¿Es realmente una buena opción el timeout como castigo?

Cada vez más expertos cuestionan el timeout y proponen alternativas más respetuosas y eficaces.

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El timeout, o tiempo fuera, es una técnica conductual ampliamente utilizada por padres, madres y profesores/as para modificar la conducta de los más pequeños. Aunque muchas personas hoy en día saben que los castigos físicos y emocionales pueden tener un impacto negativo en el desarrollo, no todas se plantean las posibles consecuencias del tiempo fuera.

Entonces, ¿el time-out es una buena opción para castigar a nuestros hijos? A lo largo de este artículo damos respuesta a esta pregunta. Para ello, hablamos sobre qué es esta técnica, cómo se aplica y cuándo se recomienda. Explicamos las críticas que recibe actualmente y el impacto que puede tener en las criaturas. Por último, damos algunas alternativas.

¿Qué es el timeout?

El tiempo fuera —timeout o time-out en inglés— es una técnica basada en el condicionamiento conductual que consiste en sacar a un niño/a de una situación cuando se considera que su comportamiento no está siendo adecuado.

Habitualmente, se retira a la criatura a un lugar apartado con el objetivo de que reflexione y se calme. Las recomendaciones de tiempo que se han popularizado —y que incluso son recomendadas por algunos pediatras— oscilan entre el minuto y los 5 minutos como máximo dependiendo de la edad del niño o la niña.

La base teórica que sustenta esta propuesta defiende la idea de que al ser apartado/a, deja de recibir atención —que actuaría como reforzador— y, por lo tanto, se espera que la conducta no deseada disminuya o desaparezca.

Durante décadas se ha considerado una técnica adecuada e inofensiva; sin embargo, cada vez son más los profesionales que la cuestionan. Es importante tener en cuenta que este tipo de intervenciones se centran únicamente en el aspecto conductual y dejan la vertiente emocional desatendida.

¿En qué casos se recomienda?

Los expertos que tienen un enfoque conductual y lo aplican a la crianza, defienden que el tiempo fuera puede ser útil e inofensivo si se aplica teniendo en cuenta algunos aspectos. Recomiendan hacerlo de forma puntual, breve y en un contexto seguro y estructurado. No debe ser una consecuencia impulsiva, automática ni humillante.

En este sentido, lo plantean como una alternativa cuando otras herramientas han fallado y la criatura necesita un espacio para calmarse. Con toda la información disponible a día de hoy sobre el funcionamiento y el desarrollo cerebral de las niñas y los niños, es necesario hacer algunos matices más si queremos usar esta herramienta de la forma más respetuosa posible.

En caso de que otras estrategias no hayan funcionado, el nivel de desregulación sea alto y la criatura pueda beneficiarse del hecho de apartarse de la situación es importante que haya un adulto disponible a nivel emocional para acompañarle. No se trata de un castigo y es importante poder ayudar a la criatura a entender lo que ha sucedido.

Críticas y limitaciones del timeout

El cerebro humano se encuentra en desarrollo hasta bien entrada la veintena. Esto implica que nacemos con un desfase madurativo entre las áreas cerebrales que están relacionadas con las emociones —que funcionan con fuerza— y las que se encargan del autocontrol, la regulación emocional, la planificación, etc. —que requieren de más tiempo para desarrollarse y funcionar correctamente—.

Esto quiere decir que los niños y las niñas no tienen herramientas para gestionar sus emociones y necesitan que los adultos les regulen. Así, con el tiempo, aprenden a hacerlo ellos solos. Es importante tener esto en cuenta para comprender que, si ante un comportamiento que los adultos califican como indeseado, las criaturas pueden sentirse invalidadas, rechazadas e incluso abandonadas emocionalmente cuando se las aparta.

Muchos autores hoy en día lo consideran un castigo camuflado puesto que no enseñan habilidades de afrontamiento. De hecho, contrariamente a lo que se pretende, puede darse un aumento de los comportamientos indeseados. Y, por si esto fuera poco, el vínculo entre padres e hijos puede verse perjudicado porque la criatura se siente sola cuando más necesita conexión.

Impacto del timeout en niños desregulados emocionalmente

Debido al desfase madurativo del que hablábamos anteriormente, los niños y las niñas tienen muchas dificultades para controlar sus impulsos. Sienten las emociones de forma muy intensa en su cuerpo y, sin más, las actúan. No tienen recursos inicialmente y, con el tiempo, van integrando aquellos que sus cuidadores les enseñan con el ejemplo.

Por tanto, cuando se aparta a una criatura de una situación es muy probable que no se encuentre en un estado de regulación emocional. Dado que necesitan de la corregulación —que un adulto les ayude a calmarse—, la separación genera más ansiedad y malestar. Además, cuando se dan respuestas emocionales intensas, es prácticamente imposible para ellos acceder a la parte racional —y no se va a dar la reflexión esperada—.

Sentirse solo, rechazado o incluso abandonado en un momento de elevado malestar puede llegar a ser profundamente doloroso para un niño. Esto puede tener un impacto en el vínculo con sus cuidadores, pero también puede interferir en la forma de ver, interpretar y relacionarse con el mundo a corto, medio y largo plazo.

Alternativas respetuosas y efectivas

Con todo lo expuesto anteriormente, vemos que el hecho de alejar a los niños de situaciones en las que la elevada intensidad emocional les lleva a comportarse de forma inapropiada a los ojos de los adultos, les priva de la oportunidad de aprender herramientas de afrontamiento que van a necesitar en su vida.

Como alternativa, podemos apartarnos con él o ella y ayudarle a calmarse si se considera estrictamente necesario o simplemente ofrecerle una pausa para guiarle de nuevo a la regulación. Esto no debe confundirse con permitir cualquier tipo de comportamiento; sin embargo, los límites se establecen desde el vínculo, la conexión y de forma respetuosa.

En el proceso de co-regulación es importante nombrar las emociones que está sintiendo y validarlas. Además, es nuestra responsabilidad ofrecer alternativas de comportamiento que sean seguras para la criatura y el entorno. Una vez haya pasado la “tormenta emocional” es cuando podremos hablar y razonar sobre lo sucedido para poder aprender de la situación.

  • Levine, P. A., & Kline, M. (2016). El trauma visto por los niños: Despertar el poder de transformación espontáneo de las niñas y los niños. Editorial Eleftheria.
  • Siegel, D. J., & Bryson, T. P. (2012). El cerebro del niño: 12 estrategias revolucionarias para cultivar la mente en desarrollo de tu hijo (1ª ed.). Alba Editorial.
  • Siegel, D. J., & Bryson, T. P. (2018). Disciplina sin lágrimas: Una guía imprescindible para orientar y alimentar el desarrollo mental de tu hijo. B de Bolsillo.

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Nerea Moreno. (2025, junio 17). ¿Es realmente una buena opción el timeout como castigo?. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/desarrollo/es-realmente-una-buena-opcion-el-timeout-como-castigo

Psicóloga

Nerea Moreno es graduada en psicología, con mención en psicología clínica, por la Universidad de Barcelona. Cursó el Máster en Psicología General Sanitaria con la Universidad Autónoma de Barcelona. Posteriormente, se formó como experta en psicología de las emergencias y catástrofes. Tanto esta formación como la experiencia laboral en el campo, supusieron para Nerea el descubrimiento de un nuevo mundo: el trauma. Desde entonces, trabaja desde un enfoque integrador y no ha parado de formarse en trauma, sistema nervioso, apego, duelo y emociones.

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