El Mindfulness, o Atención Plena, es uno de los conceptos que han ganado más popularidad en el mundo de la meditación. Pero no solo se ha dado a conocer en ese contexto, sino que hoy en día es una práctica ampliamente utilizada por psicólogos, ya sea en las sesiones de psicoterapia o en talleres para centros educativos o empresas, en programas de entrenamiento en gestión emocional para profesionales, etc.
Dicho de otro modo, el Mindfulness no es únicamente meditación tal y como solemos entenderla; es también una herramienta de salud mental con una amplia diversidad de ámbitos de aplicación, dado que aporta beneficios objetivos a varios niveles. Por ello, en este artículo hablaremos acerca de la evidencia que existe acerca de la utilidad de la Atención Plena.
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¿En qué consiste la práctica de Mindfuless?
El término “Mindfulness” puede ser entendido de dos maneras diferentes (aunque complementarias). Por un lado, es un determinado estado de consciencia basado en el manejo del foco atencional, que queda dirigido hacia las experiencias del presente. Por otro lado, es una serie de ejercicios y técnicas para lograr llegar a ese estado de consciencia, y que son los procedimientos usados por los psicólogos para ayudar a pacientes y clientes (aunque también pueden ser aprendidos para aplicarlos a uno mismo).
¿Y en qué consiste exactamente ese estado atencional favorecido por el Mindfulness? Como hemos adelantado, su razón de ser puede ser expresada mediante la frase “estar en el aquí y ahora”, con todo lo que ello conlleva. La persona que practica Mindfulness adopta una serie de estrategias para centrar su atención en el momento presente, sin llegar a juzgarlo o a valorarlo moralmente, desde una actitud de aceptación y simple observación de lo que hay.
No se trata de poner la mente en blanco ni de intentar no pensar en nada (algo que nunca lograremos por más que lo intentemos), sino de ver llegar las sensaciones, estímulos y pensamientos, contemplarlos, y ver cómo se van igual que vinieron a nosotros, sin intentar aferrarnos a esos contenidos mentales o sensoriales.
De este modo, la Atención Plena nos permite romper el círculo vicioso de la ansiedad anticipatoria y de la rumiación psicológica, haciendo que, por decirlo de algún modo, nuestro estado de conciencia “parta desde cero”, dirigiendo una nueva manera de ver las cosas al analizar nuestra situación presente y sin tener que arrastrar ciertos pensamientos obsesivos y rutas mentales que recorremos una y otra vez sin darnos cuenta y nos impiden progresar.
Así pues, aunque en la práctica la experiencia de la Atención Plena se asocia a la calma y al bienestar, la práctica de Mindfulness no debe ser entendida como un recurso dentro del ámbito de las técnicas de relajación. El hecho de estar en Atención Plena tiende a relajarnos, sí, pero esa es una de las consecuencias de este tipo de actividad, no su principal objetivo.
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¿Para qué sirve el Mindfulness?
Como hemos dicho, el Mindfulness no es meditación sin más, ni es algo cuyo objetivo principal sea “hacernos sentir bien” en el momento o calmarnos. Sus implicaciones terapéuticas tienen más calado que eso, y en la actualidad ya existe evidencia científica acerca de su versatilidad al potenciar la salud mental y el equilibrio emocional. Veamos cuales son sus beneficios más importantes.
1. Ayuda a combatir la ansiedad y el estrés
El Mindfulness no solo hace que en cuestión de minutos mitiguemos los niveles de estrés y ansiedad. Además, como nos hace pasar por un “reset” mental, nos permite mirar de frente nuestros problemas sin dejar que la angustia nos paralice, de manera que nos vienen a la mente más soluciones acerca de cómo superar los problemas que están detrás de cada preocupación, dado que no intentamos evitar pensar en eso.
Además, este es uno de los beneficios de la Atención Plena con más ramificaciones, pues la gestión disfuncional de la ansiedad es una de las causas más comunes de muchos trastornos psicológicos, como por ejemplo las adicciones.
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2. Es de gran ayuda para sobrellevar el dolor
El Mindfulness también se usa en el tratamiento del dolor crónico, dado que buena parte del malestar producido por esta clase de afectaciones es de raíz psicológica y tiene que ver con cómo gestionamos nuestro foco atencional.
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3. Contribuye a evitar recaídas en la depresión
Las personas más propensas a experimentar síntomas depresivos pueden practicar Mindfulness para no volver a caer en episodios depresivos. Esto es posible gracias a la facilidad con la que tras acostumbrarnos a practicar Atención Plena podemos invertir nuestros esfuerzos y atención a aquello que nos motiva o nos produce ilusión en la vida.
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4. Induce a un estado de aceptación útil para gestionar la frustración y evitar discusiones
El Mindfulness facilita que no nos obsesionamos con los “debería ser” y os centremos en el “es”, algo que nos ayuda a no sufrir por aquello que está fuera de nuestro control.
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