esplendente, que pasa, y en sombras fúnebres ocúltase de repente, dejando de luz purísima un rastro en el corazón;<\/em><\/p>\n Si sólo porque en imágenes te la reveló el poeta, la dicha conoces íntima, la felicidad secreta, del que árbitro se alza único de otro enamorado ser; Del que más nocturnas lámparas no ve, ni otros soles claros, ni lleva en revuelto piélago más luz de estrellas ni faros que aquella que vierten mágica los ojos de una mujer;<\/em><\/p>\n Si el fin de sarao espléndido nunca tú aguardaste afuera, embozado, mudo, tétrico mientras en la alta vidriera reflejos se cruzan pálidos del voluptuoso vaivén), Para ver si como ráfaga luminosa a la salida, con un sonreír benévolo te vuelve esperanza y vida joven beldad de ojos lánguidos, orlada en flores la sien. Si celoso tú y colérico no has visto una blanca mano usurpada, en fiesta pública, por la de galán profano, y el seno que adoras, próximo a otro pecho, palpitar; Ni has devorado los ímpetus de reconcentrada ira, rodar viendo el valse impúdico que deshoja, mientras gira en vertiginoso círculo, flores y niñas al par;<\/em><\/p>\n Si con la luz del crepúsculo no has bajado las colinas, henchida sintiendo el ánima de emociones mil divinas, ni a lo largo de los álamos grato el pasear te fue; Si en tanto que en la alta bóveda un astro y otro relumbra, dos corazones simpáticos no gozasteis la penumbra, hablando palabras místicas, baja la voz, tardo el pie; Si nunca al roce magnético temblaste de ángel soñado; si nunca un Te amo dulcísimo, tímidamente exhalado, quedó sonando en tu espíritu cual perenne vibración; Si no has mirado con lástima al hombre sediento de oro, para el que en vano munífico brinda el amor su tesoro, y de regio cetro y púrpura no tuviste compasión;<\/em><\/p>\n Si en medio de noche lóbrega cuando todo duerme y calla, y ella goza sueño plácido, contigo mismo en batalla no te desataste en lágrimas con un despecho infantil; Si enloquecido o sonámbulo no la has llamado mil veces, quizá mezclando frenético las blasfemias a las preces, también a la muerte, mísero, invocando veces mil; Si una mirada benéfica no has sentido que desciende a tu seno, como súbito lampo que las sombras hiende y ver nos hace beatífica región de serena luz; O tal vez el ceño gélido sufriendo de la que adoras, no desfalleciste exánime, misterios de amor ignoras; ni tú has probado sus éxtasis, ni tú has llevado su cruz.”<\/em><\/p>\n “Cuando pienso que te huyes, negra sombra que me asombras, al pie de mis cabezales, tornas haciéndome mofa. Si imagino que te has ido, en el mismo sol te asomas, y eres la estrella que brilla, y eres el viento que sopla.<\/em><\/p>\n Si cantan, tú eres quien cantas, si lloran, tú eres quien llora, y eres murmullo del río y eres la noche y la aurora. En todo estás y eres todo, para mí en mí misma moras, nunca me abandonarás, sombra que siempre me asombras.”<\/em><\/p>\n “Era en un bosque: absorto pensaba andaba sin saber ni qué cosa por él buscaba. Vi una flor a la sombra. luciente y bella, cual dos ojos azules, cual blanca estrella.<\/em><\/p>\n Voy a arrancarla, y dulce diciendo la hallo: «¿Para verme marchita rompes mi tallo?» Cavé en torno y tómela con cepa y todo, y en mi casa la puse del mismo modo.Allí volví a plantarla quieta y solita, y florece y no teme, verse marchita”<\/em><\/p>\n “Tu pupila es azul y cuando ríes su claridad suave me recuerda el trémulo fulgor de la mañana que en el mar se refleja.<\/em><\/p>\n Tu pupila es azul y cuando lloras las trasparentes lágrimas en ella se me figuran gotas de rocío sobre una violeta.<\/em><\/p>\n Tu pupila es azul y si en su fondo como un punto de luz radia una idea me parece en el cielo de la tarde una perdida estrella.”<\/em><\/p>\n “Me duele el corazón y aqueja un soñoliento torpor a mis sentidos, cual si hubiera bebido cicuta o apurado algún fuerte narcótico ahora mismo, y me hundiese en el Leteo: no porque sienta envidia de tu sino feliz, sino por excesiva ventura en tu ventura, tú que, Dríada alada de los árboles, en alguna maraña melodiosa de los verdes hayales y las sombras sin cuento,a plena voz le cantas al estío.<\/em><\/p>\n ¡Oh! ¡Quién me diera un sorbo de vino, largo tiempo refrescado en la tierra profunda, sabiendo a Flora y a los campos verdes, a danza y canción provenzal y a soleada alegría!\n¡Quién un vaso me diera del Sur cálido, colmado de hipocrás rosado y verdadero, con bullir en su borde de enlazadas burbujas y mi boca de púrpura teñida; beber y, sin ser visto, abandonar el mundo y perderme contigo en las sombras del bosque!<\/em><\/p>\n A lo lejos perderme, disiparme, olvidar lo que entre ramas no supiste nunca:<\/em><\/p>\n la fatiga, la fiebre y el enojo de donde, uno a otro, los hombres, en su gemir, se escuchan, y sacude el temblor postreras canas tristes; donde la juventud, flaca y pálida, muere; donde, sólo al pensar, nos llenan la tristeza y esas desesperanzas con párpados de plomo; donde sus ojos claros no guarda la hermosura sin que, ya al otro día, los nuble un amor nuevo.<\/em><\/p>\n ¡Perderme lejos, lejos! Pues volaré contigo, no en el carro de Baco y con sus leopardos,<\/em><\/p>\n sino en las invisibles alas de la Poesía, aunque la mente obtusa vacile y se detenga. ¡Contigo ya! Tierna es la noche y tal vez en su trono esté la Luna Reina y, en torno, aquel enjambre de estrellas, de sus Hadas; pero aquí no hay más luces que las que exhala el cielo con sus brisas, por ramas sombrías y senderos serpenteantes, musgosos.<\/em><\/p>\n Entre sombras escucho; y si yo tantas veces casi me enamoré de la apacible Muerte y le di dulces nombres en versos pensativos, para que se llevara por los aires mi aliento tranquilo; más que nunca morir parece amable, extinguirse sin pena, a medianoche, en tanto tú derramas toda el alma en ese arrobamiento.<\/em><\/p>\n Cantarías aún, mas ya no te oiría: para tu canto fúnebre sería tierra y hierba. Pero tú no naciste para la muerte, ¡oh, pájaro inmortal! No habrá gentes hambrientas que te humillen; la voz que oigo esta noche pasajera, fue oída por el emperador, antaño, y por el rústico; tal vez el mismo canto llegó al corazón triste de Ruth, cuando, sintiendo nostalgia de su tierra, por las extrañas mieses se detuvo, llorando; el mismo que hechizara a menudo los mágicos ventanales, abiertos sobre espumas de mares azarosos, en tierras de hadas y de olvido.\n¡De olvido! Esa palabra, como campana, dobla y me aleja de ti, hacia mis soledades.<\/em><\/p>\n ¡Adiós! La fantasía no alucina tan bien como la fama reza, elfo de engaño.¡Adiós, adiós! Doliente, ya tu himno se apaga más allá de esos prados, sobre el callado arroyo, por encima del monte, y luego se sepulta entre avenidas del vecino valle. ¿Era visión o sueño? Se fue ya aquella música. ¿Estoy despierto? ¿Estoy dormido?”<\/em><\/p>\n “Una vez tuve un clavo clavado en el corazón, y yo no me acuerdo ya si era aquel clavo de oro, de hierro o de amor.<\/em><\/p>\n Sólo sé que me hizo un mal tan hondo, que tanto me atormentó, que yo día y noche sin cesar lloraba cual lloró Magdalena en la Pasión. “Señor, que todo lo puedes —pedile una vez a Dios—, dame valor para arrancar de un golpe clavo de tal condición.” Y diómelo Dios, arranquelo.<\/em><\/p>\n Pero... ¿quién pensara?... Después ya no sentí más tormentos ni supe qué era dolor; supe sólo que no sé qué me faltaba en donde el clavo faltó, y tal vez... tal vez tuve soledades de aquella pena... ¡Buen Dios! Este barro mortal que envuelve el espíritu, ¡quién lo entenderá, Señor!...”<\/em><\/p>\n “Cuando por fin se encuentran dos almas, que durante tanto tiempo se han buscado una a otra entre el gentío, cuando advierten que son parejas, que se comprenden y corresponden, en una palabra, que son semejantes, surge entonces para siempre una unión vehemente y pura como ellas mismas, una unión que comienza en la tierra y perdura en el cielo.<\/em><\/p>\n Esa unión es amor, amor auténtico, como en verdad muy pocos hombres pueden concebir, amor que es una religión, que deifica al ser amado cuya vida emana del fervor y de la pasión y para el que los sacrificios, más grandes son los gozos más dulces.”<\/em><\/p>\n “Llora en silencio mi alma solitaria, excepto cuando esté mi corazón unido al tuyo en celestial alianza de mutuo suspirar y mutuo amor. Es la llama de mi alma cual aurora, brillando en el recinto sepulcral: casi extinta, invisible, pero eterna… ni la muerte la puede mancillar.<\/em><\/p>\n ¡Acuérdate de mí!… Cerca de mi tumba no pases, no, sin regalarme tu plegaria; para mi alma no habrá mayor tortura que el saber que has olvidado mi dolor. Oye mi última voz. No es un delito rogar por los que fueron. Yo jamás te pedí nada: al expirar te exijo que sobre mi tumba derrames tus lágrimas.”<\/em><\/p>\n “Cierta vez un sueño tejió una sombra sobre mi cama que un ángel protegía: era una hormiga que se había perdido por la hierba donde yo creía que estaba.<\/em><\/p>\n Confundida, perpleja y desesperada, oscura, cercada por tinieblas, exhausta, tropezaba entre la extendida maraña, toda desconsolada, y le escuché decir: “¡Oh, hijos míos! ¿Acaso lloran? ¿Oirán cómo suspira su padre? ¿Acaso rondan por ahí para buscarme? ¿Acaso regresan y sollozan por mí?”<\/em>\nCompadecido, solté una lágrima; pero cerca vi una luciérnaga, que respondió: “¿Qué quejido humano convoca al guardián de la noche? Me corresponde iluminar la arboleda mientras el escarabajo hace su ronda: sigue ahora el zumbido del escarabajo; pequeña vagabunda, vuelve pronto a casa.”<\/em><\/p>\n “Con diez cañones por banda, viento en popa a toda vela, no corta el mar, sino vuela un velero bergantín; bajel pirata que llaman, por su bravura, el Temido, en todo mar conocido del uno al otro confín.<\/em><\/p>\n La luna en el mar riela,en la lona gime el viento y alza en blando movimiento olas de plata y azul; y va el capitán pirata, cantando alegre en la popa, Asia a un lado, al otro Europa, y allá a su frente Estambul; “Navega velero mío, sin temor, que ni enemigo navío,ni tormenta, ni bonanza, tu rumbo a torcer alcanza, ni a sujetar tu valor.<\/em><\/p>\n Veinte presas hemos hecho a despecho, del inglés, y han rendido sus pendones, cien naciones a mis pies. Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria la mar.<\/em><\/p>\n Allá muevan feroz guerra ciegos reyes por un palmo más de tierra, que yo tengo aquí por mío cuanto abarca el mar bravío, a quien nadie impuso leyes. Y no hay playa sea cualquiera, ni bandera de esplendor, que no sienta mi derecho y dé pecho a mi valor. Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria la mar.<\/em><\/p>\n A la voz de ¡barco viene! es de ver cómo vira y se previene a todo trapo a escapar: que yo soy el rey del mar, y mi furia es de temer. En las presas yo divido lo cogido por igual: sólo quiero por riqueza la belleza sin rival. Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria la mar.<\/em><\/p>\n ¡Sentenciado estoy a muerte!;yo me río; no me abandone la suerte, y al mismo que me condena, colgaré de alguna entena quizá en su propio navío. Y si caigo ¿qué es la vida? Por perdida ya la di, cuando el yugo de un esclavo como un bravo sacudí. Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria la mar.<\/em><\/p>\n Son mi música mejor aquilones, el estrépito y temblor de los cables sacudidos, del negro mar los bramidos y el rugir de mis cañones. Y del trueno al son violento, y del viento al rebramar, yo me duermo sosegado arrullado por el mar. Que es mi barco mi tesoro,que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria la mar”.<\/em><\/p>\n “Una cosa sólo ha buscado el hombre en todo tiempo, y lo ha hecho en todas partes, en las cimas y en las simas del mundo. Bajo nombres distintos –en vano– se ocultaba siempre, y siempre, aun creyéndola cerca, se le iba de las manos. Hubo hace tiempo un hombre que en amables mitos infantiles revelaba a sus hijos las llaves y el camino de un castillo escondido.<\/em><\/p>\n Pocos lograban conocer la sencilla clave del enigma, pero esos pocos se convertían entonces en maestros del destino. Discurrió largo tiempo –el error nos aguzó el ingenio– y el mito dejó ya de ocultarnos la verdad. Feliz quien se ha hecho sabio y ha dejado su obsesión por el mundo, quien por sí mismo anhela la piedra de la sabiduría eterna.<\/em><\/p>\n El hombre razonable se convierte entonces en discípulo auténtico, todo lo transforma en vida y en oro, no necesita ya los elixires. Bulle dentro de él el sagrado alambique, está el rey en él, y también Delfos, y al final comprende lo que significa conócete a ti mismo.”<\/em><\/p>\n “¡Oh, Soledad! Si contigo debo vivir, que no sea en el desordenado sufrir de turbias y sombrías moradas, subamos juntos la escalera empinada; observatorio de la naturaleza, contemplando del valle su delicadeza, sus floridas laderas, su río cristalino corriendo; permitid que vigile, soñoliento, bajo el tejado de verdes ramas, donde los ciervos pasan como ráfajas, agitando a las abejas en sus campanas.<\/em><\/p>\n Pero, aunque con placer imagino estas dulces escenas contigo, el suave conversar de una mente, cuyas palabras son imágenes inocentes, es el placer de mi alma; y sin duda debe ser el mayor gozo de la humanidad, soñar que tu raza pueda sufrir por dos espíritus que juntos deciden huir.”<\/em><\/p>\n “¿Por qué, mariposilla, volando de hoja en hoja, haciendo vas alarde ya de inconstante y loca? ¿Por qué, me di, no imitas la abeja que industriosa el jugo de las flores constante en una goza? Advierte que no vaga del alelí a la rosa, que una entre miles busca y una fragante sola. Y cuando ya la elige hasta exprimirla toda, jamás voluble pasa sin disfrutarla a otra.<\/em><\/p>\n ¿No ves también que el pecho de ella liciones toma? que así jamás libada deje de amor la copa. Si en tus cambiantes raros el sol que te colora deslumbra nuestros ojos con tintas mil vistosas; ¿Por qué, avecilla leve, rehúsas voladora, sola una flor y un cáliz cubrir de orgullo y gloria? Para el batir tus alas, para en las blancas pomas, y en el turgente seno de la que el pecho adora. Allí una florecilla dulce, fragancia hermosa, al seno de mi Fili con ambición le roba.<\/em><\/p>\n Vuela, mariposilla, que si una vez tan sola en sus matices quieta de sus delicias gozas. No ya más inconstante has de querer traidora volver a la floresta a revolar entre otras. Vuela, avecilla, vuela, recoge sus aromas, y tórnate a mí luego y dame cuanto cojas.”<\/em><\/p>\n “Fresca, lozana, pura y olorosa, gala y adorno del pensil florido, gallarda puesta sobre el ramo erguido, fragancia esparce la naciente rosa. Mas si el ardiente sol lumbre enojosa vibra del can en llamas encendido, el dulce aroma y el color perdido, sus hojas lleva el aura presurosa.<\/em><\/p>\n Así brilló un momento mi vena en alas del amor, y hermosa nube fingí tal vez de gloria y de alegría. Mas ¡ay! que el bien trocóse en amargura, y deshojada por los aires sube la dulce flor de la esperanza mía.”<\/em><\/p>\n “¡Tú, ángel rubio de la noche, ahora, mientras el sol descansa en las montañas, enciende tu brillante tea de amor! ¡Ponte la radiante corona y sonríe a nuestro lecho nocturno!<\/em><\/p>\n Sonríe a nuestros amores y, mientras corres los azules cortinajes del cielo, siembra tu rocío plateado sobre todas las flores que cierran sus dulces ojos al oportuno sueño. Que tu viento occidental duerma en el lago. Di el silencio con el fulgor de tus ojos y lava el polvo con plata.<\/em><\/p>\n Presto, prestísimo, te retiras; y entonces ladra, rabioso, por doquier el lobo y el león echa fuego por los ojos en la oscura selva. La lana de nuestras majadas se cubre con tu sacro rocío; protégelas con tu favor”<\/em><\/p>\n “Aquí, en la árida falda del formidable monte, desolador Vesubio, a quien ni árbol ni flor alguna alegran tu césped solitario en torno esparces olorosa retama contenta en los desiertos. Te vi antes adornar con tus matas la campiña que circunda la villa que del mundo señora fue en un tiempo, y del perdido imperio parecen con su aspecto grave y triste ofrecer fe y recuerdo al pasajero. Vuelvo hoy a verte en este suelo, amante de desiertos lugares de tristeza, de afligida fortuna siempre amiga.<\/em><\/p>\n Estos campos sembrados de ceniza infecunda y recubiertos de empedernida lavaque resuena so el paso al peregrino, en que anida y tomando el sol se enrosca la sierpe, y donde vuelve el conejo a su oscura madriguera, fueron cultas y alegres ciudades y mies rubia; fueron eco de mugir de rebaños, palacios y jardines pasa ocio de los ricos grato refugio, y ciudades famosas a las que fulminando por su boca torrentes ígneos el altivo monte con su pueblo oprimió.<\/em><\/p>\n Todo hoy en torno una ruina envuelve donde tú, flor hermosa, hallas tu asiento, y cual compadeciendo ajeno daño mandas al cielo perfumado aroma que al desierto consuela. A estas playas venga aquel que acostumbra con elogio ensalzar nuestro estado, verá cómo natura en nuestra vida amorosa se cuida. El poderío en su justa medida podrá estimar de la familia humana, a la que sin piedad, en un momento, su nodriza, con leve movimiento, cuando menos lo espera, en parte anula y con poco más puede en un instante del todo deshacerla. Ved de la gente humana pintada en esta playa la suerte progresiva y soberana.<\/em><\/p>\n Mírate en este espejo, siglo soberbio y loco, que el camino marcado de antiguo el pensamiento abandonaste, y tus pasos volviendo, tu retorno procura. Tu inútil charla los ingenios todos, de cuya suerte el padre te hizo reina, adulan, mientras tanto que tal vez en su pecho hacen de ti ludibrio. Con tal baldón no bajaré so tierra, y bien fácil me fuera imitarlos y adrede desbarrando serte grato cantándote al oído! Mas antes el desprecio, que en mi pecho para contigo guardo, mostraré lo más claro que se pueda; aunque sé que el olvido cae sobre quien increpa a su edad propia. De este mal que contigo participo, me río yo hasta ahora. Soñando libertad, al par esclavo queréis al pensamiento, el solo que nos saca de la barbarie en parte; y por quien sólo se crece en la cultura; él sólo guía a lo mejor los públicos negocios. La verdad te disgusta, del ínfimo lugar y áspera suerte que natura te dio. Por eso tornas, cobarde, las espaldas a la lumbre que nos la muestra y, fugitivo, llamas a quien la sigue, vil, y tan sólo magnánimo al que con propio escarnio, o de los otros o ya loco o astuto redomado, exalta hasta la luna el mortal grado.<\/em><\/p>\n El hombre pobre y de su cuerpo enfermo que tenga el alma generosa y grande,<\/em><\/p>\n ni se cree ni se llama rico de oro o gallardo, ni de espléndida vida y de excelente salud entre la gente hace risible muestra; mas de riqueza y de vigor mendigo\nsin vergüenza aparece; así se llama cuando habla francamente y a sus cosas las estima en lo justo. Nunca creí magnánimo animal, sino necio el que a morir viniendo a nuestro mundo, y entre penas criado, aún exclama: «¡para el goce estoy hecho!» y de fétido orgullo páginas llena, gloria grande y nueva felicidad que el pueblo mismo ignora, no ya el orbe, en el mundo prometiendo a pueblos que una onda del mar turbado, un soplo de aura maligna, un soterraño empuje, de tal modo destruye, que memoria de ellos apenas queda.<\/em><\/p>\n Índole noble aquella que a alzar se atreve frente al común hado ojos mortales, y con franca lengua sin amenguar lo cierto, confiesa el mal que nos fue dado en suerte; ¡estado bajo y triste! la que arrogante y fuerte se muestra en el sufrir, y ni odio ni ira de hermanos los más graves de los daños, agrega a sus miserias, inculpando al hombre de su dolor, sino que culpa a aquella culpable de verdad, de los mortales madre en el parto, en el querer madrastra. A ésta llama enemiga, y comprendiendo que ha sido unida a ella y ordenada con ella en un principio la humana compañía, los hombres todos cree confederados entre sí, los abraza con amor verdadero, les ofrece y espera de ellos valerosa ayuda en las angustias y el peligro alterno de la guerra común. Y a las ofensas del hombre armar la diestra, poner lazo y tropiezo al vecino, tan torpe juzga cual sería en campo que el enemigo asedia, en el más rudo empuje del asalto, olvidando al contrario, acerba lucha emprender los amigos sembrar la fuga y fulminar la espada entre sí los guerreros.<\/em><\/p>\n Cuando tales doctrinas vuelven a ser patentes para el vulgo, y aquel horror prístino que ató a los hombres en social cadena sabiduría vuelva a renovarlo, el sencillo y honesto comercio de las gentes, la piedad, la justicia, raíz distinta tendrán entonces, y no vanas fábulas en que se funda la honradez del vulgo cual en pie se sustenta quien su remedio en el error asienta. Con frecuencia en la playa desierta, que de luto de lava el flujo endurecido viste, paso la noche viendo sobre la triste landa en el nítido azul del puro cielo llamear de lo alto las estrellas que a lo lejos refleja el océano, y a chispazos brillar en torno todo por la serena bóveda del mundo.<\/em><\/p>\n Cuando fijo mi vista en esas luces que un punto nos parecen, cuando son tan inmensas que la tierra y el mar son a su lado un punto, y a las cuales no sólo el hombre, sino el globo mismo donde nada es el hombre ignotos son del todo, y cuando veo sin fin, aún más remotos los tejidos de estrellas que niebla se nos muestran, y no el hombre no ya la tierra, sino todo en uno el número de soles infinito, nuestro áureo sol, mientras estrellas todas desconocen, o bien les aparecen como ellas a la tierra, luz nebulosa; ante mi mente entonces ¿cómo te ostentas, prole del hombre? Y recordando tu estado terrenal, de que da muestra este suelo que piso, y de otra parte que tú fin y señora te crees de todo, y que tantas veces te agrada fantasear en este oscuro grano de arena que llamamos Tierra que los autores de las cosas todas a conversar bajaron con los tuyos por tu causa, y ensueños ridículos y viejos renovando insulta al sabio hasta la edad presente que en saber y cultura sobresalir parece; mortal prole, ¡prole infeliz! ¿qué sentimiento entonces me asalta el corazón para contigo? No sé si risa o si piedad abrigo.<\/em><\/p>\n Como manzana que al caer del árbol cuando en el tardo otoño la madurez tan sólo la derriba, los dulces aposentos de hormiguero cavado en mollar tierra con gran labor, las obras, las riquezas que había recogido la asidua tropa con fatiga grande próvidamente, en el estivo tiempo, magulla, rompe y cubre; desplomándose así desde lo alto del útero tenante, lanzada al hondo cielo, de cenizas, de pómez y de rocas noche y ruina, llena de hirvientes arroyuelos; o bien ya por la falda, furioso entre la yerba, de liquidadas masas y de encendida arena y de metales bajando inmenso golpe, las ciudades que el mar allá en la extrema costa bañaba, sume rotas y recubiertas al momento; donde hoy sobre ellas pace la cabra, o pueblos nuevos surgen allí, cual de escabel teniendo los sepulcros; y los muros postrados a su pie pisotea el monte duro. No estima la natura ni cuida más al hombre que hace a la hormiga, y si en aquél más raro el estrago es que en ésta tan sólo esto se funda en que no es una especie tan fecunda.<\/em><\/p>\n Mil ochocientos años ha ya desaparecieron oprimidos por el ígneo poder aquellos pueblos, y el campesino atento al viñedo que en estos mismos campos nutre el muerto terruño de ceniza levanta aún la mirada suspicaz a la cumbre que inflexible y fatal, hoy como siempre, tremenda se alza aún, aún amenaza con la ruina a su hacienda y a sus hijos, los pobres! ¡Cuántas veces el infeliz yaciendo de su pobre casucha sobre el techo toda una noche, insomne, al aura errante o a las veces brincando, explora e! curso del temido hervidero que se vierte del inexhausto seno a la arenosa loma, el cual alumbra de Capri la marina, de Nápoles el puerto y Mergelina. Si ve que se da prisa, si en el fondo del doméstico pozo oye del agua borbotar el hervor, a sus hijitos, a su mujer despierta, y al instante con cuanto puede de lo suyo huyendo desde lejos contempla su nido y el terruño que del hambre les fue el único abrigo presa de la onda ardiente que crepitando se le viene encima y sobre él para siempre se despliega!<\/em><\/p>\n Torna al celeste rayo después de largo olvido la extinguida Pompeya, cual sepulto cadáver que de tierra vuelve a luz la piedad o la avaricia, y a través de las filas de truncadas columnas el peregrino desde el yermo foro lejos contempla las gemelas cumbres y la cresta humeante que aún amenaza a la esparcida ruina. Y en el horror de la secreta noche por los deformes templos, por los circos vacíos, por las casas en que esconde el murciélago sus crías, como rostro siniestro que en desiertos palacios se revuelve, corre el fulgor de la fumérea lava que enrojece las sombras a lo lejos y tiñe los lugares del contorno. Así, ignara del hombre y de los siglos que él llama antiguos, de la serie toda de abuelos y de nietos, naturaleza, verde siempre, marcha por tan largo camino que inmóvil nos parece. El tiempo imperios en su sueño ahoga, gentes e idiomas pasan; no lo ve ella y en tanto el hombre eternidad se arroga.<\/em><\/p>\n Y tú, lenta retama, que de olorosos bosques adornas estos campos desolados, también tú pronto a la cruel potencia sucumbirás del soterraño fuego que al lugar conocido retornando sobre tus tiernas matas su avaro borde extenderá. Rendida al mortal peso, inclinarás entonces tu inocente cabeza. Mas en vano hasta tanto no la doblas con cobardía suplicando en frente del futuro opresor; ni tampoco la yergues a las estrellas con absurdo orgullo en el desierto, donde nacimiento y vivienda, no por querer, por suerte has alcanzado. Eres más sabia y sana que el hombre, en cuanto nunca tú has pensado que inmortales tus tallos se hayan hecho por ti o por el hado”<\/em><\/p>\n “Las fuentes se mezclan con el río, y los ríos con el océano; los vientos del cielo se mezclan para siempre, con una dulce emoción; Nada en el mundo es único, todas las cosas por ley divina se completan unas a otras: ¿Por qué no debería hacerlo contigo?<\/em><\/p>\n Mira, las montañas besan el alto cielo, y las olas se acarician en la costa; Ninguna flor sería hermosa si desdeña a sus hermanos: y la luz del sol ama la tierra, y los reflejos de la luna besan los mares: ¿De qué vale todo este amor, si tú no me besas?”<\/em><\/p>\n “Aunque el resplandor que en otro tiempo fue tan brillante hoy esté por siempre oculto a mis miradas. Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello que en mi juventud me deslumbraba. Aunque nada pueda hacer volver la hora del esplendor en la yerba, de la gloria en las flores, no debemos afligirnos porqué la belleza subsiste siempre en el recuerdo… En aquella primera simpatía que habiendo sido una vez, habrá de ser por siempre en los consoladores pensamientos que brotaron del humano sufrimiento, y en la fe que mira a través de la muerte.<\/em><\/p>\n Gracias al corazón humano, por el cual vivimos, gracias a sus ternuras, a sus alegrías y a sus temores, la flor más humilde al florecer, puede inspirarme ideas que, a menudo se muestran demasiado profundas para las lágrimas.”<\/em><\/p>\n “Estoy entre rejas en húmeda celda. Criada en cautiverio, un águila joven, mi triste compaña, batiendo sus alas, junto a la ventana su pitanza pica. La pica, la arroja, mira la ventana, como si pensara lo mismo que yo.<\/em><\/p>\n Sus ojos me llaman y su griterío, y proferir quiere: ¡Alcemos el vuelo! ¡Tú y yo somos libres como el viento, hermana! Huyamos, es hora, do blanquea entre nubes la montaña y brilla de azul la marina, donde paseemos sólo el viento. ..¡y yo!”<\/em><\/p>\n “He experimentado lo peor, lo peor que el mundo puede forjar, aquello que urde la vida indiferente, perturbando en un susurro la oración de los moribundos. He contemplado la totalidad, desgarrando en mi corazón el interés por la vida, para ser disuelto y alejado de mis esperanzas, nada resta ahora. ¿Por qué vivir entonces?<\/em><\/p>\n Aquel rehén, que el mundo mantiene cautivo, otorgando la promesa de que aún vivo, aquella esperanza de mujer, la pura fe en su amor inmóvil, que celebró en mí su tregua. Con la tiranía del amor, se han ido. ¿Hacia dónde? ¿Qué puedo responder? ¡Se han ido! ¡Debería romper el infame pacto, este vínculo de sangre que me ata a mí mismo! En silencio lo he de hacer.”<\/em><\/p>\n “Ven, camina conmigo, sólo tú has bendecido alma inmortal. Solíamos amar la noche invernal, vagar por la nieve sin testigos. ¿Volveremos a esos viejos placeres?\nLas nubes oscuras se precipitan ensombreciendo las montañas igual que hace muchos años, hasta morir sobre el salvaje horizonte en gigantescos bloques apilados; mientras la luz de la luna se apresura como una sonrisa furtiva, nocturna.<\/em><\/p>\n Ven, camina conmigo; no hace mucho existíamos pero la Muerte ha robado nuestra compañía -Como el amanecer se roba el rocío-. Una a una llevó las gotas al vacío hasta que sólo quedaron dos; pero aún destellan mis sentimientos pues en ti permanecen fijos. No reclames mi presencia, ¿puede el amor humano ser tan verdadero? ¿puede la flor de la amistad morir primero y revivir luego de muchos años?<\/em><\/p>\n No, aunque con lágrimas sean bañados, los túmulos cubren su tallo, la savia vital se ha desvanecido y el verde ya no volverá. Más seguro que el horror final, inevitable como las estancias subterráneas donde habitan los muertos y sus razone. El tiempo, implacable, separa todos los corazones.”<\/em><\/p>\n “Cuando las suaves voces mueren, su música aún vibra en la memoria; cuando las dulces violetas enferman, su fragancia se prolonga en los sentidos. Las hojas del rosal, cuando la rosa muere, se apilan para el lecho del amante; y así en tus pensamientos, cuando te hayas ido, el amor mismo dormirá.”<\/em><\/p>\n *“No digáis que, agotado su tesoro, de asuntos falta, enmudeció la lira; podrá no haber poetas; pero siempre habrá poesía. Mientras las ondas de la luz al beso palpiten encendidas, mientras el sol las desgarradas nubes de fuego y oro vista, mientras el aire en su regazo lleve perfumes y armonías,mientras haya en el mundo primavera, ¡habrá poesía!<\/p>\n Mientras la ciencia a descubrir no alcance las fuentes de la vida, y en el mar o en el cielo haya un abismo que al cálculo resista, mientras la humanidad siempre avanzando no sepa a dó camina, mientras haya un misterio para el hombre, ¡habrá poesía!<\/em><\/p>\n Mientras se sienta que se ríe el alma, sin que los labios rían; mientras se llore, sin que el llanto acuda a nublar la pupila; mientras el corazón y la cabeza batallando prosigan, mientras haya esperanzas y recuerdos, ¡habrá poesía!<\/em><\/p>\n Mientras haya unos ojos que reflejen los ojos que los miran, mientras responda el labio suspirando al labio que suspira, mientras sentirse puedan en un beso dos almas confundidas,mientras exista una mujer hermosa, ¡habrá poesía!”<\/em><\/p>\n “Alma que vas huyendo de ti misma, ¿qué buscas, insensata, en las demás? Si secó en ti la fuente del consuelo, secas todas las fuentes has de hallar. ¡Que hay en el cielo estrellas todavía, y hay en la tierra flores perfumadas! ¡Sí!... Mas no son ya aquellas que tú amaste y te amaron, desdichada.”<\/em><\/p>\n “Dime, amiga, la causa de este ardiente, puro, inmortal anhelo que hay en mí: suspenderme a tu labio eternamente, y abismarme en tu ser, y el grato ambiente de tu alma inmaculada recibir. En tiempo que pasó, tiempo distinto, ¿no era de un solo ser nuestro existir? ¿acaso el foco de un planeta extinto dio nido a nuestro amor en su recinto en días que vimos para siempre huir?<\/em><\/p>\n ¿Tú también como yo? Sí, tú has sentido en el pecho el dulcísimo latido con que anuncia su fuego la pasión: amémonos los dos, y pronto el vuelo alzaremos felices a ese cielo en que otra vez seremos como Dios.”<\/em><\/p>\n “Cuando cifras y figuras dejen de ser las claves de toda criatura, cuando aquellos que al cantar o besarse sepan más que los sabios más profundos, cuando vuelva al mundo la libertad de nuevo, vuelva el mundo a ser mundo otra vez, cuando al fin las luces y las sombras se fundan y juntas se conviertan en claridad perfecta, cuando en versos y en cuentos estén los verdaderos relatos del mundo, entonces una sola palabra secreta desterrará las discordancias de la Tierra entera”<\/em><\/p>\n “Aunque a veces la carga es pesada, el carro avanza ligero; el intrépido cochero, el canoso tiempo, no se baja del pescante. Nos acomodamos por la mañana en el carro, alegres de partirnos la cabeza, y, despreciando el placer y la pereza, gritamos: ¡Adelante! A mediodía se ha esfumado ya el arrojo; trastornados por la fatiga y aterrados por las pendientes y los barrancos, gritamos: ¡Más despacio, loco!. El carro sigue su marcha; ya a la tarde, a su carrera acostumbrados, soñolientos, buscamos posada para la noche, mientras el tiempo azuza a los caballos.”<\/em><\/p>\n “¡Despierta, despierta, mi pequeño! Tú eras la única alegría de tu madre; ¿Por qué lloras en tu sueño tranquilo? ¡Despierta! Tu padre te protege. ‘Oh, ¿qué tierra es la Tierra de los Sueños? ¿Cuáles son sus montañas, y cuáles sus ríos?<\/em><\/p>\n ¡Oh padre! Allí vi a mi madre, entre los lirios junto a las bellas aguas. ‘Entre los corderos, vestida de blanco, caminaba con su Thomas en dulce deleite. Lloré de alegría, como una paloma me lamento; ¡Oh! ¿Cuándo volveré allí?<\/em><\/p>\n Querido hijo, también yo junto a ríos placenteros he caminado la noche entera en la Tierra de los Sueños; pero por serenas y cálidas que fuesen las anchas aguas, no pude llegar hasta la otra orilla.‘¡Padre, oh padre! ¿Qué hacemos aquí en esta tierra de incredulidad y temor? La Tierra de los Sueños es mucho mejor, allá lejos, por sobre la luz del lucero del alba’.”<\/em><\/p>\n “¡Deja que adiós te diga con los ojos, ya que a decirlo niéganse mis labios! ¡La despedida es una cosa seria aun para un hombre, como yo, templado! Triste en el trance se nos hace, incluso del amor la más dulce y tierna prueba; frío se me antoja el beso de tu boca, floja tu mano, que la mía estrecha.<\/em><\/p>\n ¡La caricia más leve, en otro tiempo furtiva y volandera, me encantaba! Era algo así cual la precoz violeta, que en marzo en los jardines arrancaba. Ya no más cortaré fragantes rosas para con ellas coronar tu frente. Frances, es primavera, pero otoño para mí, por desgracia, será siempre”<\/em><\/p>\n “Son mi ley vuestros antojos e Infierno vuestros rigores, ojos negros soñadores más queridos que mis ojos. Ojos que me prometéis, cuando me miráis vencido, lo que jamás es cumplido, ¿perder mi amor no teméis? Soñé que os encontraría y os hallé para perderos, ojos que negáis severos lo que implora el alma mía.<\/em><\/p>\n Bajo sus luengas pestañas vuestra luz sorprendí en vano, ¡Bellas noches de verano de mis nativas montañas! Ojos que me prometéis, cuando me miráis vencido, lo que jamás es cumplido, ¿Perder mi amor no teméis?”<\/em><\/p>\n Graduado en Psicología con mención en Psicología Clínica por la Universidad de Barcelona. Máster en Psicopedagogía con especialización en Orientación en Educación Secundaria. Cursando el Máster en Psicología General Sanitaria por la UB.<\/p>\n"},"mainEntityOfPage":{"@type":"WebPage","url":"https:\/\/psicologiaymente.com\/cultura\/poemas-del-romanticismo"},"publisher":{"@type":"Organization","@id":"pymOrganization"}}\n
7. Negra sombra (Rosalía de Castro)<\/h3>\n
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8. ¡La encontré! (Johann Wolfgang Von Goethe)<\/h3>\n
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9. Rima XIII (Gustavo Adolfo Bécquer)<\/h3>\n
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10. Oda al ruiseñor (John Keats)<\/h3>\n
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11. Una vez tuve un clavo (Rosalía de Castro)<\/h3>\n
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12. Cuando por fin se encuentra dos almas (Víctor Hugo)<\/h3>\n
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13. Acuérdate de mí (Lord Byron)<\/h3>\n
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14. Un sueño (William Blake)<\/h3>\n
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15. Canción del pirata (José de Espronceda)<\/h3>\n
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16. Conócete a tí mismo (Georg Philipp Friedrich von Hardenberg)<\/h3>\n
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17. A la soledad (John Keats)<\/h3>\n
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18. ¿Por qué, mariposilla? (Mariano José de Larra)<\/h3>\n
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19. Fresca, lozana, pura y olorosa (José de Espronceda)<\/h3>\n
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20. A la estrella nocturna (William Blake)<\/h3>\n
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21. La retama (Giacomo Leopardi)<\/h3>\n
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22. Filosofía del amor (Percy Bysshe Shelley)<\/h3>\n
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23. Oda a la inmortalidad (William Wordsworth)<\/h3>\n
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24. El prisionero (Aleksandr Pushkin)<\/h3>\n
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25. Desesperación (Samuel Taylor Coleridge)<\/h3>\n
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26. Ven, camina conmigo (Emily Brönte)<\/h3>\n
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27. Cuando las suaves voces mueren (Percy Bysshe Shelley)<\/h3>\n
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28. Rima IV (Gustavo Adolfo Bécquer)<\/h3>\n
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29. Alma que vas huyendo de ti misma (Rosalía de Castro)<\/h3>\n
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30. Reminiscencia inmortal (Friedrich Schiller)<\/h3>\n
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31. Cuando cifras y figuras… (Georg Philipp Friedrich von Hardenberg)<\/h3>\n
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32. El carro de la vida (Aleksandr Pushkin)<\/h3>\n
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33. El país de los sueños (William Blake)<\/h3>\n
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34. La despedida (Johann Wolfgang Von Goethe)<\/h3>\n
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35. Tus ojos (Jorge Isaacs)<\/h3>\n
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Los 35 mejores Poemas del Romanticismo (de grandes autores)
Repasamos los mejores versos de Bécquer, Lord Byron, Rosalía de Castro, Espronceda y muchos más.