¿Peleas frente a los niños? Consecuencias emocionales que quizá no sabías

Las discusiones de pareja pueden afectar al desarrollo de los hijos si no se gestionan con calma.

¿Peleas frente a los niños? Consecuencias emocionales que quizá no sabías
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En todas las parejas hay discusiones de vez en cuando; de hecho, es necesario que las haya. Y es que, tal y como explica la psicóloga especializada en ansiedad y relaciones de pareja, Marga Sala, “discutir no siempre es sinónimo de pelearse; a veces es una forma de intercambiar opiniones”. Sin embargo, cuando este intercambio acaba subiendo de tono y deriva en peleas y discusiones, “la cosa cambia, especialmente si los hijos están presentes”, asegura la experta.

“Debemos aprender a discutir”. Discutir es bueno; es una forma sana de comunicarnos con nuestra pareja, de intercambiar nuestras respectivas maneras de pensar y, en definitiva, de conocernos mejor, lo que a su vez contribuye a mejorar el ambiente familiar. Discutir -bien- delante de los hijos permite, incluso, que vean que sus padres pueden tener distintas opiniones o formas de pensar sin que, por ello, haya problemas. ¿Pero qué pasa cuando estas discusiones se descontrolan y se convierten en peleas? ¿Cómo afectan a nuestros hijos? Lo analizamos en este artículo.

¿Qué tipo de discusiones debemos evitar delante de nuestros hijos?

Como adelantaba Sala, la forma en la que discutimos es clave, más que aquello sobre lo que lo hacemos. Está claro que hay ciertos temas que no deben tratarse delante de los hijos ni tan siquiera de forma pacífica, asegura, pero mientras esto se tenga en cuenta y las discusiones de pareja se lleven a cabo de forma respetuosa y pacífica, no tiene por qué haber ningún problema. Lo más importante, asegura, es mantener un tono de voz suave y pausado, y respetar el turno de palabra de cada uno, sin ponerse a la defensiva. “Esta es la forma adecuada de discutir", afirma.

Sin embargo, las discusiones más agresivas, aquellas que se tornan en peleas, en las que sube el tono de voz e, incluso, hay gritos, insultos y otras faltas de respeto, deben evitarse a toda costa, especialmente si hay niños delante.

Puede que para nosotros sea “normal”, pero a nuestros hijos les puede llegar a afectar mucho emocionalmente. Además, según Sala, generalmente uno de los dos miembros suele dominar o mostrarse más agresivo más cuando hay peleas (el que tiene menos autocontrol), y ello hace que los niños aprendan modelos de relación descompensados o erróneos. En la mayoría de los casos, “acaban reproduciendo esta conducta cuando son adultos”.

¿Cómo afectan las discusiones a nuestros hijos?

El pedagogo y psicólogo infantil Sergi Vilà asegura que los niños no tienen la madurez suficiente para comprender por qué sus padres están discutiendo, especialmente cuando tienen menos de 10 años. Ellos perciben a sus progenitores como un referente, el pilar de su vida. Y cuando ven que este “equipo” no está tan unido como pensaban, se frustran y, en muchas ocasiones, se acaban sintiendo desprotegidos, desorientados y hasta culpables, lo que les puede llegar a afectar en muchos ámbitos de su vida, especialmente la manera en la que se relacionan con los demás ahora y en el futuro, asegura el experto.

Vilà coincide también con Sala: la gran mayoría de niños que han sufrido peleas, gritos, insultos, faltas de respeto, etc., en su casa, acaban replicando este tipo de conductas cuando son mayores, porque han crecido con este ejemplo y pueden llegar a percibirlo como “normal”, afirma el psicólogo. Y añade otras consecuencias, que analizamos a continuación.

Principales consecuencias de las discusiones de pareja delante de los hijos

  • Temor e inseguridad: Los niños no logran comprender el origen de las discusiones ni prever cómo terminarán. Esta situación les genera una sensación de inseguridad que, con el tiempo, puede traducirse en una baja autoestima y en una pérdida de confianza en sus figuras parentales. En muchos casos, también puede derivar en síntomas de ansiedad.
  • Sentimiento de culpa: Al desconocer las causas reales del conflicto entre los adultos, los menores tienden a asumir que ellos son el motivo. En un intento por restaurar la armonía, suelen adoptar un rol de mediadores, lo cual ni les corresponde ni les beneficia.
  • Impacto emocional: Varios estudios han demostrado que los niños expuestos a discusiones y conflictos familiares suelen experimentar alteraciones en el sueño y desequilibrios hormonales relacionados con el estrés, desde los seis meses.
  • Dificultades en la comunicación: Los hijos que crecen observando discusiones frecuentes tienden a replicar patrones de comunicación agresivos, lo que dificulta su capacidad para dialogar de manera respetuosa y constructiva con los demás. También son más propensos a replicar las mismas conductas de adultos.
  • Problemas para desarrollar inteligencia emocional: El desarrollo de habilidades como la empatía, la escucha activa o la gestión emocional puede verse afectado, ya que el entorno no les ofrece un modelo adecuado para aprenderlas.
  • Problemas en su evolución personal y emocional: Las discusiones constantes pueden manifestarse en comportamientos como baja atención en clase, irritabilidad habitual y respuestas agresivas tanto con compañeros como con profesores.
  • Consecuencias psicológicas graves: En situaciones extremas, los menores podrían necesitar ayuda psicológica para procesar, entender y superar las actitudes negativas que suelen presenciar en casa.

Por todo ello, tanto Sala como Vilà ofrecen una serie de consejos y recomendaciones para que los padres aprendan a “discutir de forma sana”:

  • Hablar de ciertos temas sin la presencia de los hijos, especialmente aquellos que les atañen.
  • Evitar desautorizar y/o faltar al respeto al otro progenitor delante de los hijos.
  • Si se discute frente a los hijos, también es importante reconciliarse de la misma manera, para enseñarles que es normal equivocarse.
  • Expresarse sin gritar y de manera tranquila y saludable. Usar una comunicación empática ayudará a minimizar los conflictos.
  • Establecer ciertos límites que no se puedan cruzar, especialmente delante de los hijos, y que fomenten el respeto.
  • Dedicar unos minutos al día a pasar tiempo en familia y a conversar sobre cualquier tema, de manera abierta y afectiva.

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Sara Martínez. (2025, julio 10). ¿Peleas frente a los niños? Consecuencias emocionales que quizá no sabías. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/desarrollo/peleas-frente-a-ninos-consecuencias-emocionales-que-quiza-no-sabias

Periodista

Licenciada en Periodismo por la Universitat Internacional de Catalunya, cuenta con casi 20 años de experiencia ejerciendo como redactora, locutora, editora y directora en distintos medios de comunicación. Actualmente trabaja como content manager y colabora con otros medios digitales enfocados a la salud y al bienestar físico y emocional.

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