En la historia de la filosofía, la teoría del conocimiento de Aristóteles es uno de los ingredientes intelectuales más relevantes de la construcción de la cultura occidental. De hecho, aunque nunca hayamos oído hablar sobre este sabio griego (por difícil que pueda ser esto hoy en día), sin darnos cuenta sus obras filosóficas nos están influyendo en el modo de pensar.
A continuación veremos en qué consiste la teoría del conocimiento de Aristóteles, una manera de entender el modo en el que se forma nuestra actividad intelectual.
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La teoría del conocimiento de Aristóteles
Estos son los principales elementos que estructuran la teoría del conocimiento de Aristóteles. Sin embargo, hay que tener en cuenta que en ella hay muchas lagunas explicativas, en parte porque en la época de este pensador no era costumbre desarrollar mucho los sistemas filosóficos.
1. La primacía de los sentidos
Según la teoría del conocimiento de Aristóteles, los sentidos son el punto de partida de cualquier forma de conocimiento. Eso significa que cualquier información susceptible de desencadenar actividad intelectual está contenida en los datos sensoriales “crudos” que entran a nuestro cuerpo a través de los ojos, los oídos, el olfato, etc.
En este sentido, el pensamiento aristotélico se diferencia claramente de las ideas de Platón, para quien lo que nos rodea no puede ser conocido ni puede generar actividad intelectual significativa, dado que lo material es mutable y está cambiando constantemente.
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2. La creación de conceptos
Tal y como hemos visto, el proceso de generar conocimiento empieza con estímulos sensoriales. Sin embargo, hasta esta fase, el proceso es igual a lo que según este filósofo ocurre en la mente de otras formas de vida animal. Este conocimiento es de tipo sensible, y no es exclusivo del ser humano.
El proceso de cognición propiamente humano, según la teoría del conocimiento de Aristóteles, empieza con el modo en el que elaboramos los datos sensoriales para llegar a conclusiones más abstractas que lo que hemos visto, oído, tocado, olido o saboreado. Para ello, en primer lugar el sentido común unifica las propiedades del objeto o entidad que estamos percibiendo para crear una “imagen mental” de ello gracias a nuestra capacidad imaginativa.
Así pues, aunque todo empiece con la impresión perceptiva, es necesario que esa información pase por una serie de mecanismos mentales. ¿Cómo se hace?
3. Conocer es identificar
Como Aristóteles admite que la realidad está compuesta por elementos cambiantes, para él conocer significa saber identificar qué es cada cosa. Este proceso de indentificación consiste en reconocer la causa eficiente, la formal, la material y la final. Todo esto son potencialidades que para Aristóteles residen en la materia y que permiten comprender cada cosa y en qué se transformará.
Así, la combinación entre imaginación y memoria no solo hacen que retengamos una imagen de lo que hemos experimentado mediante los sentidos, sino que nos aportan una primera pieza a partir de lo que podemos ir comprendiendo cuáles son las potencialidades de cada cosa, de qué manera es y cómo va cambiando. Por ejemplo, gracias a esto sabemos que de una semilla puede salir un árbol, y también que una parte del árbol puede ser usada para construir casas y barcos.
Así pues, a partir de las impresiones que dejan los sentidos, creamos abstracciones. Estas abstracciones no son reflejos de una realidad compuesta por ideas puras, tal y como creía Platón, sino que son representaciones de cualidades contenidas en elementos materiales que componen la realidad física.
4. La creación de universales
Paralelamente a la creación de la imagen generamos un universal de esa idea, es decir, el concepto que aplicaremos no solo a lo que hemos visto, oído, tocado y saboreado, sino también a otros hipotéticos elementos con los que no hemos entrado en contacto directo, por un lado, y otros que no habíamos visto antes, por el otro.
Para Aristóteles, el proceso por el cual a partir de las impresión se crea el universal es realizado por algo que él llama “entendimiento agente”, mientras que del reconocimiento del universal en las nuevas formas de los estímulos sensoriales es llevado a cabo por el “entendimiento paciente”.
Un legado intelectual que aún nos afecta hoy en día
Aristóteles es y ha sido uno de los filósofos griegos más recordados de la historia, y no sin razón. Las influencias de su pensamiento siguen presentes hoy en día, más de dos milenios después de su nacimiento.
¿El motivo? Junto al de Platón, su trabajo en filosofía epistemológica ha sentado la base de la cultura occidental influida por el cristianismo, que en la Edad Media articuló sus explicaciones sobre la naturaleza usando las ideas de este pensador.
Hoy en día las influencias de la Iglesia ya no son tan notorias, pero muchos elementos que fueron usados para dar forma a su doctrina sí siguen vigentes, y el pensamiento aristotélico es uno de ellos. De hecho, desde el Renacimiento, a la vez que se empezaba a poner en cuestión que el conocimiento fuese revelado por Dios, también se reforzaban los principios de Aristóteles, hasta el punto de hacer que una de las principales corrientes de la filosofía, como es el empirismo, fuese totalmente deudora de los trabajos del griego.
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