Las drogas son sustancias psicoactivas con un alto potencial para dañarnos tanto por dentro como por fuera.
Su uso habitual nos arrastra a un estilo de vida en el que vamos perdiendo el control de nuestras propias vidas, y a la vez, las moléculas que contienen, capaces de entrar en nuestro cerebro saltándose las barreras celulares protectoras que lo rodean, hacen que nuestra manera de pensar, de sentir y de comportarnos sufra un cambio radical, alterando físicamente el sistema nervioso del propio cuerpo.
En este artículo nos centraremos en este último aspecto de las drogas: cómo interactúan con nuestro organismo y causan daños en el cerebro. Daños que en muchos casos tardan mucho en revertirse o que directamente nunca llegan a desaparecer del todo, sobre todo sin apoyo terapéutico.
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Los principales daños que el consumo de drogas produce en el cerebro
Cada tipo de droga tiene sus propias mecánicas de funcionamiento una vez ha entrado en contacto con nuestras neuronas. Sin embargo, por lo general hay una serie de fenómenos neuropsicológicos que casi todas las adicciones a sustancias tienen en común, y que se plasman en cambios en el encéfalo de quien consume.
Estas son las diferentes maneras en las que el uso de drogas genera en el cerebro de quienes han desarrollado o están desarrollando una adicción.
1. Mayor tasa de muerte celular en el cerebro
Cuando son consumidas de manera frecuente o tras grandes dosis y abuso, muchas drogas facilitan que las células nerviosas mueran en mayores cantidades de lo que resultaría normal.
Esto tiene que ver con los cambios en el funcionamiento del sistema nervioso inducidos por la entrada en él de la sustancia psicoactiva (el cerebro no ha evolucionado para contar con la presencia habitual de esa cantidad de moléculas introducidas desde el exterior) como por el estilo de vida poco sano que va paralelo al uso de drogas.
2. Hiperexcitabilidad en el síndrome de abstinencia
En las personas que ya han desarrollado una adicción a las drogas, pasar muchas horas seguidas sin consumir genera un síndrome de abstinencia: malestar físico y psicológico, por un lado, y sensación de que se necesita consumir cuanto antes, por el otro. A nivel neuropsicológico, esto implica que la corteza cerebral entra en un estado de hiperexcitabilidad, dado que “saltan las alarmas” en el cuerpo y se prioriza la búsqueda inmediata del consumo.
Esto implica que aparecen la ansiedad y el estrés, y la sensibilidad a estímulos que en otras situaciones habrían pasado desapercibidos: la persona se reacciona de manera más intensa ante cualquier cambio o señal potencialmente relevante que detecte en su entorno.
Por otro lado, en algunos casos las modificaciones que ha sufrido el cerebro debido al consumo de droga son tan profundas que el simple hecho de parar de consumir esa sustancia de repente hace que se corra el riesgo de sufrir problemas médicos añadidos, o incluso de perder la vida. Es por ello que en algunos tratamientos para personas con drogadicción se utilizan drogas sustitutivas (con frecuencia, la metadona) para facilitar que el cese del consumo se vaya generando de manera gradual.
En todo caso, estos procesos siempre deben estar supervisados por el personal médico que haya estudiado el problema del paciente de manera individualizada y recetado el uso de la sustancia de sustitución, pues esta última también es potencialmente peligrosa.
3. Vaivenes en los niveles de neurotransmisores disponibles en el cerebro
En la adicción a las drogas, el cerebro se va acostumbrando a funcionar “por defecto” asumiendo que esa sustancia psicoactiva está presente en sus redes de neuronas. Sin embargo, eso no significa que se adapte bien a esta manera de funcionar.
Como al consumir se producen cambios bruscos (de cuestión de segundos o de muy pocos minutos) en la cantidad y tipo de moléculas que hay en el sistema nervioso, el cerebro sufre vaivenes constantes y le cuesta adaptarse a ese ritmo.
Por ejemplo, al consumir cocaína, las neuronas de nuestro cerebro se ven rodeadas de dopamina en menos de cinco minutos; sin embargo, diez minutos más tarde, la cantidad de esta sustancia que está disponible para nuestras células nerviosas cae en picado, y el cerebro pasa de un estado de mucha activación, a un estado de inhibición nerviosa y prácticamente de depresión. Estos rápidos cambios dan lugar a reacciones en cadena que nos afectan a muchos niveles: perjudicando nuestra capacidad de concentración, afectándonos negativamente a nivel emocional, etc.
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4. Cambios estructurales en el cableado cerebral que predisponen a la habituación
A medio y largo plazo, la adicción a las drogas da lugar al fenómeno de la habituación: la persona que empezó consumiéndola, muchas veces bajo la idea equivocada de que en todo momento tenía el control de su patrón de consumo, cada vez necesita consumir más y de manera más frecuente para experimentar los mismos efectos y para mantener a raya el síndrome de abstinencia.
Esto se debe en parte a que con el tiempo, las neuronas van tejiendo interconexiones entre sí adaptándose a un contexto en el que la droga suele estar disponible en el organismo, a la vez que lo hacen bajo el principio de que consumir más es el principal propósito de todo lo que ocurre en el cerebro.
¿Qué hacer para evitar estos problemas?
Como has podido ver, y con contadas excepciones en productos como los que contienen cafeína, el consumo de drogas siempre viene acompañado de efectos muy dañinos para el cuerpo y que se producen desde la primera toma.
Sin embargo, no debemos centrarnos solo en los cambios a peor que estas sustancias generan en el cerebro; también dan lugar a otros problemas muy serios que están más allá del sistema nervioso. Por ejemplo, el deterioro de las relaciones personales, la incapacidad para hacer frente a las responsabilidades, e incluso el hecho de poner en peligro a los demás: por ejemplo, el abuso alcohol resulta aún más arriesgado para quienes rodean a la persona con alcoholismo que para esta última, según indican varias investigaciones.
Por ello, ante las primeras señales de drogadicción, es necesario buscar ayuda profesional cuanto antes. A través del tratamiento psicológico y médico es posible intervenir tanto en las dinámicas disfuncionales del cerebro como en las del comportamiento de la persona adicta, permitiéndole salir del círculo vicioso del consumo y dándole recursos para prevenir las recaídas.
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Referencias bibliográficas:
- Kalivas, P.W.; Volkow, N.D. (2005): The neural basis of addiction: a pathology of motivation and choice. The American Journal of Psychiatry. 162(8): pp. 1403 - 1413.
- Nutt, D.J.; King, L.A.; Phillips, L.D. (2010): Drug harms in the UK: a multicriteria decision analysis. The Lancet, 376(9752): pp. 1558 - 1565.