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Por qué tomamos mejores decisiones con la edad

Con el paso de las décadas, la capacidad de tomar buenas decisiones parece mejorar.

Por qué tomamos mejores decisiones con la edad

Tomar decisiones es una parte fundamental de nuestra vida diaria, desde elegir qué desayunar hasta decidir aspectos cruciales como una carrera profesional o una relación. Sin embargo, no siempre tomamos decisiones de manera óptima, y la calidad de nuestras elecciones varía notablemente en función de la etapa de vida en la que nos encontremos. Durante la adolescencia, nuestras decisiones las marcan la impulsividad y la inconsistencia, mientras que en la adultez somos más estratégicos y planificados.

¿Por qué se da esta evolución? La respuesta radica tanto en el desarrollo cerebral como en la experiencia acumulada con el tiempo. Estudios recientes han mostrado que el llamado ruido de decisión, esa variabilidad que nos lleva a tomar elecciones subóptimas, disminuye con la edad. Esto no solo se traduce en una mayor coherencia al tomar decisiones, sino que también permite el desarrollo de habilidades más sofisticadas, como la planificación y flexibilidad cognitiva.

Veamos cómo y por qué mejoran nuestras decisiones con la edad, analizando los factores de tipo neurobiológico y experienciales que influyen en mayor medida en este proceso.

Adolescencia y caos en la toma de decisiones

La adolescencia es una etapa caracterizada principalmente por el desarrollo acelerado del cerebro y la transición hacia la autonomía personal, pero también por decisiones que, desde fuera, pueden parecer impulsivas o irracionales. Este comportamiento no es fortuito; se debe a un fenómeno conocido por la ciencia como “ruido de decisión”. Este término hace referencia a la variabilidad o inconsistencias en las elecciones, lo que lleva a resultados menos óptimos. Los adolescentes suelen mostrar niveles altos de este ruido, que tiende a disminuir con la maduración.

El cerebro adolescente todavía está en desarrollo, particularmente en áreas clave como la corteza prefrontal, responsable del control cognitivo, la planificación y la regulación de impulsos. Durante esta etapa, los recursos cognitivos son más limitados, lo que dificulta la capacidad para procesar información compleja o anticipar las consecuencias a largo plazo de sus decisiones. En su lugar, los adolescentes suelen apoyarse en estrategias cognitivas “baratas”, es decir, más simples y rápidas, pero menos precisas.

Además, factores emocionales, motivacionales y sociales ejercen una gran influencia en las decisiones durante esta etapa. Los adolescentes son especialmente sensibles a las recompensas inmediatas, las presiones sociales y las emociones intensas. Por ejemplo, una elección impulsiva puede estar más relacionada con el deseo de pertenecer a un grupo o de obtener una gratificación inmediata, en lugar de un análisis detallado de pros y contras.

Estos patrones, aunque puedan parecer desventajas, también cumplen una función adaptativa. La apertura al riesgo y la exploración de nuevas experiencias permiten a los adolescentes aprender del entorno y adaptarse en contextos en constante cambio. Sin embargo, el elevado ruido de decisión puede llevarlos a cometer errores que los adultos probablemente evitarían, resaltando la importancia del desarrollo continuo en las habilidades de toma de decisiones a medida que maduran.

Adultez: comienzo de la sofisticación

A medida que envejecemos, el proceso de toma de decisiones evoluciona significativamente. Uno de los cambios más notables es la disminución del denominado “ruido de decisión”, esa variabilidad en las elecciones que caracteriza a la adolescencia. En la adultez, el cerebro está mejor equipado para enfrentar situaciones complejas, lo que se traduce en decisiones más consistentes, planificadas y adaptadas a objetivos concretos.

El desarrollo continuo de la corteza prefrontal, una región clave para el control cognitivo, marca una diferencia fundamental. En los adultos esta área madura alcanza su pleno funcionamiento, mejorando habilidades como la planificación a largo plazo, la inhibición de impulsos y la evaluación de consecuencias. Este avance permite tomar decisiones más deliberadas y orientadas hacia metas específicas, en lugar de depender de estrategias rápidas e impulsivas.

Además de los cambios neurológicos, la experiencia acumulada juega un papel igualmente crucial. Con el tiempo, los adultos desarrollan un “archivo mental” de aprendizajes pasados, que sirve como guía para enfrentar nuevas situaciones similares. Esto facilita el uso de estrategias sofisticadas, como analizar múltiples variables antes de decidir o adaptar planes en función de cambios inesperados. Por ejemplo, un adulto puede ajustar una inversión financiera ante fluctuaciones del mercado, mientras que un adolescente podría sentirse abrumado por la misma situación.

La flexibilidad cognitiva, es decir, la capacidad de adaptarse rápidamente a circunstancias cambiantes, también mejora con la edad. Los adultos son más hábiles para integrar nueva información y ajustar sus decisiones en consecuencia. Esto es especialmente importante en contextos complejos, como cambios en el entorno laboral o problemas interpersonales, donde la adaptabilidad se convierte en una ventaja decisiva.

Un aspecto interesante es cómo la reducción del ruido de decisión contribuye a un mejor equilibrio entre emoción y razón. Aunque las emociones siguen influyendo en los adultos, su impacto se modera gracias a un mayor control cognitivo. Esto permite evaluar riesgos y beneficios con mayor objetividad, algo fundamental para tomar decisiones importantes, como elegir un empleo, una pareja o una estrategia de ahorro.

En conjunto, estos avances neurológicos y experienciales convierten a la adultez en una etapa de mayor maestría en la toma de decisiones. Si bien no elimina por completo los errores, la capacidad de aprender de ellos y ajustar el rumbo es notablemente superior, reflejando la combinación de un cerebro maduro y sabiduría acumulada.

La influencia de las emociones en las decisiones

Las emociones tienen un papel clave en la toma de decisiones que no debe ignorarse, pero su influencia cambia de manera significativa entre la adolescencia y la adultez. En los adolescentes, las emociones suelen dominar el proceso de decisión. Su cerebro, aún en desarrollo, otorga prioridad a la búsqueda de recompensas inmediatas y a la satisfacción emocional, lo que puede llevar a elecciones impulsivas y a veces riesgosas.

Por ejemplo, un adolescente puede decidir participar en una actividad peligrosa impulsado por el deseo de aceptación social o la emoción del momento, sin considerar las posibles consecuencias negativas. Esto se debe en gran parte al desarrollo incompleto de la corteza prefrontal, que regula el control de impulsos y el pensamiento racional, combinado con una mayor sensibilidad a las influencias externas y al sistema de recompensa.

En la adultez, aunque las emociones siguen siendo un factor importante, su impacto se equilibra gracias a un mayor control cognitivo. Los adultos suelen ser más capaces de evaluar sus emociones, comprender su origen y decidir si deben influir o no en sus elecciones. Este equilibrio entre emoción y razón les permite abordar situaciones complejas con una perspectiva más objetiva y estratégica.

Implicaciones para la vida cotidiana y la salud mental

La evolución en la toma de decisiones tiene implicaciones significativas par la vida cotidiana y la salud mental. Comprender cómo maduramos en este aspecto puede ayudarnos a tomar elecciones más conscientes y a fomentar el desarrollo de habilidades clave en las diferentes etapas de la vida.

En los adolescentes, el alto nivel de ruido en las decisiones pueden ser una fuente de frustración tanto para ellos como para quienes los rodean. Sin embargo, reconocer que estas inconsistencias son parte natural de su desarrollo permite orientarles con paciencia y apoyo, ayudándoles a construir hábitos positivos y a reflexionar sobre sus elecciones. Programas educativos que enseñen habilidades como la regulación emocional y la planificación pueden ser fundamentales para la reducción de los errores impulsivos y la promoción del aprendizaje desde edades tempranas.

En las personas adultas, la capacidad de tomar decisiones más sofisticadas se traduce en beneficios tangibles, como una mejor gestión financiera, relaciones más saludables y mayor adaptación al cambio. Sin embargo, esta evolución no elimina los desafíos emocionales. Las decisiones complejas, como elegir un nuevo empleo o enfrentar una crisis familiar, pueden generar ansiedad o estrés, y es normal. Aquí, la introspección y el apoyo profesional, como la terapia, pueden ser herramientas valiosas para lograr mantener un equilibrio emocional.

Finalmente, este conocimiento tiene implicaciones en la salud mental a largo plazo, especialmente en el manejo de trastornos relacionados con la impulsividad o la toma de decisiones. Comprender las bases neurocognitivas detrás de nuestras elecciones abre puertas a intervenciones personalizadas, mejorando el bienestar y fomentando el desarrollo de una vida más plena y consciente.

Conclusiones

La evolución de la toma de decisiones a lo largo de la vida refleja el desarrollo de nuestro cerebro y la acumulación de experiencia vital. Durante la adolescencia, el ruido de decisión y la influencia emocional son predominantes, lo que lleva a elecciones menos óptimas pero esenciales para promover el aprendizaje y la adaptación. En la adultez, la disminución de este ruido junto con el desarrollo de estrategias más complejas y el equilibrio entre la emoción y la razón, nos permite abordar situaciones de una forma más eficiente y adaptativa.

Entender estos cambios tiene implicaciones profundas en nuestra vida diaria y en la salud mental. Desde apoyar a los jóvenes en su desarrollo cognitivo hasta aprovechar la experiencia y flexibilidad de los adultos, este conocimiento puede guiarnos hacia decisiones más conscientes. Asimismo, ofrece oportunidades para desarrollar intervenciones que mejoren la toma de decisiones en personas de todas las edades, promoviendo un mayor bienestar individual y colectivo.

  • Scholz, V.; Waltmann, M.; Herzog, N.; Horstmann, A. L. (2024). DesernoDecrease in decision noise from adolescence into adulthood mediates an increase in more sophisticated choice behaviors and performance gain. PLOS BIOLOGY.

Al citar, reconoces el trabajo original, evitas problemas de plagio y permites a tus lectores acceder a las fuentes originales para obtener más información o verificar datos. Asegúrate siempre de dar crédito a los autores y de citar de forma adecuada.

Javi Soriano. (2024, noviembre 25). Por qué tomamos mejores decisiones con la edad. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/inteligencia/por-que-tomamos-mejores-decisiones-con-edad

Psicólogo

Javi Soriano es graduado en Psicología por la Universidad de Valencia y está acabando un Máster en Investigación Psicosocial. Le interesa todo lo que tiene que ver con las personas y la sociedad, pero le encanta leer y escribir sobre temas relacionados con el género, la sexualidad y las minorías. Es una persona muy curiosa a la que le encantan los debates y aprender de los demás.

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