¿Por qué la pandemia de coronavirus ha impulsado los casos de adicciones?

Veamos por qué la crisis del COVID-19 ha supuesto un aumento de problemas por adicciones.

¿Por qué la pandemia de coronavirus ha impulsado los casos de adicciones?

La pandemia por coronavirus ha traído consigo no únicamente una crisis sanitaria médica de grandes proporciones, sino también un incremento de problemas de salud mental, sobre todo la depresión y la ansiedad.

A su vez, estos dos problemas psicológicos han contribuido a que, combinados con las medidas de confinamiento y la incertidumbre económica y social que se vivió durante los momentos más duros de la pandemia, se haya producido lo que bien podríamos denominar como una segunda pandemia: la de las adicciones. En este artículo veremos qué es lo que ha hecho que se hayan incrementado tanto los casos de drogodependencias durante la crisis sanitaria.

Aparición y consolidación de adicciones durante la pandemia del coronavirus

El estrés y la incertidumbre que ha provocado el COVID-19 ha dado como resultado un incremento en la demanda de servicios de salud mental. La ansiedad y la depresión han sido dos problemas psicológicos que han crecido con fuerza desde que comenzara la crisis sanitaria en marzo del 2020, pero no son los únicos problemas que han incrementado su número de casos, siendo de hecho factores de riesgo para presentar varios trastornos mentales, entre ellos la adicción a sustancias.

Los psicoterapeutas y otros profesionales encargados de la salud mental han visto cómo el uso y abuso de sustancias, como opioides y psicoestimulantes, ha crecido enormemente. Muchas personas han caído en adicciones, consolidadas en la pandemia a causa de varios factores, entre ellos la soledad, el aburrimiento, el estrés y el miedo a contagiarse del virus, condiciones que todas ellas combinadas han creado la tormenta perfecta para que no solo hablemos de una pandemia vírica, sino también de adicciones.

Añadido a los riesgos para la salud que trae por sí solo el trastorno por consumo de sustancias, se ha visto que las personas drogodependientes son más propensas a desarrollar los peores síntomas de la enfermedad por COVID-19, tener más secuelas una vez se haya superado la enfermedad y haber un aumento significativo de las posibilidades de acabar hospitalizado y morir por coronavirus.

Atendiendo a datos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos, en el mes de junio de 2020 se reportó que cerca del 13% de los ciudadanos del país empezó e incrementó el consumo de sustancias adictivas, tanto lícitas como ilícitas. La principal explicación detrás de este incremento fue que la población consumía drogas como método de afrontamiento al estrés y las emociones negativas producidas por la crisis sanitaria.

Si bien que la población comenzara a tomar más drogas no significa que todas las personas cayeran en adicciones, sí que este fenómeno resulta ser muy preocupante puesto que, derivado de él, aumentaron también los casos de sobredosis, disparados ya desde el inicio de la pandemia. El sistema ODMAP, un aplicativo para monitorizar los casos de sobredosis en los Estados Unidos, indicó que en los primeros meses de la pandemia hubo un aumento del 18% de estos casos en comparación con los mismos meses de 2019.

Adicciones en la crisis del coronavirus

La crisis del COVID y los trastornos por consumo de sustancias

En base a las investigaciones y la observación clínica llevada a cabo durante la pandemia, los expertos consideran que uno de los mayores causantes del incremento del consumo de sustancias tiene directamente que ver con la incertidumbre económica, el sentimiento de soledad y el miedo provocado por el miedo a contraer la enfermedad.

Todos ellos se dieron de forma combinada al principio de la pandemia, momentos en que todas las personas se sintieron más estresadas y solas, lo cual las predispuso a tomar decisiones poco saludables, entre ellas beber y tomar drogas.

A medida que las personas van sintiendo más estrés, sienten que tienen menos formas efectivas de manejar esta emoción, y más si tenemos en cuenta la naturaleza de las medidas antiCOVID-19 de la mayoría de los gobiernos del mundo. Por ejemplo, actividades que pueden verse como favorecedoras de la resiliencia, como hacer ejercicio al aire libre o quedar con los amigos, no fueron posibles debido a la prohibición de toda actividad no esencial ni debidamente justificada.

Ante estas prohibiciones, las personas que antes de la pandemia ya tenían problemas de ansiedad pero que los controlaban haciendo deporte, paseando o reuniéndose con sus amigos vieron como de la noche a la mañana tenían que ingeniárselas para aprender un nuevo método para gestionar sus emociones. Fue debido a esto que muchas personas recurrieron como método principal de afrontamiento estrategias poco sanas, entre ellas la sobreingesta de comida, el consumo de pornografía de forma abusiva y, tambén, el abuso de sustancias, siendo las estrellas el alcohol y el tabaco.

El impacto de la crisis del COVID-19 en los patrones de uso de drogas

El aumento en el uso de sustancias se ha dado tanto en términos de cantidad como de frecuencia, y en algunos casos se ha pasado a drogas más peligrosas.

Hay personas que ya abusaban de sustancias antes de la pandemia que las sustituyeron por otras nuevas, más fáciles de obtener desde casa pero también menos seguras, debido a que a causa de las restricciones y medidas de confinamiento no tenían acceso a los proveedores habituales.

Este cambio a una nueva droga es considerada una de las razones por las que la mortalidad asociada al consumo de sustancias se ha incrementado durante la pandemia. Por ejemplo, una persona que antes consumía heroína, al empezar la pandemia y dejar de tener provisiones de esta droga, la puede haber sustituido por fentanilo, un opioide sintético similar a la morfina pero 100 veces más potente. Al no tener tanta experiencia con esta droga como con la cocaína, el consumidor puede infravalorar sus efectos y provocarse una sobredosis con efectos fatales.

También hay una explicación práctica al porqué del incremento de los casos de sobredosis, y no solo por el aumento del consumo de sustancias. Las personas han sido más propensas a morir por abuso de sustancias durante la pandemia debido a que en muchos casos estaban solas. Esto significa que no había nadie para detenerles o convencerles de reducir el consumo y, además, en caso de darse complicaciones no había nadie que pudiera llamar a los servicios de emergencias o administrar naloxona, una agente que revierte los efectos de los opiáceos.

La importancia de una correcta atención en psicoterapia

Los estresores que han incrementado el consumo de sustancias siguen todavía vigentes e, incluso cuando se dé por finalizada la pandemia de COVID-19, muchas personas tardarán meses, puede que años en reducir su consumo de tabaco, alcohol, café, drogas ilícitas o dejar de comer de forma abusiva.

El estrés y ansiedad detrás de estos comportamientos propiamente adictivos no se desvanecerá por arte de magia y seguirá habiendo mucha incertidumbre incluso cuando deje de haber crisis sanitaria, preocupación que de no ser debidamente tratada puede manifestarse en una sobredosis de drogas a la larga.

Si un paciente reconoce que ha estado consumiendo alguna sustancia, sea directa o indirectamente por la pandemia, la psicoterapia se enfoca en ayudar al paciente a entender qué factores estresantes lo han predispuesto a consumir sustancias. Añadido a esto, se buscan vías alternativas más sanas y adecuadas para enfrentarse al estrés, tanto al que provoca una crisis sanitaria como un desastre humanitario o problemas cotidianos en la vida del paciente.

Se ayuda al paciente a realizar un análisis funcional del rol que tiene la droga en su vida y, así, buscar algo que lo sustituya sin suponer riesgos para su salud.

Cabe destacar que, teniendo en cuenta cómo la pandemia ha incrementado el consumo de sustancias, debería convertirse en hábito entre los profesionales preguntar a su paciente si consume algún tipo de droga, por muy incómoda que pueda ser la pregunta, y conocer cuál consume, en qué cantidad y con qué frecuencia. Si bien esto forma parte de la fase de entrevista clínica, a veces es pasada por encima.

Además, no se debe asumir que un paciente no tenga un trastorno de consumo de sustancias no significa que no esté consumiendo drogas abusivamente ni sienta que ha perdido el control.

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