Aunque en los últimos años el consumo de tabaco se ha reducido a nivel general, la acción de fumar sigue siendo hoy en día algo frecuente y un hábito que, aunque dañino y a largo plazo peligroso para la salud, siguen llevando a cabo gran cantidad de personas.
En su mayoría, los fumadores encuentran cierto placer y sensación de tranquilidad en el consumo de esta sustancia, siendo además algo socialmente aceptado y tradicionalmente asociado a la madurez o la virilidad/feminidad. Sin embargo, se trata de una sustancia exógena a nuestro cuerpo que va a tener diferentes efectos en el organismo. Por ejemplo, muchas personas han informado en alguna ocasión que han llegado a sentirse mareados al fumar. ¿Es esto normal? ¿Porqué ocurre? En este artículo vamos a intentar dar respuesta a estas preguntas.
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La nicotina: tipo de sustancia y efectos sobre el organismo
Una de las principales sustancias que forman parte del tabaco (si bien en un cigarrillo pueden encontrarse gran cantidad de otras sustancias, muchas de ellas tóxicas) es la nicotina.
Esta sustancia tiene propiedades psicoactivas, y es la principal responsable de que el tabaco genere adicción física. Se considera una sustancia psicoestimulante, a pesar de que el consumo continuado termina provocando efectos depresores. Es por ello que la mayoría de fumadores habituales siente sensaciones de relajación al consumirlo y suelen fumar con más frecuencia cuando se sienten nerviosos.
El mecanismo de acción de la nicotina se basa en su acción sobre los receptores de acetilcolina, concretamente a los nicotínicos. Actúa como agonista de esta sustancia, teniendo efecto en el sistema nervioso central (en la corteza, sistema límbico y ganglios basales, entre otros) y periférico, así como también sobre el sistema cardiovascular y el suprarrenal. Sin embargo, con el consumo a largo plazo termina por tener una acción bloqueadora de este neurotransmisor.
A dosis bajas, inicialmente genera un aumento de la actividad colinérgica, provocando un aumento del nivel de activación y la alerta. Dosis más elevadas generan sensaciones de placer al contribuir a activar el sistema límbico mediante la síntesis de dopamina. También tiene un efecto a la hora de incrementar los niveles de cortisol, ACTH, prolactina, vasopresina y hormona del crecimiento. A nivel cardiovascular la nicotina provoca vasoconstricción, de manera que la sangre pasa a más velocidad y con mayor presión. Eso provoca que el funcionamiento del corazón se acelere, y a la vez que lleve menos oxígeno, aumentando también la frecuencia inhalatoria.
En la corteza suprarrenal, la nicotina actúa generando una estimulación que tiene como consecuencia la liberación de adrenalina. Por último, dificulta la acción del páncreas haciendo que la liberación de insulina (que nos permite degradar el azúcar en sangre) se reduzca.
Mareos al fumar: ¿es normal?
Fumar, tal y como nos indican las diferentes campañas publicitarias que podemos ver hoy en día, puede tener serios efectos perjudiciales a largo plazo, especialmente a nivel respiratorio. Enfisemas, lesiones y enfermedades pulmonares o diferentes tipos de cáncer (como el pulmón o el de tráquea) se han visto significativamente asociados al consumo continuado de tabaco.
Pero además de estos efectos, también puede ocasionar diversas molestias y efectos desagradables durante el acto de hacerlo o posteriormente a él. Entre ellas se encuentran la presencia de náuseas, vómitos y mareos, siendo éstos últimos algo relativamente frecuente.
¿Por qué nos sentimos mareados al fumar?
Generalmente, la presencia de mareos es más habitual en personas que empiezan a tener sus primeros consumos de tabaco o en personas que vuelven a fumar después de largo tiempo sin hacerlo, así como también en aquellas personas que dejan el tabaco de manera abrupta. Estos mareos pueden producirse por diversas circunstancias.
En primer lugar hay que tener en cuenta el hecho de que fumar es, principalmente, inhalar repetidamente una sustancia que va a entrar en los pulmones, siendo esta sustancia irritante y dificultando que el aparato respiratorio integre suficiente nivel de oxígeno en el cerebro. Asimismo, el efecto vasoconstrictor de la nicotina hace que los vasos sanguíneos se compriman, pasando la sangre a mucha más velocidad de la habitual y pudiendo generar hipertensión. Todos estos efectos son algunos de los motivos por los que en los primeros consumos o tras pasar largas temporadas sin fumar el organismo reaccione produciendo mareos.
Otro de los motivos podemos encontrarlos en una intoxicación si la cantidad que se ha consumido es excesiva, o bien cuando se han consumido otras sustancias como alcohol que pudieran interaccionar con los efectos del tabaco. El equilibrio interno al que está acostumbrado nuestro cuerpo sufre una alteración que puede generar que se manifiesten diversos síntomas.
Asimismo, el mareo debido a la falta de oxígeno no tiene porque darse solo en fumadores que acaban de empezar. Teniendo en cuenta que esta sustancia daña al sistema respiratorio, si se llega a padecer alguna enfermedad pulmonar por éste u otros motivos el consumo de tabaco puede generar estos efectos de forma más habitual.
Otro momento en que suelen aparecer mareos es en el momento en que una persona que ha adquirido tolerancia y dependencia a la nicotina cesa su consumo de forma abrupta. Y es que el cuerpo se ha acostumbrado a un equilibrio determinado que de repente sufre un cambio. Nos hallaríamos en este caso ante un síntoma de síndrome de abstinencia.
El bloqueo de la acción colinérgica que genera la exposición a largo plazo a la nicotina y el aumento del número de receptores nicotínicos que genera la habituación serían en este caso los responsables de que el organismo no se encontrara equilibrado y generará sintomatología.
Referencias bibliográficas
- Pozuelos, J.; Martinena, P.; Monago, L.; Viejo, D. y Pérez, T. (2000). Farmacología de la nicotina. Medicina Integral, 35 (9): 409-417. Elsevier
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