La poesía es, probablemente, el género literario más antiguo. Tenemos claros ejemplos de poesía en la Biblia (el Cantar de los Cantares y los Salmos, por ejemplo), en la poesía clásica griega, en las civilizaciones del valle del Indo y en la lejana China.
Por otro lado, la poesía es un concepto muy extenso que abarca varios subtipos, dependiendo de la información que transmite y del carácter de dicha transmisión. En este artículo daremos un breve repaso a los diferentes tipos de poesía que existen y hablaremos de cómo diferenciar cada uno de ellos con ejemplos famosos del mundo de la literatura.
Los tipos de poesía y sus características
La poesía, género subjetivo por excelencia, ha permitido al ser humano expresar sus más íntimas emociones y sus pensamientos más ocultos a través de esta forma de arte.
Tradicionalmente, se ha clasificado la poesía en tres subgéneros, a saber: la poesía lírica, la poesía épica y la poesía dramática, a la que algunos autores incluyen algunos más, como la poesía coral o la poesía bucólica. De hecho, como todo lo relacionado con la expresión humana, es difícil establecer unos límites claros, por lo que la división puede alargarse prácticamente hasta el infinito.
En este artículo nos centraremos en los tres subgéneros clásicos que, a su vez, pueden expresarse a través de composiciones con características propias. Veámoslo.
1. La poesía lírica
Probablemente sea el subgénero poético más antiguo. La poesía lírica recibe su nombre de la lira, el instrumento con el que, en la Antigua Grecia, se acompañaba al declamador. La poesía lírica se caracteriza por contener un elevado subjetivismo, que se expresa a través de figuras retóricas y otros recursos literarios, cuyo objetivo es potenciar el mensaje personal del poeta.
Por ello, lo más común es que la lírica se exprese en primera persona: es el declamador el que está manifestando su mundo interior, sus deseos y sus sentimientos más íntimos. Generalmente, se puede distinguir al sujeto, es decir, la persona que canta sus emociones, y el objeto, que no es otra cosa que el elemento o la persona a la que va dirigido el canto.
Es usual que la poesía lírica tenga contenido amoroso, pero también nos puede hablar de sentimientos patrióticos, de añoranza de un lugar o un tiempo concreto o de lo que siente el poeta en ese mismo instante.
Las composiciones tradicionales para expresar la lírica son, básicamente, cuatro: el soneto, la oda, la elegía y el epigrama. Vamos a ver en qué consiste cada uno de ellos y lo ilustraremos con algunos ejemplos.
1.1. El soneto
El soneto nació en Europa hacia el siglo XIII y su popularidad se extendió hasta el siglo XVII. Consta de catorce versos de arte mayor, es decir, de más de ocho sílabas (generalmente, endecasílabos), y sus estrofas se agrupan en dos cuartetos y dos tercetos.
He aquí un ejemplo de soneto del gran Garcilaso de la Vega (1499-1536);se trata de su famoso Soneto XXIII:
En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena;
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre.
1.2. La oda
Otro tipo de composición lírica es la oda, que generalmente está destinada a alabar las cualidades de un personaje, una idea, una hazaña, etc. Su tono es elevado y reflexivo.
He aquí un ejemplo de oda, en este caso, del poeta alemán Friedrich Schiller (1759-1805); un fragmento de su conocida Oda a la alegría, musicalizada por Beethoven en su 9ª sinfonía.
¡Oh amigos, dejemos esos tonos!
¡Entonemos cantos más agradables
y llenos de alegría!
¡Alegría, hermoso destello de los dioses,
hija del Elíseo!
Ebrios de entusiasmo entramos,
diosa celestial, en tu santuario.
Tu hechizo une de nuevo
lo que la acerba costumbre había separado;
todos los hombres vuelven a ser hermanos
allí donde tu suave ala se posa.
1.3. La elegía
En cuanto a la elegía, se caracteriza por contener un carácter eminentemente triste. En la elegía, el poeta expresa la tristeza o la nostalgia que experimenta al evocar algo, generalmente una persona que ha fallecido o que está ausente.
Imprescindible es reseñar aquí un fragmento de la Elegía a Ramón Sijé, que el poeta levantino Miguel Hernández escribió en honor a su mejor amigo, fallecido a los veintidós años:
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
1.4. El epigrama
Finalmente, dentro del subgénero de la poesía lírica o subjetiva tenemos el epigrama, un tipo de composición poco conocida pero bastante utilizada, sobre todo en época clásica.
El epigrama nació como una especie de epitafio, que los antiguos griegos cincelaban sobre tumbas o estatuas en recuerdo del personaje en cuestión. Paulatinamente, el epigrama (del griego “escribir encima”) fue ampliando su campo de acción, y ya en la Edad Media lo encontramos como forma de poesía muy breve, incisiva y contundente. He aquí un epigrama de Fray Luis de León (1527-1591), un epitafio al príncipe don Carlos:
Aquí yacen de Carlos los despojos:
la parte principal volvióse al cielo,
con ella fue el valor; quedóle al suelo
miedo en el corazón, llanto en los ojos.
2. La poesía épica
La poesía épica describe hazañas de personajes famosos, que pueden ser tanto verdaderas como de carácter legendario. Usualmente son poemas muy extensos, y pueden clasificarse en cantares de gesta y epopeyas, aunque ambas tienen características muy similares, como veremos a continuación.
2.1. La epopeya
La epopeya es un relato épico que se transmite de forma oral y que, por tanto, no tiene una forma definitiva a no ser que se plasme más tarde por escrito. Este es el caso de epopeyas famosas como la Ilíada y la Odisea, de Homero, o el Mahabharata hindú. La epopeya más antigua conocida es, sin embargo, el poema o la epopeya de Gilgamesh, redactado en el III milenio a.C. en la antigua Mesopotamia a partir de relatos orales.
El poema narra las aventuras del héroe sumerio Gilgamesh y su peregrinación en busca del significado de la muerte. Aquí te ofrecemos un fragmento de esta epopeya primigenia (versión de Federico Lara Peinado):
Las lágrimas corren por la cara de Gilgamesh
(al tiempo que dice):
-"(Voy a recorrer) un camino
por el que nunca he andado.
(Voy a emprender un viaje)
desconocido para mí.
[...] Debiera estar contento,
con el corazón gozoso [...].
(Si triunfo te haré sentar en) un trono."
Ellos le trajeron su armadura,
[...] poderosas espadas,
el arco y el carcaj,
y se lo pusieron en sus manos.
Él cogió las azuelas,
[...] su temblor,
(el arco) de Anshan;
puso la espada en su cinturón.
Podían comenzar el viaje.
2.2. El cantar de gesta
¿Qué diferencia, entonces, a la epopeya del cantar de gesta? Ambos hablan de las hazañas de héroes y personajes a caballo entre la realidad y la leyenda. ¿Cómo diferenciarlos?
La principal diferencia es que los cantares de gesta surgieron durante los siglos de la Edad Media europea y, generalmente, los hechos que narran pueden situarse en un momento histórico concreto (a diferencia de la epopeya, que mezcla a dioses y hombres en un tiempo remoto). Más aún; en el caso del cantar de gesta, el lenguaje usado suele ser ligero y fácil, puesto que eran los juglares los encargados de cantar estas proezas en pueblos, caminos y ciudades.
El ejemplo de cantar de gesta por excelencia en lengua castellana es, por supuesto, el Cantar de Mío Cid, de autor anónimo y que narra las aventuras de Rodrigo Díaz de Vivar, un caballero castellano del siglo XI. Aquí recogemos un fragmento, correspondiente al primero de los cantos del poema, el llamado Cantar del Destierro:
De los sus ojos tan fuertemente llorando,
Tornaba la cabeza y estábalos catando.
Vio puertas abiertas y postigos sin candados,
Alcándaras vacías, sin pieles y sin mantos,
Y sin halcones y sin azores mudados.
Suspiró mío Cid pues tenía muy grandes cuidados.
Habló mío Cid, bien y tan mesurado:
-¡Gracias a ti, señor padre, que estás en alto!
-¡Esto me han vuelto mis enemigos malos!
3. La poesía dramática
Está principalmente relacionada con el teatro, pues en la poesía dramática se incluyen los parlamentos de los diferentes personajes.
Encontramos abundantes ejemplos en la obra de Lope de Vega (1562-1635), el gran dramaturgo del Siglo de Oro español; he aquí un fragmento de la escena III, acto segundo, de su obra La dama boba (1613):
NISE: ¿Parécete poco un mes?
Yo te disculpo, no hables;
que la Luna está en el cielo
sin intereses mortales,
y en un mes, y aun algo menos,
está creciente y menguante.
Tú en la tierra, y de Madrid,
donde hay tantos vendavales
de intereses en los hombres,
no fue milagro mudarte.
Dile, Celia, lo que has visto.
CELIA: Ya, Laurencio, no te espantes
de que Nise, mi señora,
de esta manera te trate:
yo sé que has dicho a Finea
requiebros...
LAURENCIO: ¡Que me levantes,
Celia, tales testimonios!...
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