En 1925 se publicaba en Nueva York una obra que estaba destinada a ser el punto de partida de todo un movimiento: el denominado Renacimiento de Harlem. El libro en cuestión había sido escrito por Alain LeRoy Locke (1885-1954), escritor, profesor de filosofía y defensor de un nuevo modelo de afroamericano, libre de las ataduras y los prejuicios de la sociedad blanca.
De hecho, el Renacimiento de Harlem se llamó originalmente New Negro Movement, reivindicando de esta forma el nuevo sentir de la comunidad afroamericana de Nueva York. A partir de aquí, el panorama cultural de Harlem sufrió una efervescencia sin precedentes: teatro, literatura, artes plásticas... El Renacimiento de Harlem fue, pues, una renovación total de la expresión artística e intelectual de los ciudadanos afroamericanos.
Hoy hablamos de este movimiento de principios de siglo XX, de cuáles fueron sus características y sus protagonistas principales y de cómo cambió la forma de pensar de la comunidad afroamericana neoyorquina y, por extensión, de gran parte de los Estados Unidos.
El Renacimiento de Harlem o el New Negro Movement
A principios del siglo XX, la sociedad americana estaba cambiando. Después de la emancipación de los esclavos a mediados del siglo anterior, la comunidad afroamericana del norte de Estados Unidos adquiría cada vez más conciencia de su identidad cultural y de la necesidad de liberarse por completo de las cadenas que les imponía la sociedad blanca.
Si bien el movimiento ya se apuntaba en la década de 1910, su punto de partida definitivo fue la publicación, en 1925, de la obra The New Negro: An Interpretation of Negro Life (El nuevo negro: una interpretación de la vida de los negros). Su autor era Alain LeRoy Locke, un famoso profesor universitario que se alzaba, así, en portavoz de este nuevo movimiento.
Pero ¿qué reivindicaba el New Negro Movement? Principalmente, la emancipación absoluta de la comunidad afroamericana que, si bien hacía ya décadas que no era esclava, sí que seguía escondida detrás de los logros de sus compañeros blancos. El "new negro" que promovía Locke era, pues, una persona consciente de sus raíces pero con la mirada puesta en el futuro.
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Harlem: el dinámico barrio neoyorquino epicentro del movimiento
Harlem es un barrio de Manhattan, en la ciudad de Nueva York. Para comprender por qué se convirtió en el epicentro del movimiento de renovación impulsado por Locke, debemos rastrear en su pasado: desde el siglo anterior, el barrio había recibido a los inmigrantes afroamericanos procedentes de otras partes de Estados Unidos.
Paulatinamente, se fue creando una pujante clase media negra, que incluía a intelectuales y artistas que cada vez tenían más presente la necesidad de impulsar una cultura afroamericana auténtica. De esta forma, todos estos intelectuales tuvieron una enorme importancia en las luchas por los derechos civiles que eclosionarían en las décadas de 1950 y 1960.
La efervescencia cultural ya empezó a notarse en la década de 1910, cuando se estrenaron diversas obras de teatro que, a pesar de tener como autor a un hombre blanco (Ridgely Torrence) eran interpretadas por actores negros y promovían un prototipo de afroamericano alejado de los tópicos raciales. Entre estas obras destacan The Rider of Dreams y Simon the Cyrenian.
Algunos de los protagonistas
En 1917, Hubert Harrison (1883-1927), apodado "el padre del radicalismo de Harlem", fundó un periódico crucial, The Voice, que pretendía dar voz (de ahí su nombre) a los ideales del New Negro. Desde su periódico, Harrison no solo reivindicaba temas políticos y sociales, sino que alentaba las artes desde el apartado literario de la publicación, Poesía para el pueblo.
Harrison fue un activista social que arremetió contra muchas de las ideas que se iban imponiendo; entre ellas, la de que lo que estaba ocurriendo en Harlem era un "renacimiento". Según él, la comunidad afroamericana ya venía creando desde mediados del siglo XIX. A finales de la década, en 1919, el poeta de origen jamaicano Claude McKay (1889-1948) marcó un hito con la publicación de su poema If We Must Die (Si debemos morir), donde cuestionaba los prejuicios raciales y los disturbios (e incluso linchamientos) que todavía se daban por todo Estados Unidos.
Por otro lado, Langston Hughes (1902-1967) fue el gran impulsor del orgullo racial. Su poesía, una de las grandísimas aportaciones del Renacimiento de Harlem, incorporaba los denominados ritmos sincopados, que plasmaban la cadencia del jazz en la lírica, en lo que se llamó jazz poetry. Hugues era comunista radical, y su ideología política le llevó a tener ciertas discrepancias con otros miembros del movimiento, en especial con la también poetisa y antropóloga Zora Neale Hurston (1891-1960).
Neale Hurston fue una de las mujeres afroamericanas implicadas desde muy pronto en el New Negro Movement. Sus relatos están impregnados de sus recuerdos del folklore de su ciuda natal, Eatonville, en Florida, que sus estudios de antropología incentivaron. Así, Zora Neale Hurston fue una de las autoras que más hizo por recuperar y mantener la tradición de las comunidades afroamericanas. Otra de las grandes mujeres del Renacimiento de Harlem fue Jessie Redmon Fauset (1882-1961), poetisa, novelista y editora influyente.
El Renacimiento de Harlem y los derechos civiles
No se puede negar la relación estrecha que existe entre el Renacimiento de Harlem y el movimiento por los derechos civiles. Primero, porque el mismo New Negro Movement era una reivindicación de la esencia de la comunidad afroamericana, un grito en el silencio que parecía decir: “Aquí estamos, y con orgullo”. Y, segundo, porque el movimiento sentó las bases de la lucha que, décadas después, inundaría Estados Unidos.
No podía ser de otra manera. La idea de este "nuevo negro" que pregonaba Alain Locke en 1925 caló hondo en los jóvenes afroamericanos de principios del siglo XX. Se trataba de un autodescubrimiento, de una reivindicación de la propia identidad racial y cultural, que, por supuesto, se daba la mano con la reivindicación social. La Gran Depresión de 1929 quitó fuerza al movimiento, pero la ideología de los intelectuales de Harlem siguió en la lucha de activistas posteriores, como Martin Luther King.


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