La historia del reloj de pulsera se remonta a su invención en 1812, momento en que Abraham Louis Breguet creó el primero por encargo de la reina de Nápoles y hermana de Napoleón Bonaparte, Caroline. Sin embargo no sería hasta comienzos del siglo XX en que empezaría a popularizarse entre las mujeres. Los relojes de pulsera masculinos aparecieron en el mundo de la aviación de la mano de Louis Cartier, que elaboró el primero para el piloto Alberto Santos -Dumont.
Desde esta época se han ido produciendo grandes avances en su elaboración y funcionamiento, pero ya desde el principio ha existido la duda de en qué mano se pone el reloj. Es sobre este aspecto sobre el que vamos a hablar a lo largo de este artículo.
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¿En qué mano se pone el reloj?
Si bien es algo que la mayoría de nosotros hacemos de forma automática, es posible que en alguna ocasión nos preguntemos si existe alguna norma social con respecto a dónde debe llevarse el reloj.
La mayoría de personas lo lleva en la muñeca izquierda, pero ello es debido a que la mayor parte de la población es diestra. Y es en realidad y de forma tradicional el reloj se ha colocado en la mano contraria a la dominante. Así, mientras que los diestros lo llevan en la muñeca izquierda mientras que los zurdos lo llevan en la derecha.
¿Por qué es así?
Las razones para que el reloj se ponga en la mano contraria son eminentemente prácticas. En primer lugar, hay que tener en cuenta que ello permite que a nivel funcional lo que hacemos con la mano dominante no resulte afectado si quisiéramos mirar la hora.
Por ejemplo, a la hora de escribir el reloj y su correa podrían molestar al usuario, algo que no ocurre con la mano no dominante. Otro aspecto a tener en cuenta es el hecho de que tener que parar de realizar acciones con la mano dominante para mirar la hora podría tener consecuencias fatales en determinados contextos, como ocurre en el ámbito en que se originaron los primeros relojes masculinos: la aviación.
Además, usamos constantemente la mano dominante en la mayoría de acciones que requieren del uso de las manos, algo que de llevar el reloj en dicha mano se expondría el reloj a golpes, fricciones, rayaduras y fracturas varias al ser más frecuente que la dominante se deslice por superficies de diferente tipo.
Asimismo hay que valorar que los primeros relojes de pulsera necesitaban que se les diera cuerda varias veces al día, algo que precisaría del uso de la mano dominante para poder hacerse con facilidad.
Una explicación con más de leyenda urbana
Aunque puede parecer un tema menor, lo cierto es que incluso en el siglo XX existen registros sobre la reflexión sobre este tema. Además de las explicaciones anteriormente mencionadas, también han ido surgiendo algunas explicaciones falsas producto del desconocimiento que incluso podríamos considerar leyendas urbanas.
Una de las más conocidas al respecto hace referencia a que el motivo era por el hecho de que los relojes se ponían en la mano izquierda (en el caso de los diestros) debido a que es la muñeca en la que se mide suele medir el pulso.
La creencia popular cuando empezaron a existir relojes automáticos (es decir los que dejaron necesitar que se les diera cuerda) era que los relojes se alimentaban para funcionar de los movimientos o la energía transmitida por el pulso cardíaco que se manifiesta en dicha muñeca (a pesar de que en realidad el pulso existe en ambas muñecas y que el funcionamiento de los relojes no tiene nada que ver con el pulso).
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¿Por qué a veces se pone en la otra muñeca?
Si bien el ponerse el reloj en la mano no dominante es lo tradicional y tiene un sentido práctico ello no implica que no pueda o esté mal visto llevarlo en la dominante. En el fondo, cada uno de nosotros se lo colocará donde le plazca y seguirá cumpliendo su función igual.
De hecho en ocasiones por ser un complemento vistoso y símbolo de poder y riqueza (si son de marca) en ocasiones se colocan deliberadamente en la muñeca dominante. Puede ser una manera de distinguirse o intentar diferenciarse de lo tradicional de manera simbólica.
Otro motivo por el que suele llevarse en la dominante es por estética o diseño, existiendo algunos relojes diseñados para llevarse en una muñeca concreta (algo visible por la orientación de la corona). En principio la corona debería ir por fuera de la manga, siendo visible.
Sin embargo, podemos comprobar como, por ejemplo, que si bien hoy en día las personas zurdas tienen relojes elaborados teniendo en cuenta su dominancia manual, en un principio el ser zurdo era mal visto e incluso intentaba “corregirse”, o bien no solía tenerse en cuenta por el hecho de no ser la dominancia manual mayoritaria. En este sentido muchas personas pueden llevar el reloj en la mano dominante como herencia o costumbre de esos tiempos, no tan lejanos como parece.
Un último motivo, más curioso, tiene un sentido funcional: dado que generalmente se pone en la mano no dominante, ponerse el reloj en la dominante permite utilizar su visión para recordarnos un hecho importante. Por ejemplo, puede servir para recordar que se tiene que ir a reparar el reloj o ponerle pila, o bien para recordar que tenemos una cita en algún momento.