Existen múltiples causas que pueden provocar una lesión cerebral. Del mismo modo, las repercusiones de una lesión en el sistema nervioso puede producir una gran variedad de síntomas en función de la zona afectada y el tipo de daño que se haya presentado.
Ejemplos de ello pueden ser problemas de comprensión del habla, de percepción de estímulos a través de los sentidos o problemas vinculados al sistema motor. Dentro de este último tipo de problemáticas se puede encontrar la dificultad o pérdida de capacidad a la hora de realizar movimientos secuenciales, los cuales empleados de manera cotidiana a la hora de realizar muy diversas acciones. Estamos hablando de las apraxias.
Un pequeño preámbulo: ¿qué tipo de movimientos hacemos?
Para entender qué es un apraxia hace falta tener en cuenta la gran diversidad de movimientos que hacemos. Tanto si son voluntarios como si no, la capacidad de movimiento ha permitido al ser humano desarrollarse como especie y ser capaz de ejecutar acciones de gran complejidad.
Algunos de los principales movimientos que el ser humano realiza son los siguientes.
1. Reflejos
Este tipo de movimientos tienden a ser reacciones intensas de poca complejidad y duración, generalmente debidas a la activación de un haz de fibras nerviosas concretas. Se trata de pequeños movimientos realizados de manera involuntaria.
2. Movimientos voluntarios
Los movimientos voluntarios son aquellos que realizamos con una meta determinada, a nivel consciente y que al menos originalmente necesitan de la atención del individuo para poder realizarse correctamente. Con la suficiente práctica, pueden llegar a automatizarse.
3. Movimientos automáticos
En esta ocasión se realiza una conducta de manera voluntaria, pero esta se encuentra automatizada, es decir no se precisa de una atención consciente a la secuencia de acciones para llevarla a cabo más allá de elegir su momento de inicio y/o final. Se trata de secuencias de acciones interiorizadas gracias a la práctica y a la habituación de la persona a realizarlas, como por ejemplo el conjunto de acciones que realizamos para tomar una sopa, montar en bici, conducir, sentarse o incluso hablar o caminar. Es en este tipo de movimientos en los que aparecen las apraxias.
Describiendo el concepto apraxia
Una vez tenida en cuenta la breve explicación anterior, resulta más sencillo explicar el concepto de apraxia. Se entiende como tal al cese o elevada dificultad de la capacidad para realizar movimientos propositivos que exijan secuenciar y coordinar movimientos, resultando imposible conseguir realizar determinados movimientos automáticos.
Esta alteración es debida generalmente a una lesión cerebral, manteniendo el sujeto que la padece la capacidad de comprender la acción que se le pide que haga, siendo la tarea fácil de realizar o siendo ésta ya conocida por el individuo y manteniendo un funcionamiento muscular correcto. Generalmente el individuo no presenta anosognosia, por lo que es plenamente consciente de su déficit.
Tipos de apraxia más conocidos
Como hemos mencionado, la apraxia implica una imposibilidad de realizar secuencias de movimientos coordinados de forma secuencial y ordenada.
Sin embargo, no existe solo una tipología de esta problemática, habiendo una gran cantidad de clases de apraxia. Algunas de las principales son las que se reflejan a continuación.
1. Apraxia ideacional
En este tipo de apraxia los sujetos tienen una dificultad no solo para realizar tareas coordinadas, sino también para imaginarlas, no siendo en muchos casos capaces de imaginar la correcta secuenciación necesaria para llevar a cabo una conducta concreta. Sin embargo las acciones individuales que componen la secuencia si pueden realizarse correctamente.
También se considera como apraxia ideacional (si bien en este caso también se le denomina conceptual) la dificultad para utilizar objetos debido a las mismas causas, es decir el desconocimiento de la secuencia de acciones necesarias para emplear, por ejemplo, un peine. Resulta común en enfermedades neurodegenerativas como la demencia por enfermedad de Alzheimer o el Parkinson, así como en lesiones del hemisferio dominante y el cuerpo calloso.
2. Apraxia ideomotora
Este tipo de apraxia resulta la más habitual en la práctica clínica. En esta ocasión los sujetos pueden imaginar correctamente la secuencia de acciones necesarias para realizar una conducta determinada, si bien no son capaces de llevarla a cabo físicamente.
En la apraxia ideomotora el déficit se encuentra en una dificultad en la planificación del movimiento. Dentro de esta tipología se podrían encontrar diferentes subtipos, como la apraxia bucofacial, del habla, de las extremidades y axiales (del eje del cuerpo, que afectan a acciones como sentarse y a la postura). Son frecuentes en lesiones bilaterales y degeneraciones cortico-basales, estando afectado generalmente ambos lados del cuerpo.
3. Apraxia constructiva
En cuanto a la apraxia constructiva, se basa en la dificultad en la construcción o dibujo debido a dificultades de la percepción espacial y la coordinación oculomanual. Así, no hay una asociación correcta entre la imagen percibida visualmente y los movimientos necesarios para realizar la elaboración. Algunos sujetos con este tipo de problema son incapaces de reconocer las diferencias entre el estímulo que se les pide copiar y su elaboración, llegandose a discutir si el problema es de movimiento o de integración entre informaciones.
También denominada déficit visuoconstructivo, este tipo de apraxia se utiliza como indicador de deterioro cognitivo debido a su pronta aparición en pacientes de Alzheimer. Suele aparecer en pacientes con lesiones en el hemisferio derecho, pero se han observado una gran cantidad de casos en que el hemisferio dañado es el izquierdo. La lesión suele estar situada en la región parieto-occipital, cosa coherente teniendo en cuenta la descoordinación entre visión (que se localiza fundamentalmente en el lóbulo occipital) y movimiento (presente en el parietal).
Posibles causas
Las apraxias, como producto de una lesión cerebral, pueden tener una amplia variedad de causas. Si bien la lista de posibles causas resulta mucho más amplia, algunas de ellas pueden ser las siguientes.
Accidentes cardiovasculares
Tanto si se trata de una hemorragia como si hablamos de un ictus, los accidentes cardiovasculares suelen causar la muerte de una parte del cerebro, siendo la causa más común de aparición de apraxias y otros trastornos vinculados a lesión cerebral.
Traumatismos craneoencefálicos
Una contusión que afecte al cerebro puede causar daños graves en este órgano, que pueden o no ser reversibles. Dependiendo de la zona dañada por el golpe, o del posible contragolpe (es decir, el golpe producido en el lado opuesto a la lesión debido al rebote contra el cráneo), la apraxia puede aparecer con facilidad.
Tumores cerebrales
La presencia de una masa extraña y creciente en el encéfalo provoca daños en diversas zonas del cerebro, tanto debido al propio tumor como a la presión ejercida en el encéfalo contra el cráneo. Si estos daños se dan en las zonas encargadas del sistema motor o en áreas de asociación que integren la coordinación de movimientos, se facilita en gran medida la aparición de una apraxia.
Enfermedad neurodegenerativa
Trastornos que cursan con un deterioro progresivo del sistema nervioso se encuentran estrechamente vinculados a la presencia de apraxias. De hecho, una de las características de las demencias corticales es la presencia del síndrome afaso-apraxo-agnósico, en la que se incluye la progresiva aparición de problemas del habla, de la secuenciación de movimientos y de las habilidades perceptivas e intelectuales.
Tratamiento
Siendo generalmente producto de lesiones cerebrales, las apraxias son problemáticas cuya forma de tratamiento va a variar en gran medida según su causa. Si bien de difícil recuperación y si bien en algunos casos pueden quedar secuelas, el tipo de tratamiento realizado en general tiende a utilizar la terapia a nivel físico, y rehabilitación o compensación de las funciones perdidas.