Pensamiento visual: qué es y cómo influye en la educación

Veamos qué es el concepto de pensamiento visual y qué propuestas pedagógicas se asocian a este.

Pensamiento visual

Se dice que una imagen vale más que mil palabras, por esto no es de extrañar que nuestra mente prefiera trabajar con elementos visuales antes que usar el lenguaje verbalizado. Sí que es cierto que las palabras nos permiten describir la realidad con pelos y señales, pero las imágenes son directamente una representación de esa realidad.

Pero pese a que el pensamiento visual parece ser un aspecto fundamental de nuestra forma de procesar la información, lo cierto es que en el ámbito educativo los métodos gráficos han sido muy dejados de lado y se ha priorizado las explicaciones textuales y orales de los contenidos a impartir en clase.

No obstante, a mediados del siglo pasado surgió una nueva concepción, el pensamiento visual o “visual thinking” que pretendía que se recuperara la importancia de trabajar con imágenes, tanto para captar la información como para explicarla. Veamos en qué consiste este enfoque pedagógico.

¿Qué es el pensamiento visual?

El pensamiento visual o “visual thinking” es un enfoque pedagógico que sostiene que, dado que la mente prefiere trabajar con imágenes antes que con lenguaje verbalizado, lo ideal para crear, compartir, desarrollar y manipular ideas es representarlas en términos visuales.

Así pues, el pensamiento visual es tanto marco teórico como herramienta que defiende la utilización de recursos gráficos para poder expresar ideas y conceptos de forma más fácil de asimilar para nuestro cerebro, apoyándose de representaciones gráficas de contenido textual y audiovisual.

1. Importancia del pensamiento visual

Los seres humanos somos animales visuales y, de hecho, nuestra forma de interpretar el mundo se basa en un importante porcentaje en aquello que percibimos por medio de la vista. Se dice que cerca del 90% de la información que recibe nuestro cerebro es de tipo visual y llegamos a procesar las imágenes mucho más rápido que cualquier información qeu se nos dé en forma de texto o por medio del lenguaje oral. La información visual nos deja una huella más profunda que aquello que leemos o lo que nos dicen.

Está claro que el lenguaje, tanto escrito como oral, es una herramienta muy sofisticada y útil para transmitir nuestras ideas, sin embargo, este vehículo de transmisión de conceptos no tiene la inmediatez ni la proximidad que tiene una imagen, puesto que la imagen es, en sí misma, la representación del propio concepto puro. Por ejemplo, aprender qué es una manzana es mucho más fácil hacerlo viendo una manzana en una foto o en la vida real antes que memorizarse su definición.

Pese a que el lenguaje es muy útil no es ni perceptivo ni inmediato, además de que exige una reflexión a priori. El lenguaje escrito y oral nos habla de lo que ya se ha escuchado, visto o pensado, no parte de un contacto directo con la realidad, sino más bien una descripción larga de lo que es. Pese a que podemos pensar usando lenguaje verbalizado, lo que algunos llaman “mentalés”, no es posible pensar rápidamente sin recurrir a las imágenes. De hecho, pensar en un concepto usando imágenes hace que se entienda mejor ese concepto y, también, se recuerde mejor.

Pero pese a que ya se conocía desde hacía bastante tiempo que los seres humanos tendemos a recurrir a las imágenes, la educación tradicional le ha quitado importancia a este hecho. A medida que se fue desarrollando la cultura escrita y la oral se prefirió recurrir al texto escrito puesto que permitía transmitir información de forma más fácil e inequívoca, pero también se sacrificaba su expresividad y su facilidad de memorización.

La idea detrás de los teóricos del pensamiento visual o “visual thinking” es la de recuperar el lenguaje visual como herramienta para comprender y explicar mejor la realidad. En vez de centrarnos tanto en leer textos escasos de imágenes descriptivas recurrir a soporte visual y, también, invitar a los aprendices a que describan sus ideas recurriendo a gráficos, dibujos o pictogramas se está considerando cada vez más una mejor opción para facilitar el aprendizaje.

2. La figura de Rudolf Arnheim

No se puede hablar de pensamiento visual como doctrina pedagógica sin mencionar a uno de sus máximos exponentes: Rudolf Arnheim. Este psicólogo alemán publicó en 1969 una obra con ese mismo título, “Visual Thinking” que, ya a mediados del siglo XX, se adelantaba en considerar que las metodología tradicionales en educación habían fallado. La visión era un medio primordial para el pensamiento pero que se había dejado de lado en el aula dando prioridad a las palabras escritas, las cuales a veces hacen referencia a ideas definidas de una forma demasiado abstracta como para poder entenderlas sin imágenes.

Así pues Arnheim sostenía que las personas aprendemos de forma mucho más rica por medio de la vista, ya sea apelando a las sensaciones como a los matices, aspectos que el lenguaje verbalizado podía no expresar adecuadamente. En los libros de texto y en las clases se deberían introducir métodos visuales y ver si los alumnos podían expresar las ideas vistas en clase por medio de dibujos o recursos visuales. De conseguirlo, significaba que habían conseguido interiorizar y entender lo visto en clase además de hacer uso de su creatividad.

3. Método de Dan Roam

Otro de los grandes referentes del concepto del pensamiento visual lo tenemos en Dan Roam, quien propuso un método para poderlo desarrollar en su libro “Tu mundo en una servilleta” de 2010, en el que defiende la idea de que los dibujos o imágenes de cualquier tipo sirven para comunicar, esbozar y resumir mejor nuestras ideas más que recurrir al texto escrito. No obstante, antes de transformar un concepto en una representación visual hace falta hacerse unas cuantas preguntas:

  • ¿A quién va dirigida esa idea?
  • ¿Cuánto debe resumirse?
  • ¿Dónde hacerlo? ¿Qué tipo de soporte visual se va a usar?
  • ¿Cómo hacerlo?
  • ¿Cuándo exponerlo?
  • ¿Por qué darle un soporte visual?

Una vez respuestas estas preguntas se pasa al proceso de transformar una idea en algo visual. Para ello Roam habla de cuatro fases:

1. Mirar

Se recolecta información y se selecciona, concentrándose en aquello más importante que representa fidedignamente la idea.

2. Ver

Se reconocen patrones y se selecciona lo más interesante pensando en el público que va a recibir el mensaje visual, agrupando adecuadamente la información que se posee.

3. Imaginar

Se reorganiza la información, detectando aquello que pueda habérsenos escapado o que pueda llamar la atención del público receptor del mensaje, además de ser este el momento en el que se imaginan nuevas ideas que puedan darle un empuje creativo a la representación visual del concepto a expresar.

4. Mostrar

Por último se sintetiza la información y se da claridad a todo lo que se haya planteado en las fases anteriores. Es en este momento en el que la idea que se ha transformado en un concepto visual es mostrada.

Cualquier soporte visual puede ser útil para exponer una idea cualquiera. Ya sea por medio de diagramas, gráficos, infografías visuales o cualquier elemento visual se puede facilitar al público asimilar y manejar una idea que en términos textuales y orales puede convertirse en algo demasiado abstracto.

Ventajas de promover el pensamiento visual

Especialmente a nivel docente, promover el pensamiento visual implica muchas ventajas sobre todo porque, como ya hemos comentado, ayuda en la comprensión de conceptos e ideas que definidas textualmente pueden no ser captadas del todo. Si bien no debemos olvidar que los textos no son un elemento a prescindir en la educación, los soportes visuales deben estar también en el aula, ayudando a asimilar mejor lo que los libros de texto tratan de expresar.

Pero mostrar imágenes al alumnado no únicamente le ayuda a asimilar los conceptos, sino también pedirle que haga uso de su propia capacidad de pensamiento visual. Pidiéndoles a los alumnos que traten de expresar gráficamente lo expuesto en clase es una muy buena forma de hacer que trabajen esa idea, traten de comprenderla y la manejen más allá de su definición verbalizada. El alumno tiene que pensar en la idea, sintetizarla y finalmente representarla de manera original y que se entienda lo que es. Así pues se fomenta la metacognición y la retención de los aprendizajes impartidos en el aula.

También fomentamos la creatividad en el aula, un aspecto que es muy dejado de lado en la educación tradicional siendo solo visto en asignaturas consideradas puramente artísticas como música o artes plásticas. Cada individuo puede tener una forma muy diferente de representar un mismo concepto y eso no es malo, más bien al contrario. Al pedirle al alumnado que represente gráficamente un concepto dado en clase se le da plena libertad a su imaginación, algo que hace que el aprendizaje sea visto como una actividad lúdica y placentera.

Referencias bibliográficas:

  • Arnheim, R. (1969). Visual Thinking. Berkeley: University of California Press. ISBN 978-0-520-24226-5.
  • Roam. D. (2010). Tu mundo en una servilleta. Barcelona, España. Ediciones gestión 2000. ISBN: 9788498754445
  • Pashler, H.; McDaniel, M.; Rohrer, D.; Bjork, R. (2008). Learning styles: Concepts and evidence. Psychological Science in the Public Interest 9: 105-119. doi:10.1111/j.1539-6053.2009.01038.

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