Las personas más extravertidas saben que, a la hora de relacionarse con los demás, en la mayoría de las ocasiones lo de menos es tener un tema de conversación planeado. Es más; en ocasiones, el simple hecho de intentar ceñirse a un guión hace que el diálogo no sea del todo fluido, y que se trabe por culpa de un montón de silencios incómodos.
Sin embargo, para la mayoría de la gente el hecho de conversar sin tener un mensaje definido en mente es algo extraño, difícil de llevar a cabo. Puede que visto desde cierta perspectiva pueda resultar poco interesante interactuar así, pero en otras ocasiones resulta un recurso muy preciado: iniciar conversaciones fácilmente tiene muchas ventajas en ciertos contextos. En este artículo repasaremos una serie de consejos sobre cómo empezar una conversación sin tener un tema concreto.
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Cómo iniciar una conversación sin tema
Hay que tener en cuenta que, cuando nos ponemos a pensar en lo que es una conversación, tendemos a no pensar exactamente en los diálogos reales que se producen en nuestro día a día. En cambio, pensamos más bien en diálogos de guión o de novela, intercambios de opibiones que tienen como objetivo, en la mayoría de las ocasiones, crear un relato claro de lo que está ocurriendo, mostrar intercambios de ideas que resultan coherentes.
Pero en la vida real, la mayoría de conversaciones están llenos de imperfecciones. Por ejemplo, hay expresiones redundantes, vueltas en círculo, y muchos, muchos cambios de tema. Esto no tiene por qué ser malo; es un reflejo del carácter dinámico de la mente humana, y de hecho, cuando ocurren, no solemos reparar en esas imperfecciones.
Pues bien; a la hora de iniciar una conversación sin tener un tema definido preparado, podemos explotar este principio sobre el que se fundamentan la mayoría de conversaciones. No importa tanto el contenido como la forma. Veamos cómo hacerlo.
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1. No temas hacer el ridículo
El hecho de que no sea necesario tener un tema de conversación para empezar a hablar con alguien no hace que la primera impresión tenga poca importancia. Por eso, hagas lo que hagas debes hacer algo que no te haga parecer vulnerable o que te haga sentir presa del sentimiento del ridículo. Cualquier acción, por muy estrambótica que sea, tiene muchas posibilidades de no parecerlo si queda claro que estás haciendo justo lo que quieres hacer.
Eso sí, debes tener claro que empezar una conversación sin haber planeado un tema es siempre, en mayor o menor medida, un reto, por lo que te exigirá salir de la zona de confort. Quien hable sobre un tema del que sepa mucho, se sentirá seguro, pero lanzarse de lleno a hablar cambiando de temas, deberá fluir con la conversación, y eso exige adaptarse.
2. Habla sobre una referencia compartida
Para empezar una conversación con alguien a quien conoces poco o nada, es bueno apuntar a un tema vinculado a un hecho que ambos podáis conocer. Si hablas sobre una película, no sabrás si la otra persona captará la referencia, pero si hablas sobre algo que está cerca, sí.
Por ejemplo, puedes hacer un comentario sobre un elemento visual que te haya llamado la atención. Este comentario, siempre que no resulte grosero, es un buen comienzo, ya que a pesar de que queda claro que no será la columna vertebral de la conversación (no da para hablar tanto) parte de algo que emisor y receptor pueden advertir, suponiendo que estén en el mismo espacio o viendo lo mismo.
3. Haz preguntas sencillas
Para que no sea un monólogo, formula preguntas sencillas, que hagan referencia a vivencias, por ejemplo. De esta manera se abrirá ante vosotros un abanico de diferentes temas que podéis elegir dependiendo de lo interesantes que resulten.
4. Hablar de lo cotidiano no es pecado
No hay nada malo en hablar sobre los pequeños detalles del día a día. Por ejemplo, la impresión que nos da cierto barrio, el tipo de comida que nos gusta… Al final, si toda conversación tratase sobre temas muy abstractos, la vida sería algo muy aburrido. Además, hablar sobre esto hace muy fácil ir cambiando de tema y crear historias con las que la otra persona se pueda identificar.
5. Adáptate a su lenguaje no verbal
Este es un pequeño truco que te ayudará a que la otra persona se sienta más cómoda. Parte de la referencia del lenguaje no verbal que expresa, e imítalo. Si ves que es uno que expresa una actitud a la defensiva, imítalo pero llevándolo hacia otro similar que sea menos tenso, menos hostil. De manera inconsciente, también te imitará, hasta que ambos estéis en una postura y un estilo de lenguaje no verbal mucho más relajado.
6. Entrena
Nada de esto tendrá sentido si asumes que leyendo una serie de indicaciones ya habrás aprendido a hacerlo. Toma esas ideas como referencia, y llévalas a cabo en tu día a día. La repetición crea la habilidad.