Los 5 tropos de Agripa: ¿cuáles son y qué significan?

Te contamos en qué consisten los conocidos como “los 5 caminos de la duda”.

Los 5 tropos de Agripa: ¿cuáles son y qué significan?

Se conocen como “los 5 tropos de Agripa”, pero, en realidad, poco o nada se sabe del Agripa al que hacen referencia. Estos “5 caminos de la duda” están estrechamente ligados a la escuela escéptica griega y aparecen en los Esbozos pirrónicos de Sexto Empírico (h. 160-210). Sin embargo, Diógenes Laercio (180-240) los atribuye a un filósofo romano de nombre Agripa, o a sus seguidores.

Pero, primero de todo ¿qué son los 5 tropos de Agripa? ¿En qué consisten? ¿Qué significan? En el siguiente artículo repasamos brevemente cuáles son estos 5 “caminos de la duda”, en qué se basa cada uno de ellos y qué papel tienen en el camino del conocimiento.

¿Qué son los 5 tropos de Agripa o los “caminos de la duda”?

Ambas denominaciones hacen referencia a los 5 principios por los cuales es imposible llegar a un conocimiento verdadero. Muy ligados a la escuela escéptica, abanderada por Pirrón de Elis (360-275 a.C.), estos cinco tropos (del griego trepo, cambiar o alterar) pretenden explicar la imposibilidad de acceder a un saber último. Para muchos, constituyen el cénit de la filosofía escéptica, puesto que plasman de forma categórica por qué los pensadores escépticos desconfiaban de la verdad última y absoluta.

El contexto: la convulsa época helenística

El denominado periodo helenístico es el último de los períodos clásicos griegos y se caracteriza por una cierta desilusión y desconfianza en el futuro, surgida tras el desmembramiento del imperio forjado por Alejandro Magno (356-323 a.C.). Las corrientes filosóficas se resquebrajan y aparecen las llamadas escuelas helenísticas: el epicureísmo, el estoicismo y el escepticismo, entre otras.

Esta última, liderada por el ya mencionado Pirrón de Elis, intentaba luchar contra el desencanto general a través de una filosofía basada en una actitud desconfiada hacia la obtención del conocimiento. Así, ante la absoluta imposibilidad de acceder a la verdad, el sabio debía abstenerse de emitir juicio alguno, desde donde se conseguía la ataraxia o paz del alma.

Los preceptos del escepticismo fueron tremendamente populares y llegaron hasta la mismísima Roma. El hecho de suspender el juicio parecía ejercer un poderoso atractivo sobre los ciudadanos; como si, de repente, aliviaran de sus hombros el peso de la responsabilidad. Sin embargo, en la época en la que Sexto Empírico escribe sus Esbozos pirrónicos (s. II d.C.), esta corriente sufría ya una profunda decadencia.

¿Quién fue el filósofo Agripa?

Ya lo hemos comentado: nada se sabe de él que no sea la mención que de su persona y obra hace Diógenes Laercio. Los expertos han considerado que, presumiblemente, los 5 tropos que menciona Sexto Empírico pudieron ser redactados por él, pero, de nuevo, no existe medio de confirmarlo.

Si el tal Agripa existió, debió haber vivido en el siglo I d.C., y pudo haber tenido ciudadanía romana. De ser así, se encontraba cronológicamente muy distante de la escuela escéptica original griega, que tuvo su esplendor durante los últimos siglos antes de nuestra era. De cualquier forma, sus 5 tropos beben directamente de los 10 tropos de Enesidemo, que pretendían, igualmente, demostrar la imposibilidad de emitir un juicio fiable. Detengámonos, pues, en cada uno de estos tropos y veamos su significado.

¿Cuáles son los 5 tropos de Agripa y qué significan?

A continuación, enumeramos estos 5 tropos o “caminos de la duda” y esbozamos brevemente qué significan.

1. Disensión o desacuerdo

El primer tropo hace referencia a las desavenencias. No es posible hallar ningún precepto sobre el que todo el mundo esté de acuerdo; siempre existen divergencias que, a menudo, se contradicen. Esto, a priori, no debería ser un impedimento para acceder a la verdad, porque el hecho de que exista un desacuerdo no implica que el acuerdo no sea posible.

2. “Ad infinitum”

O, lo que es lo mismo, “hasta el infinito”. Este tropo indica que cualquier hecho requiere ser probado, por lo que se establece una cadena infinita de comprobaciones. Si, por ejemplo, de A extraemos como conclusión B, necesitaremos probar también A, porque, de otra manera, estaríamos partiendo de un hecho improbado (por lo que B sería también improbado). Y así con un largo etcétera.

3. Relación

El tercer tropo habla de las relaciones entre las cosas, que hacen que estas mismas cosas cambien. En otras palabras, el significado de algo dependerá de sus relaciones. Además, las cosas también pueden transformarse cuando se varía la perspectiva con la que se examinan. De nuevo, es imposible hallar una conclusión definitiva.

4. Petición de principio

Ya hemos visto cómo la demostración puede alargarse ad infinitum (hasta el infinito). Entonces, la solución podría pasar por establecer el punto de partida como verdadero per se; es decir, que no requiera demostración alguna. Pero ¿podría un escéptico aceptar sin más que este principio es verdadero? ¿Por qué no establecer entonces la proposición contraria como verdadera? Nos encontramos, de nuevo, en un callejón sin salida.

5. El círculo vicioso

De acuerdo, tenemos que cada comprobación requiere, a su vez, que se demuestre el punto de donde procede. ¿Podemos entonces justificar algo por sus consecuencias? Tampoco, puesto que estas necesitan, a su vez, ser comprobadas. Se entra de esta forma en un círculo vicioso del que, de nuevo, es imposible salir.

  • Castany Prado, B. (2007) Breve historia del escepticismo. II: Época clásica, dentro de Konvergencias, Filosofía y culturas en diálogo, año V, núm. 16
  • García Peña, I. (2017), Los tropos de Agripa: sobre la refutación del fundamento de todo conocimiento, dentro de Pensamiento, vol. 73, núm. 276, Universidad de Salamanca.
  • Silvani, L. (2003), Historia de la filosofía, Ed. Optima

Periodista

Licenciada en Humanidades y Periodismo por la Universitat Internacional de Catalunya y estudiante de especialización en Cultura e Historia Medieval. Autora de numerosos relatos cortos, artículos sobre historia y arte y de una novela histórica.

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