La adultez tardía, también conocida como senectud, es entendida en la cultura popular como el último periodo de nuestras vidas. Esto es cierto, pero no es solo eso, sino también es el momento en el que conseguimos nuestro merecido descanso y, bien llevada, puede ser una época de crecimiento personal y desarrollo.
En los casos en los que no se gestionan adecuadamente acontecimientos como la jubilación o el fallecimiento de un cónyuge, esta etapa puede ser sinónimo de soledad y aislamiento, así como problemas de salud física y mental.
Las diferencias de personalidad y la forma en cómo se enfrenta uno a la adultez tardía son clave, cuestión que vamos a explorar en profundidad a continuación.
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¿Qué es la adultez tardía?
La adultez tardía, conocida también como vejez, tercera edad o senectud, comienza a partir de los 60 años y termina justo cuando lo hace la vida. Se caracteriza por un declive gradual de funcionamiento de todos los sistemas corporales, con una progresiva pérdida de la fuerza y de capacidades cognitivas, además de haber más posibilidades de presentar patologías de todo tipo y trastornos neurológicos.
Se trata de una etapa un tanto controversial pues algunos teóricos la denominan directamente como “ancianidad”, caracterizada por la vejez sin más. Su punto de inicio es también tema de debate, aunque se acuerda en que comenzaría entre los 60 y 65 años y acabaría hasta el momento de la muerte.
Puesto que las personas podemos llegar a vivir bastante, habiendo casos de ancianos con 120 años, la adultez tardía puede ser el periodo más largo de la vida, aunque también cabe mencionar que en otros casos puede haber la mala suerte de fallecer relativamente pronto, con tan solo 70 años.
Es muy importante que, cuando se alcanza esta etapa, se haga todo lo posible para mantener una buena salud física y mental. Es fundamental realizar actividad física de vez en cuando, además de ser mentalmente activo y realizar actividades relajantes para no someter a demasiado estrés el organismo, un factor perjudicial para el mismo.
Además, dado que los adultos mayores corren riesgo de quedar atrapados en la soledad y son más débiles, es fundamental que se relacionen con sus pares y familiares, además de estar pendientes de ellos con frecuencia para asegurarse de que tienen todo lo que necesitan.
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Características físicas y psicológicas
Son varias las características que podemos destacar de la adultez tardía.
Características físicas
En la adultez tardía se presentan varios cambios físicos, todos ellos relacionados con el declive en el organismo. Si bien no necesariamente son sinónimo de enfermedades o problemas médicos, lo cierto es que el cuerpo durante la tercera edad es más sensible a patologías y alteraciones físicas, como dolores en las articulaciones o lesiones con mayor frecuencia.
Algunos de los cambios físicos que podemos observar en la vejez son pérdida de textura y elasticidad de la piel, adelgazamiento y encanecimiento total del cabello, pérdida de masa ósea y muscular, pérdida dental y problemas de encías, peor visión y propensión a la osteoporosis. El organismo es más frágil, incrementándose la posibilidad de desarrollar enfermedades que pueden llegar a ser crónicas, como la diabetes, el reumatismo o la artritis.
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Características psicológicas
En lo relativo a las características psicológicas, cabe mencionar que ha existido cierto debate sobre cómo están las capacidades cognitivas durante la tercera edad. Aquí la controversia es similar a la que hubo con la adultez intermedia, pues es cierto que se van perdiendo memoria, atención, concentración y fluidez en la resolución de problemas nuevos, pero también, siempre y cuando no haya una demencia, la cantidad de conocimientos va aumentando y también la experiencia sobre la vida.
La inteligencia fluida, que es la capacidad para resolver nuevos problemas, declina en la tercera edad. En cambio, la inteligencia cristalizada, basada en la experiencia y el aprendizaje, tiende a mantenerse o incluso aumenta, aunque de forma moderada. Si bien es más difícil aprender nuevas cosas, nunca se deja de hacerlo.
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Desarrollo psicosocial
En los últimos años han sido muy recurrentes dos términos en la bibliografía para referirse a cómo se da el progreso en esta etapa: envejecimiento exitoso y envejecimiento óptimo. El uso de estos términos sugiere que existe una forma correcta o mejor de envejecer. Sea como sea, cabe mencionar que el crecimiento, en el sentido de desarrollo personal, se sigue dando en la vejez y muchos ancianos que se sienten sanos, competentes y que controlan su vida experimentan esta etapa no como el final inevitable sino como una etapa muy positiva en la que pueden explorar aquello que siendo más jóvenes no pudieron.
Las personas con rasgos más extravertidos tienden a vivir los primeros años de la tercera edad con emociones positivas y felicidad, viéndolo como una oportunidad para probar cosas nuevas o disfrutar de un merecido descanso. En cambio, las personas con tendencias neuróticas suelen experimentar esta etapa de forma negativa, con preocupación y miedo ante la incertidumbre, además de percibir que la tercera edad es el momento en que las personas dejan de ser útiles para la sociedad.
Erik Erikson concebía la vejez como la última etapa del ciclo de la vida cuyo conflicto característico es la integridad del yo frente a la desesperanza. Las personas que alcanzan la tercera edad necesitan evaluar, sintetizar y aceptar sus vidas, admitiendo que la muerte se les aproxima. Los más extravertidos o con una mentalidad más positiva se esforzarán por lograr encontrar un sentido de coherencia e integridad en vez de rendirse ante la desesperación por su incapacidad de revivir el pasado de forma diferente.
Podemos decir que los ancianos más positivos, en vez de obcecarse y obsesionarse con aquello que no hicieron en sus años mozos, tratan de coger al toro por los cuernos y hacer que su vejez sea significativa, provechosa y feliz. Quienes no consiguen esto se sienten abrumados por la desesperanza de darse cuenta de que se les acaba el tiempo para buscar otros caminos a la integridad del yo, siguiendo con la propuesta de Erikson.