Hay personas que, independientemente de cuánto les guste hablar, tienen problemas a la hora de darse a entender cuando lo hacen.
A mucha gente la facilidad para expresarse les sale de manera espontánea y natural, mientras que para otras es algo un poco más complejo, una tarea que requiere de un mayor grado de concentración y control voluntario del habla y del mensaje que se transmite. Es normal, cada individuo tiene sus fortalezas y sus imperfecciones. En este artículo nos centraremos justamente en las dificultades a la hora de comunicarse verbalmente. ¿Cómo hablar claramente y que se te entienda?
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Los problemas de expresión en el uso del lenguaje
El lenguaje nos vuelve capaces de describir casi cualquier fenómeno real o imaginado y que otras personas sean capaces de comprender el significado de lo que decimos. Suena normal y corriente, pero en realidad es extraordinario: básicamente, somos capaces de transmitir información muy precisa y, además, introducir “imágenes mentales” o ideas en la mente de la persona que escucha, el interlocutor.
Lo que hace que esta habilidad sea única es que podemos adaptar nuestras palabras, nuestras frases y nuestro discurso en general a las circunstancias, teniendo en cuenta no solo el contenido de lo que queremos decir sino también el modo en el que el contexto puede modificar u otorgar significado de lo dicho. Puede decirse que todos los mensajes hablados o escritos que emitimos son únicos, porque los contextos en los que son creados también lo son.
Sin embargo, esta naturaleza adaptativa, dinámica y fluida del lenguaje hace que también sea relativamente fácil que se creen confusiones y malinterpretaciones.
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Consejos sobre cómo hablar claramente y que se te entienda
Todos caemos alguna vez en un error a la hora de expresarnos o a la hora de interpretar lo que leemos o escuchamos, y estos errores son, hasta cierto punto, compartidos por el emisor y por el receptor (menos en el caso de que se nos intente engañar, claro).
En todo caso, hay quien es especialmente propenso a generar, involuntariamente, mensajes difíciles de interpretar que normalmente causan incomprensión. Los siguientes consejos para hablar claramente pueden ayudar a mejorar en este aspecto, pues el uso de lenguaje es algo aprendido y modificable mediante el entrenamiento adecuado.
Eso sí, esta serie de consejos están orientados a ayudar en el aspecto psicológico y comportamental de la educación. Si la base del problema está en una alteración orgánica de las partes del cuerpo encargadas de articular el habla, ya estén basadas en músculos, huesos o en áreas concretas del sistema nervioso (cerebro incluido, claro). En ese tipo de casos la mejor solución posible pasa obligatoriamente por el médico y en las pautas que desde ese ámbito te den como paciente.
1. Habla más lentamente
Este primer paso no solo es en sí un consejo que te ayudará a hablar de un modo más claro; también te hará más fácil la tarea de seguir el resto de consejos. Consiste no tanto en colocar pausas aquí y allá en tu discurso, sino en enlentecer en general tu manera de hablar, es decir, que debería afectar a todas las palabras que pronuncias, hasta cierto punto. Haz pruebas en casa para asegurarte de que no llegas a un nivel de enlentecimiento que resulte artificial. Piensa que la clave es la constancia. Intentarlo una sola vez o dejar que pase mucho tiempo entre las sesiones no servirá de mucho.
Piensa que disminuir la velocidad del habla no tiene por qué ser algo malo desde la perspectiva de quienes te escuchan. Hay personas que casi siempre hablan de una manera relativamente lenta y, si bien en algunos contextos puede llamar un poco la atención, en otros resulta incluso positivo, porque si es un recurso bien aprovechado añade importancia a lo que se dice y da una cierta autoridad.
En cualquier caso, esta paso no tiene por qué marcar indefinidamente tu manera de hablar, sino que como ya hemos comentado, es más bien una ayuda para facilitar la familiarización con el resto de consejos.
2. Evita las referencias extrañas
Muchas veces, los problemas de comunicación llegan porque para expresarnos utilizamos referencias desconocidas para la otra persona. Esto pasa especialmente cuando se habla con personas que no pertenecen a nuestro círculo social más cercano o que bien tienen un bagaje cultural muy diferente al nuestro.
El problema principal es que en estas situaciones la referencia a un libro o a una película, por ejemplo, ni siquiera tienen por qué ser entendidos como tales. De esta manera se crean situaciones muy confusas en las que la otra persona no sabe exactamente qué se le ha dicho, ni cómo responder, dado que carece de pistas para interpretar nuestras intenciones al decir eso, o incluso si hemos dicho lo que queríamos o hemos tenido una confusión de palabras.
Por consiguiente, es recomendable guiarnos por la información que tenemos acerca de nuestro interlocutor o interlocutora para estimar más o menos de qué ámbitos culturales tiene más o menos conocimientos y, a partir de ahí, utilizar referencias, pues no deberíamos renunciar a utilizar este recurso en nuestras conversaciones (dado que enriquecen los diálogos y los vuelven estimulantes).
Eso sí, en cualquier caso, hay que prestar atención para, justo después de utilizarlas , ver por la expresión de la otra persona si han sido entendidas o no y, en caso negativo, clarificar lo que se quería decir.
3. Revisa si proyectas bien la voz
En algunos casos, el problema a la hora de expresarse tiene que ver simplemente porque se habla muy bajo, y el resto casi no nos escuchan. Esto puede ser por varias razones, pero la más común es la timidez. Quienes son muy tímidos y se preocupan por lo que el resto de gente pueda pensar sobre ellas, tratan de “enmascarar” su habla para que los posibles errores pasen desapercibidos… al precio de que todo lo que digan pase desapercibido.
En este caso, es bueno tanto combinar ejercicios de proyección de voz frente a un espejo, como trabajar la parte más psicológica de la timidez, ya sea a solas o con la ayuda de psicólogos.
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4. Practica la pronunciación
Este consejo es sencillo y complicado a la vez. Si quieres hablar claramente, tendrás que interiorizar el patrón de movimientos musculares que te lleva a articular bien las palabras, sin errores. Para eso no hay otro remedio que practicar, pero poniendo atención a los errores y, en vez de avergonzarse de ellos, tomárselos como un reto y volver a repetir lo dicho, esa vez correctamente.
Con el tiempo, el hábito de prestar atención a lo que se dice hace más fácil prevenir estos errores antes de que los cometas pronunciando sonidos que no tocan o cambiando palabras.
5. …o busca ayuda
En caso de que este tipo de problemas se compliquen mucho, merece la pena que acudas a la consulta de logopedas o profesionales formados en el ámbito de este tipo de entrenamientos, sui bien cada uno te ofrecerá diferentes garantías a partir de su experiencia formativa. Elige dependiendo del tipo de problema que hayas detectado al expresarte: no es lo mismo tener problemas de pronunciación que en la relativa desorganización de lo que se dice.
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