Dolor de cabeza por ansiedad: posibles causas y qué hacer

El dolor de cabeza por ansiedad es un tipo de malestar común. Veamos cómo surge y cómo superarlo.

Dolor de cabeza por ansiedad

Ansiedad y dolor de cabeza son dos molestias muy comunes y que en más de una ocasión se presentan de forma combinada. No es extraño, puesto que la ansiedad trae consigo síntomas corporales, molestias físicas y entre ellas no podía faltar el dolor de cabeza.

El dolor de cabeza por ansiedad es un fenómeno común, un problema física atribuido a un problema psicológico. Veamos sus características.

Características del dolor de cabeza por ansiedad

Tanto la ansiedad como los dolores de cabeza son dos problemas muy comunes en la población. De hecho, son tan comunes que en más de una ocasión vienen juntos, haciendo que una misma persona tenga estos dos malestares.

Si bien no todos los dolores de cabeza tienen por qué estar provocados por la ansiedad, sí que es cierto que hay relación entre los dolores de cabeza y la ansiedad, de tipo bidireccional puesto que la ansiedad incrementa el dolor de cabeza y, a su vez, este dolor nos puede provocar más ansiedad.

La ansiedad y el cuerpo

La ansiedad es un fenómeno muy común entre la población. A pesar de que sea una emoción negativa y se la considere como algo intrínsecamente malo, lo cierto es que implica un estado psicológico y fisiológico necesario para nuestra supervivencia, siempre y cuando se manifieste de forma proporcionada y sin repercutir gravemente en nuestra salud. Forma parte de nuestra naturaleza, y no podemos vivir sin ansiedad porque, en ese caso, también tendríamos un problema.

Sentimos ansiedad como resultado de la activación de un mecanismo biológico producto de la evolución, el cual nos permite adaptarnos a las adversidades de nuestro entorno. Es aquello que nos moviliza a hacer frente a un problema o, en caso de no tener certezas de éxito, evitarlo. En otras palabras, la ansiedad moviliza los recursos necesarios para que podamos emitir una respuesta de lucha o huida según sea el caso y, pese a que sentirse ansioso no es cómodo, es necesario para que podamos salir indemnes y victoriosos de la situación en la que nos hemos metido.

Pero la ansiedad puede ser patológica. Esto ocurre cuando esta activación es excesiva, haciendo que deje de ser un mecanismo adaptativo y se convierta en un problema, dañando nuestra salud. Este fenómeno es muy común en la sociedad estresante en la que vivimos, haciendo que muchas personas se encuentren en constante tensión lo cual se manifiesta de forma orgánica en un peor funcionamiento del sistema inmunitario, problemas gastrointestinales y, como no, dolor de cabeza.

Dolor de cabeza por estrés

Ansiedad y dolor de cabeza: ¿cómo se relacionan?

Cuando nos encontramos ansiosos, de manera automática y sin poder controlarlo, nuestros músculos se tensionan mucho. Un ejemplo de cómo la ansiedad se manifiesta de forma física la tenemos en los característicos temblores, resultado de que las fibras musculares reciban tanta estimulación por parte del sistema nervioso que se mantienen muy tensas, pero también haciendo que se empiecen a tirar entre ellas y se produzcan estos pequeños movimientos convulsionantes.

Los temblores son síntomas de la ansiedad bien visibles, pero también hay otros fenómenos a pequeña escala que se dan a causa de estar ansioso. Como hemos comentado, la ansiedad nos prepara para emitir una respuesta de lucha o huida, motivo por el cual y para conseguir que esta respuesta sea lo más eficiente posible, el sistema nervioso envía señales a nuestros músculos para que se tensen, preparándose para hacer uso de la máxima fuerza que les sea posible cuando reciban las órdenes del cerebro para o bien luchar o bien huir.

Las zonas más sensibles a esta tensión muscular son la cabeza, el cuello e incluso los músculos de los ojos, debido a que por estas regiones pasan muchos músculos. Cuando la ansiedad se mantiene por mucho tiempo, las fibras musculares de estas zonas permanecen en tensión por demasiado tiempo, tanto que surgen dolores de cabeza, junto con contracturas y nudos musculares. A este tipo de dolores fruto de la tensión muscular por la ansiedad se les llama cefaleas tensionales.

Las cefaleas tensionales suelen surgir cuando hay demasiada tensión en la parte del cuello y del cuero cabelludo, siendo la ansiedad una de sus causas principales. No obstante, este mismo tipo de dolor de cabeza puede surgir por otras causas, entre ellas el haber permanecido por demasiado tiempo en una postura incómoda, no haberse ejercitado adecuadamente, o a causa de algún tipo de lesión deportiva o mal movimiento.

Cabe mencionar que existe otro tipo de cefaleas asociadas a la ansiedad producidas por la constricción y dilatación de las venas y arterias en el cráneo y el cerebro. Se trata de las cefaleas vasculares, las cuales se asocian a la ansiedad debido a que este estado psicológico puede provocar cambios considerables en el sistema vascular, especialmente incrementando el latido cardiaco y haciendo que se lleve más sangre a ciertas partes del cuerpo. En este caso, el dolor se expresa por todo el cráneo, como si tuviéramos un casco.

¿Cómo reducir este malestar?

Por fortuna, existen varias maneras de prevenir la aparición de los dolores de cabeza asociados a la ansiedad. Como se puede sospechar, la mayoría de estas medidas están enfocadas en prevenir y reducir la ansiedad. Evitando sufrir ansiedad por demasiado tiempo, o reduciendo su intensidad, podemos prevenir el tan molesto síntoma del dolor de cabeza por ansiedad. Ahí van algunos consejos:

1. Practicar ejercicios de relajación

Los ejercicios de relajación contribuirán a reducir la ansiedad y, consecuentemente, evitarán la aparición de los dolores de cabeza. Existen varias técnicas relajantes simples y fáciles de aplicar, que solamente requieren dedicar unos pocos minutos.

Algunas de las técnicas ideales para reducir la ansiedad encontramos la relajación muscular progresiva de Jacobson o el escaneo corporal, aunque también se puede optar por técnicas de meditación y relajación como el yoga, el taichi o el pilates, siempre y cuando le sirva a la persona para reducir su ansiedad.

2. Dormir bien y lo suficiente

No es ningún secreto que las personas que duermen peor son más propensas a estar ansiosas. Un mejor sueño se traduce en una mejor salud mental y, también, en padecer menos dolores asociados a la ansiedad.

Por ello es muy importante tener una buena higiene del sueño, yéndose a dormir entre las 10 y las 12 de la noche, evitando cenar demasiado pesado, no consumir cafeína después de las 6 de la tarde y reducir el uso de pantallas.

La cantidad de horas necesarias para estar descansado varían de persona en persona, pero lo normal ronda entre las 7 y 9 horas. 5 son demasiado pocas, y más de 10 podría ser un problema, un síntoma de un trastorno depresivo o alguna otra condición.

3. Practicar ejercicio físico

La práctica de ejercicio físico nos ayudará a tener una mejor salud física y también psicológica. El deporte no únicamente contribuye a tener un mejor estado físico, ganando masa muscular, fortaleciendo los huesos y perdiendo grasa, sino que también previene alteraciones médicas y contribuye a que seamos más felices y calmados.

Tras hacer ejercicio nuestro cerebro se inunda de endorfinas, hormonas que inducen a un estado de calma, serenidad y felicidad. Gracias a ello, tras haber corrido o practicado un deporte no nos alteramos tan fácilmente y, por lo tanto, corremos menor riesgo de sufrir ansiedad.

Añadido a todo esto, mover nuestro cuerpo hace que la sensación de dolor muscular se reduzca, especialmente en partes tan complicadas y molestas como lo son la espalda y el cuello.

4. Comer saludable

Mantener un estilo de vida saludable es uno de los mejores factores de protección ante la ansiedad y sus problemas asociados. Además del deporte y de dormir bien, es necesario comer adecuadamente.

Una dieta saludable, variada y rica en nutrientes contribuirá a que tengamos un buen estado de salud, evitando problemas cardíacos, hormonales y enfermedades cuyo diagnóstico nos va a provocar sin lugar a dudas un estado de ansiedad.

5. Acudir a psicoterapia

Por último y no menos importante está el consejo de acudir a psicoterapia, puesto que la ansiedad no deja de ser un problema psicológico que debe ser superado con la ayuda de un psicólogo.

Las cefaleas son muy resistentes a los medicamentos, y difíciles de eliminar aunque se reduzcan las fuentes de estrés. Las tensionales son especialmente dañinas, puesto que incrementan el riesgo de padecer contracturas y otros daños musculares, por ello es tan importante acudir a un profesional.

Son muchos los tratamientos psicológicos enfocados en la ansiedad, puesto que al ser un problema tan común ha hecho que se investigue mucho. Por ello, al acudir a un psicólogo se debe tener la certeza de que el profesional dispondrá de técnicas especialmente útiles para reducir la ansiedad y, de forma indirecta, los dolores de cabeza asociados.

¿Cuándo se debe buscar atención médica urgente?

Si bien es bastante probable que el dolor de cabeza se deba a la ansiedad y pueda ser tratado por vías poco invasivas, como la incorporación de hábitos saludables además de recurrir a un psicólogo clínico que pueda enseñar al paciente estrategias apra reducir su ansiedad, puede darse el caso de que se requiera buscar atención médica urgente. Entre los motivos por los que se debería ir a urgencias tenemos:

  • El dolor es repentino y muy intenso
  • Viene acompañado de fiebre, rigidez en el cuello, desorientación, visión doble, debilidad, convulsiones, erupciones cutáneas, entumecimiento o problemas para hablar.
  • Aparece tras un traumatismo, una caída o un golpe
  • Empeora a pesar de dormir lo suficiente y tomar analgésicos de venta libre.

Estos síntomas podrían indicar que se está padeciendo una enfermedad que requiere tratamiento inmediato, pudiendo tratarse de un traumatismo craneoencefálico, un tumor cerebral, una intoxicación por drogas y otras condiciones médicas. En estos casos, el tiempo apremia y se debe recurrir lo antes posible a la sala de urgencias del hospital más cercano.

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Graduado en Psicología con mención en Psicología Clínica por la Universidad de Barcelona. Postgrado de Actualización de Psicopatología Clínica en la UB.

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