Si alguien nos dice que tiene retención de líquidos probablemente estemos pensando en una persona con las piernas o alguna parte del organismo inflamada e hinchada. Dicho de este modo puede parecer algo poco relevante, fácilmente tratable y que apenas pueda suponer una molestia, como de hecho así es en muchos de los casos. Sin embargo, esta retención de líquidos o edema puede ser muy peligrosa dependiendo de dónde se produzca. Porque no es lo mismo tener retención de líquidos en las piernas o tobillos que tenerla en órganos como el pulmón.
Una de las situaciones de mayor gravedad y peligrosidad que puede darse en este sentido es la presencia de un edema cerebral, que puede incluso llegar a ser causa de muerte.
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Definiendo el concepto de edema
Antes de hablar del edema cerebral en sí, es necesario comprender en primer lugar a que hacemos referencia cuando hablamos del término edema. Se entiende como tal a la existencia de una hinchazón o inflamación de tejidos blandos debido a la acumulación de líquido en o entre sus células, debido a desequilibrios en la cantidad de líquido intersticial que sale o entra de las células.
Esta inflamación puede tener una gran variedad de causas y situarse en casi todos los tipos de tejidos blandos del organismo, pudiendo tener repercusiones de diferente consideración en función del tipo de tejido afectado.
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El edema cerebral: síntomas principales
Una de las localizaciones donde puede llegar a darse un edema, así como una de las más peligrosas, es en el tejido cerebral. En el edema cerebral nos encontramos con un aumento y acumulación de líquido entre las células cerebrales que genera una inflamación con la suficiente magnitud como para provocar sintomatología clínica.
Esta inflamación resulta tan grave en este caso debido a que el encéfalo no flota en el vacío, sino que se ve rodeado por una estructura ósea que lo protege pero a su vez lo limita: el cráneo. La acumulación de líquido puede provocar una compresión de la masa cerebral contra las paredes de éste, pudiendo generar que las neuronas acaben por morir.
Asimismo, aumenta en gran medida el nivel de presión intracraneal al no mantenerse el equilibrio electrolítico habitual, cosa que también puede alterar y provocar la degeneración celular. Por último, la compresión puede afectar a los vasos sanguíneos, impidiendo que llegue oxígeno a alguna de las regiones del cerebro y esta termine por ahogarse.
Dependiendo de las regiones cerebrales comprimidas los síntomas pueden variar en gran medida. Generalmente suelen aparecer mareos, fatiga y debilidad, así como también una posible alteración del nivel de conciencia, cefaleas, síntomas gastrointestinales como náuseas y/o vómito o alteraciones perceptivas. La respiración puede acelerarse e incluso pueden aparecer convulsiones.
Relacionado con las alteraciones de conciencia, en casos graves se puede provocar el coma del paciente o incluso su muerte si se comprimen los núcleos encargados de mantener el ritmo cardíaco y respiratorio. En algunos casos puede llegar a generar una herniación del cerebro o la pérdida permanente de funciones relevantes.
Además de éstos síntomas, la presencia de edema cerebral puede conllevar el deceso o la aparición de algún tipo de discapacidad física, psíquica o sensorial, pudiendo alterar en gran medida el funcionamiento habitual de la persona sea de forma temporal o permanente.
Tipos de edema cerebral
No existe un único tipo de edema cerebral, sino que podemos encontrar distintas tipologías en función de dónde y porqué se produzca el desequilibrio y la acumulación de líquido. Y es que el líquido puede acumurase tanto dentro de las células como en el espacio extracelular.
1. Edema citotóxico
En este tipo de edema la hinchazón se produce al acumularse líquido dentro de las propias células, habiendo captado éstas de forma anormal una cantidad excesiva de líquido intersticial. Generalmente es producido por un mal funcionamiento de las bombas de sodio/potasio y las canales por los que entra y sale el líquido de las células. Nos encontramos ante un problema de regulación del metabolismo celular y el mantenimiento de la homeóstasis. El consumo de algún elemento tóxico puede ser una de sus causas.
2. Edema vasogénico
Se considera como tal a aquel edema que se produce como consecuencia de un aumento de la permeabilidad del sistema nervioso, debido a la ruptura de la barrera hematoencefálica. Generalmente nos encontramos con que el plasma sanguíneo penetra en el parénquima o espacio extracelular que rodea a las células nerviosas y se acumula en él. Se trata del tipo más común de edema cerebral. Tumores, accidentes cerebrovasculares y traumatismos craneoencefálicos tienden a ser algunas de sus causas más habituales.
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3. Edema hidrocefálico o intersticial
Edema generado por las obstrucción de los canales por los que circula el líquido cefalorraquídeo, generando que se inflamen los ventrículos cerebrales o las áreas cercanas a la zona bloqueada. Aparece en la hidrocefalia.
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Posibles causas
Existen una gran cantidad de posibles causas para la existencia de un edema cerebral. Algunas de las más frecuentes son las siguientes.
1. Traumatismo craneoencefálico
Una de las causas que pueden resultar más sencillas de identificar es la que tiene que ver con la existencia de un traumatismo en la cabeza. Dicho golpe genera que se produzca la rotura de vasos sanguíneos, inundándose el cerebro de sangre. Al intentar absorber el exceso de líquido las células se inflamarían.
2. Accidente cerebrovascular
La existencia de una hemorragia cerebral o el bloqueo del sistema cerebrovascular es una de las más conocidas causas de edema cerebral. Y es que estos accidentes generarían que o bien se extravasaran directamente fluidos en el interior del cerebro o bien que las células nerviosas murieran y se rompieran, provocando acumulación de líquido.
3. Infecciones víricas o bacterianas
Otra de las posibles causas de un edema cerebral puede hallarse en la existencia de una infección. Las células resultan dañadas y se rompen, generando sus restos un desequilibrio en el nivel de líquido cerebral. Dentro de este grupo de causas encontramos enfermedades muy diferentes, desde la meningitis hasta el síndrome de Reye.
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4. Tumores
La aparición de neoplasias, sean benignas o malignas, puede generar la compresión de las vasos sanguíneos o bloquear el paso del líquido cefalorraquídeo, pudiendo tener como consecuencia la aparición de acumulación de líquido en algunas áreas del cerebro.
5. Hipoxia derivada de la altitud
Este tipo de edema se da en sujetos como escaladores y submarinistas. La principal causa es la existencia de una variación súbita de la presión atmosférica ante un ascenso rápido: ante la falta de oxígeno el organismo intenta dilatar las arterias y venas del sistema nervioso, pero si dicha situación se prolonga o el cambio se genera muy rápido dicha dilatación generará dificultades homeostáticas que culminarán con la acumulación de líquidos en el cerebro.
6. Hiponatremia
Trastorno que se da ante la ausencia de suficiente nivel de sodio en la sangre, que el organismo intenta compensar provocando un aumento de la entrada de líquido en el interior de las células.
7. Intoxicación
El consumo de algún tóxico o el envenenamiento puede generar alteraciones en el sistema nervioso que provoquen la existencia de desequilibrios en los niveles de líquido intra o extracelular.
Tratamiento
El tratamiento de un edema cerebral es imprescindible y requiere de una actuación profesional rápida con el fin de evitar el deceso o la aparición de daños irreparables en el paciente.
El primer paso que debe emplearse es la eliminación de la acumulación de líquido y la reducción de la inflamación, siendo imprescindible controlar en todo momento las constantes vitales. Puede ser necesaria la aplicación de mecanismos artificiales de respiración para mantener un flujo constante y suficiente de oxígeno.
En los casos en que la vida del paciente corra peligro, es habitual que se emplee la cirugía de manera inmediata para controlar el nivel de inflamación mediante un drenaje del líquido, o bien la resección de parte del cráneo para liberar y reducir la presión intracraneal. Una vez el paciente se encuentra estabilizado, es necesario analizar qué ha generado el problema con el fin de tratar sus causas.
Asimismo, se ha comprobado que la inducción de una hiperventilación controlada disminuye la formación de edema cerebral. Sin embargo debe estar muy controlada, puesto que dependiendo de en qué medida y durante cuanto tiempo se realice puede tener efectos muy perjudiciales.
Tanto en este como en otros casos en que no se llega a emplear la cirugía, es habitual el uso de diferentes fármacos. Por ejemplo, es muy frecuente la aplicación de corticoesteroides con el fin de reducir el nivel de presión intracraneal en aquellos casos en que el problema no sea de origen citotóxico o hemorrágico. También puede emplearse osmóticos y diuréticos que faciliten la expulsión de líquidos.
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