Daniel Goleman, el autor que puso a la inteligencia emocional en boga, señaló que “en el mejor de los casos, el cociente intelectual parece aportar tan solo un 20% de los factores determinantes del éxito”. Históricamente se ha creído que el resultado de una entrevista de trabajo estaba determinado por la puntuación obtenida en una prueba estandarizada para medir el cociente intelectual (CI), ya que esta variable estaría relacionada a un mayor éxito profesional y rendimiento laboral. Sin embargo, aunque estos test para medir la inteligencia siguen utilizándose en algunos casos, el CI ha sufrido múltiples críticas, algunas apuntando a que la prueba estaba sesgada y otras a cuestionar su validez estadística.
Dentro de este sector desafiante al CI comenzaron en las últimas décadas del siglo pasado a publicarse investigaciones, artículos y textos que postulaban la necesidad de echar luz sobre aquellas “esquinas de la inteligencia” que no podían ser capturadas por la prueba más aceptada. A principios de la década de los 80, Howard Gardner elaboró un nuevo modelo para comprender la inteligencia humana, basado en las inteligencias múltiples. Posteriormente, Mayer y Salovey comenzaron a utilizar el constructo de inteligencia emocional para describir a “un tipo de inteligencia social que se fundamenta en entender las emociones propias y las de los demás, discriminar entre ellas y usar esa información para guiar el pensamiento y las acciones”.
Cuando Goleman publicó su libro Inteligencia Emocional, el término suscitó el interés de la población general y se volvió popular más allá del campo “psi”, en especial porque la inteligencia emocional parecería ser capaz de desplazar al CI en cuanto a su capacidad de predecir el éxito profesional de una persona. En este artículo abordaremos cómo estos dos factores se relacionan íntimamente.
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El concepto de inteligencia emocional
Son varios los autores que han descrito este constructo, pero aún así existe un acuerdo general en que la inteligencia emocional es la habilidad necesaria para reconocer sentimientos propios y ajenos, pudiendo gestionarlos a la hora de vincularse con los demás. La inteligencia emocional brinda la capacidad de modificar las emociones internas de manera positiva y las relaciones con los demás, ya que algunos autores afirman que la inteligencia emocional podría incidir sobre emociones, pensamientos y la voluntad de actuar.
Las personas que son emocionalmente inteligentes son conscientes de sus propias emociones, y para conseguirlo, deben estar en el momento presente, viviendo en el aquí y ahora. Además, son capaces de regular las emociones de modo que estas no se intensifiquen hasta el punto de obstruir su capacidad de comprender otros estados emocionales. De cierta manera, las personas con alta inteligencia emocional pueden “quitarse las gafas” de una emoción muy intensa para observar sus propios pensamientos y otras emociones más allá de la primera.
Cinco aptitudes relacionadas a la inteligencia emocional
Por su parte, Goleman indica que son cinco las aptitudes personales y sociales que se relacionan a la inteligencia emocional:
- Empatía: es la capacidad de ver los fenómenos del mundo desde la perspectiva de los demás y comprenderlos. Habilidades sociales: implica saber manejar las propias emociones en una relación e interpretar las emociones en los otros de acuerdo a la dinámica vincular. Supone saber resolver conflictos, cooperar, liderar e influir.
- Autoconocimiento: es saber etiquetar qué emoción o pensamiento se está experimentando en el presente y orientar ese conocimiento en la toma de decisiones.
- Autorregulación: supone administrar las emociones de modo que éstas faciliten las tareas a realizar y no supongan un estorbo. Por otra parte, implica saber pedir ayuda o tomar decisiones más sabias cuando se es incapaz de regular una emoción.
- Motivación: es saber cómo utilizar las propias preferencias para orientarse y avanzar hacia los objetivos personales. Para Goleman, las personas con alta inteligencia emocional son comprometidas con sus proyectos, toman la iniciativa y tienden a ser optimistas.
El valor de la empatía en el mundo laboral
Habiendo expuesto las principales cualidades de las personas con inteligencia emocional, es cada vez más claro cuán útil podría ser la inteligencia emocional para la concreción de proyectos personales y para el establecimiento de vínculos sociales y afectivos más sanos. También demuestra el motivo por el cual cada vez las empresas y organizaciones desean reclutar personas con este tipo de características: de la empatía se desprenden muchas habilidades necesarias para el trabajo y para el éxito profesional. La empatía implica comprender a los demás, pero también ayudarles a desarrollarse en el trabajo —aspecto clave en relación al liderazgo—; la empatía ayuda a aprovechar la diversidad en el entorno laboral, a manejar situaciones difíciles y a trabajar en equipo. Las personas empáticas cuentan con las habilidades sociales necesarias para saber cómo comunicarse sin herir a la otra persona, pero defendiendo la propia postura e intereses con el objetivo de obtener lo que desean o llegar a un acuerdo.
La relación entre éxito profesional e inteligencia emocional en el plano experimental
Goleman planteó que una persona podría tener un CI promedio o incluso por debajo de la media e incluso así tener mayor éxito profesional que una persona con alto CI pero carente en materia de habilidades para reconocer sus propios estados emocionales y los de los demás. Si bien este tipo de afirmaciones, tan contundentes, son sumamente cautivantes, con el pasar de los años se han llevado a cabo estudios experimentales y correlacionales que dotaron de cierto rigor científico a los aportes iniciales de Goleman. Estas investigaciones se preguntaron si realmente la inteligencia emocional podría predecir con tanta certeza el éxito profesional y el desempeño laboral.
Avance Psicólogos
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Por señalar algunos estudios, en 2006, Cameli y Josman hallaron en una muestra que la inteligencia emocional se relacionaba positivamente con la performance en la resolución de una tarea; en 2010, Jorfi y colaboradores encontraron en un grupo de managers y empleados del área administrativa educacional de Irán que la inteligencia emocional tenía un impacto positivo en su rendimiento laboral. Éstos son sólo dos casos entre cientos de estudios que se han llevado a cabo en todo el mundo en las últimas décadas, los cuales apuntan, en líneas generales, a que los aportes teóricos de Goleman también son válidos a la hora de contrastarlos con los datos empíricos. Podemos afirmar, entonces, que la inteligencia emocional está estrechamente ligada al éxito profesional, por lo que se trata de una habilidad que todas las personas que deseen emprender un proyecto laboral o personal deberían intentar cultivar.