En el mes de septiembre de 1848, la vida de un joven capataz de la línea de ferrocarriles dio un vuelco a partir de un terrible accidente laboral.
En ese momento, su trabajo consistía en volar rocas con explosivos para permitir así el paso de las vías de tren, y necesitaba para ello colocar pólvora y arena en un agujero perforado en la piedra.
Phineas Gage: un caso de estudio
Lamentablemente, un error en el procedimiento hizo que, cuando este obrero intentaba compactar la pólvora colocada en la cavidad utilizando una barra de metal, saltase una chispa. La explosión de la mezcla se produjo a escasos centímetros de la cara del joven y, como resultado, la barra de metal de un metro de longitud y unos tres centímetros de diámetro le atravesó el cráneo antes de aterrizar a más de veinte metros de donde se encontraba inicialmente.
Phineas Gage, pues este era el nombre del obrero, recobró la consciencia unos minutos más tarde con un agujero que trazaba una diagonal desde una de sus mejillas hasta la parte superior de la cabeza, justo encima de la frente. Gran parte de sus lóbulos frontales del cerebro habían dejado de existir como tales. Sin embargo, Phineas Gage no sólo sobrevivió a esta experiencia, sino que fue capaz de recobrar la mayor parte de sus habilidades mentales y pasó a la historia como uno de los casos más estudiados en los campos de la psicología, la medicina y las neurociencias.
El doctor Harlow y el milagro médico
Casi todo lo que sabemos sobre Phineas Gage es lo que dejó documentado sobre él el doctor Harlow, el médico que lo trató. Este sanitario quedó fuertemente impresionado por el hecho de que Gage estuviese consciente y fuese capaz de hablar en el momento en el que entró en su consulta, pero más le extrañó que su paciente se recuperase a los pocos meses de haber llegado, tras haber pasado una etapa de fiebres y delirios.
De este modo, tras escasas 10 semanas las funciones del cerebro de Gage parecían haberse recuperado casi automáticamente, como si los tejidos celulares del cerebro hubiesen sabido reorganizarse para compensar la ausencia de varios centímetros cúbicos de lóbulo frontal. Sin embargo, al doctor Harlow le llamó la atención otra cosa: aunque objetivamente el capataz no parecía tener déficits intelectuales ni de movimiento significativos, su personalidad parecía haber cambiado a raíz del accidente. Phineas Gage ya no era exactamente el mismo.
El nuevo Phineas Gage
Cuando Gage volvió a trabajar en la obra, el obrero mesurado y cordial que todos conocían había desaparecido para dar paso a una persona con mal genio, fácil de irritar, dado a los insultos, con propensión al derroche y con una visión muy cortoplacista de la vida. Era, en general, una persona impaciente e irreverente, que se dejaba llevar por deseos fruto de un capricho y que pensaba poco en los demás.
Pronto dejó de trabajar para la obra y, pocos meses después, Phineas Gage pasó a trabajar en el museo Barnum exhibiéndose junto a la barra de metal que le había atravesado la cabeza. En los años posteriores estuvo viviendo en Chile, donde trabajó como conductor de carruajes de caballos, hasta que regresó a los Estados Unidos sintiéndose deteriorado y algo enfermo. Allí le ocurrieron los primeros ataques epilépticos, que lo acompañarían hasta su muerte en 1860.
¿Por qué es relevante el caso de Phineas Gage?
Este pequeño episodio histórico es parada obligatoria en muchas carreras universitarias relacionadas con las neurociencias y la conducta porque, de hecho, fue uno de los primeros ejemplos bien documentados en los que se vio cómo cambios materiales en el cerebro modificaban no sólo capacidades cognitivas, sino aspectos de la psicología que tradicionalmente se han asociado al "alma", es decir, a la manera de ser y la esencia de los seres humanos.
Existe la teoría de que Phineas Gage pasó a ser otra persona no ya a través de un proceso de aprendizaje o la autorreflexión, sino por un accidente muy concreto que modificó físicamente su cerebro. Lo que se comprobó después pudo haber sido un ejemplo de cómo el cerebro se reorganiza para suplir las carencias materiales producidas por la explosión a partir de los recursos más limitados de los que disponía, pero los efectos colaterales de esto se notaron en aspectos que se creía que no estaban tan sujetos al mundo material como, por ejemplo, la memoria.
De algún modo, el accidente de la barra de metal sirvió para señalar las bases biológicas en las que se sustentan procesos psicológicos más bien abstractos, como la gestión de las emociones y la toma de decisiones. Además, el caso de Phineas Gage también sirvió para reforzar la hipótesis de que diferentes áreas del cerebro se ocupan de diferentes aspectos de la conducta.
¿Posible Síndrome Prefrontal?
Hoy en día se cree que el cambio de personalidad de Phineas Gage puede ser, en realidad, un ejemplo de Síndrome Prefrontal, originado por la alteración del funcionamiento de los lóbulos frontales. La zona frontal del cerebro tiene un importante papel a la hora de vincular motivaciones presentes a objetivos futuros, lo cual incluye la posibilidad de situar las metas a largo plazo, la capacidad para renunciar a recompensas inmediatas en favor de proyectos más ambiciosos y la facultad de tener en cuenta las consecuencias que los propios actos tienen sobre la gente que nos rodea y, en general, la sociedad.
Esto explicaría que el nuevo estilo de comportamiento del Phineas Cage que había sufrido el accidente con la barra de metal se pareciera en algunos aspectos al repertorio de conductas esperables en alguien con personalidad psicopática. Los psicópatas también parecen mostrar dinámicas de activación neuronal en los lóbulos frontales distintas al resto de la población, pero en el caso de Gage esto estaría producido por la reorganización de las neuronas tras haberse lesionado el encéfalo.
Otra probable explicación para el caso de Phineas Gage
La idea de que la lesión cerebral fue la causa fundamental del cambio de personalidad de Phineas Gage está muy extendida, pero también hay otra explicación alternativa: que los cambios se debieran al impacto social que suponía estar desfigurado.
Tal y como señala Zbigniew Kotowicz, es muy probable que al menos una parte de sus cambios de conducta se debieran al impacto social que conlleva ser visto por los demás como alguien a quien le falta una parte del cerebro. Como siempre, es difícil desligar los aspectos biológicos de los que son de naturaleza social y cultural, y pude que al fin y al cabo a Gage le pasase lo mismo que le ocurrió al monstruo del Dr. Frankenstein en la novela de Mary Shelley: que fuese la sociedad, más que su propia naturaleza, quien lo transformara en un cuerpo extraño.