Los directores de equipos y CEOs más veteranos saben que el sueldo no es, ni de lejos, lo único que los empleados esperan que les aporte la empresa en la que trabajan. Pasar por alto este hecho puede llevar a generar espacios de trabajo que sean un caldo de cultivo para el desgaste ocupacional: un problema psicológico relativamente frecuente, con efectos tanto en la calidad de vida de quien la sufre como en el rendimiento y la capacidad de adaptación de la organización.
Por suerte, hay muchas cosas que pueden hacerse para prevenir y superar el desgaste laboral; aquí veremos las más importantes.
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¿Qué es el desgaste ocupacional?
El síndrome del desgaste ocupacional, también conocido como “síndrome de desgaste laboral” o “síndrome de burnout”, es una alteración psicológica que aparece descrita en la Clasificación Internacional de Enfermedades CIE-10, aunque no como trastorno mental, sino en el apartado de “problemas relacionados con el abordaje de las dificultades de la vida”.
Se trata de una forma de malestar caracterizada por el aplanamiento afectivo, la fatiga emocional y la pérdida de motivación y de experiencias vinculadas a la satisfacción, la cual está muy vinculada con el modo en el que se vive el contexto laboral, tal y como indica su nombre. El síndrome puede afectar a prácticamente cualquier perfil de trabajador o trabajadora, aunque se estima que está especialmente extendido entre perfiles profesionales de trabajo de cara al público y en otros puestos en los que hay interacción frecuente con muchas personas y una gran carga de trabajo: el ámbito sanitario, el educativo, el del trabajo social, etc.
Se considera que el desgaste ocupacional es el producto de la combinación de varios elementos: por un lado, una exposición constante o muy repetida a fuentes de estrés y, por el otro, una falta de incentivos para involucrarse en el trabajo a nivel emocional. Esto hace que las personas que sufren burnout estén, en cierto modo, estresadas, y a la vez no muestren un gran interés por su trabajo ni sientan satisfacción al terminar tareas importantes. Además, muestran cierto nivel de embotamiento afectivo o incluso anhedonia (incapacidad para experimentar placer o alegría plenamente). Se trata de trabajadores y trabajadoras que sufren agotamiento emocional, que es distinto a la hiperactividad emocional y a la sensibilidad a los estímulos de quienes simplemente están estresados y nada más.
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Estrategias útiles para superar el desgaste laboral
Tal y como hemos visto, aunque actualmente se sigue debatiendo si puede ser considerada una psicopatología o no, no cabe duda de que el síndrome del desgaste ocupacional se trata de un fenómeno que debe ser tenido muy en cuenta tanto por las empresas como en el mundo de la salud mental. Por eso, desde hace años, se han ido estudiando y aplicando estrategias de intervención psicológica que, ya sea en el ámbito de la psicoterapia o en el de las organizaciones, ayudan a mitigar los síntomas de este problema y a dar apoyo a quienes están en proceso de superar el burnout. En este sentido, aunque la manera más eficaz de ponerle fin es la asistencia psicoterapéutica personalizada, hay también una serie de consejos generales a tener en cuenta tanto por parte del trabajador o la trabajadora como por parte de los empleadores. Veamos cuáles son.
1. La gestión del tiempo es clave
En algunos casos, la principal causa del desgaste ocupacional es simplemente la precariedad económica y laboral; es decir, el hecho de verse en una situación en la que, para llegar a los objetivos, hay que trabajar demasiadas horas, sin apenas descansos ni perspectivas de promoción en la empresa en la que se está. En estos casos, la solución nunca es individual, y debe cambiar la situación laboral de la persona.
Pero en otros muchos casos, parte del problema está en la mala gestión que el trabajador o la trabajadora hace de sus emociones, lo cual suele desembocar en una pobre gestión del tiempo en el trabajo. Y es que el síndrome de burnout, a causa de su combinación de síntomas vinculados al estrés y a las alteraciones de tipo depresivo, hace que la persona rinda mucho peor e incluso no sea capaz de identificar ni lo que le ocurre ni esa caída de su rendimiento.
Por eso, llevar a cabo rutinas de gestión del tiempo ayuda mucho a romper ese círculo vicioso y a impedir que el trabajo se vaya acumulando. En este sentido, ayuda mucho usar horarios claros y colocados en un lugar que quede a la vista y, a la vez, aplicar una estrategia conocida como “desencadenantes de la acción”: que el trabajador o trabajadora memorice el inicio de una cierta tarea haciéndolo en un momento y un lugar concretos: “justo después de comer, en la sala común, iré a mi despacho y haré la primera llamada a un cliente”.
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2. El mindfulness ayuda
Los ejercicios de mindfulness aplicados al día a día son un recurso muy útil para mitigar tanto la ansiedad en general como el estrés vinculado al desgaste laboral en particular. Estas prácticas inspiradas en la meditación contribuyen a que la persona centre su atención en el momento presente y adopte una perspectiva más constructiva acerca del trabajo a realizar y sus posibilidades de desarrollo profesional y personal. Si bien los ejercicios de mindfulness más sencillos pueden ser aprendidos en cuestión de minutos de manera autodidacta, los más completos requieren de entrenamiento y asistencia por parte de un instructor.
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3. Es importante ofrecer programas de formación en el contexto laboral
Algunas empresas caen en el error de asumir que lo único a lo que los trabajadores aspiran es a obtener un sueldo a fin de mes. Pero lo cierto es que el trabajo es una parte más de la vida, y los empleados lo perciben como tal; por ello, las organizaciones deben adaptarse a estas expectativas de encontrar experiencias estimulantes y motivadoras en el contexto laboral, y ofrecer talleres, cursos, etc.
Del mismo modo, los trabajadores pueden organizarse para apoyarse en grupo contribuyendo a generar un buen clima de trabajo e incluso realizar actividades de ocio o de desarrollo personal y profesional en los momentos de descanso. A fin de cuentas, esos vínculos con los compañeros son también una faceta más del mundo laboral, por lo que pueden ser una fuente de motivación y satisfacción.
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4. Hay que dejar de compararse con los demás
En el mundo del trabajo es fácil que se caiga en la dinámica ultracompetitiva de compararse con el resto de miembros de la empresa. Esto es una trampa que genera estrés; como miembros de una organización, casi nunca tenemos una visión completa de nuestro papel en ella ni de lo que le aportamos, y si nos obsesionamos con este tema, es probable que la falta de información al respecto nos arrastre al desánimo y al estrés constante.
5. Hay que mantener un espacio de trabajo cómodo
El malestar físico se traduce en malestar emocional. Si estamos acostumbrados a trabajar en un lugar desordenado o incluso físicamente incómodo, asociaremos esa experiencia al concepto de “el trabajo” en su globalidad, sin ser conscientes de que estamos generalizando a partir de un hecho circunstancial (que no vemos como tal porque contribuimos a que siempre se mantenga a flote a partir de nuestras rutinas de trabajo).
Por eso, tanto para rendir mucho mejor y terminar todas las tareas pendientes a tiempo como para sentirnos mejor en el trabajo, es importante incluir en nuestro horario pequeñas pausas para ordenar, tirar elementos innecesarios (físicos o digitales), limpiar, etc.
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