Trasladar el dolor del pasado a la experiencia de vivir una relación de pareja es como vivir con un intruso dentro del closet.
Las parejas llegan a consulta con sentimientos de desesperanza cuando la comunicación es un caos, aparecen conflictos por la presencia de gritos, peleas, amenazas, chantajes e incluso silencios. Algunas de las frases comunes son:
- “A mí me enseñaron en casa a ser así”.
- “Usted me conoció de esta manera”.
- “En mi casa las cosas fueron distintas a la tuya”.
Y parece que nos pasamos el tiempo justificándonos por el estilo de vida que tuvimos antes de conocer a esta nueva persona. Entonces una parte de nosotros “supone” que debe aguantar nuestro pasado. Sin embargo, dejamos de ver cómo mejorar a favor de nuestra propia vida y de la vida de esa persona que quiere estar a nuestro lado.
La raíz del problema
Está claro que en la conquista mostramos nuestro lado dulce, alegre, armónico y suave. Pero en la convivencia, somos quienes somos, ya no hay disfraces. Y aparece el intruso del pasado, ese cálculo emocional que no se ha eliminado con un detartraje en terapia y termina afectando la relación. Por ejemplo:
- Si viviste una infidelidad, el intruso activa la sospecha y te posee un detective interno.
- Si viviste maltrato, cuando escuchas algo que no te gusta, lo tomas como algo personal y deduces que te están atacando; acto seguido sale la fiera dentro de ti para defenderte.
- Si tuviste una mamá, tía y/o abuela que te hacía todo, incluso lavar tu ropa interior, te domina el "bicho de la conchudez", estimando que tu pareja reemplazará a tu familiar.
- O en otros casos, si la tendencia era gritar o golpear para ser escuchados, revives tu tarzán de la selva con esos actos primitivos de combinar el uso de la fuerza con el amor.
Da risa, ¿verdad? ¿Ahora qué?
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Pautas a tener en cuenta
Como terapeuta, te aconsejo que no pases de relación en relación buscando ser aguantado/a. Cada vez que estableces una relación nueva y ésta termina, requieres revisar al intruso del pasado que vive en ti para soltarlo, porque domina tus actos, tus emociones y te hace ser una persona que a veces ni tú miso/a soportas.
Para tener una relación de pareja, es imprescindible poner en la mesa las cosas que son funcionales para ambos y trabajar por lograrlo, a pesar de lo costoso que sea destruir el detective, la fiera, el bicho o el tarzán.
Y la noticia es que solo/a no siempre lo puedes hacer, te da vergüenza decir que vas a terapia, y no ves que es más doloroso pensar cosas como:
- “Yo no nací para el amor”.
- “Soy bueno/a y nadie me valora”.
- “Estoy cansada/o de intentar y quedé sin ganas de eso”.
Si lo ves, terminas creyendo que no puedes ser amada/o o que es mejor no amar.
Deja el oso, la pena, y saca ese fenómeno del niño mental y emocional que te está afectando la vida. Por favor grábate esto: “Nadie nació en esta vida para consentir a tu intruso del pasado”. Pero con toda seguridad, tú sí estás en capacidad de acabarlo.
¿Si un pasado duele, por qué vivimos el presente zurciendo la herida y llegamos a un futuro castrándonos de amor?
- Cada vez que te niegas al amor, te estás castigando, te dices incapaz, te lastimas. A pesar de lograr una gran coraza, que fortaleces a punta de tu miedo a confrontar contigo mismo/a.
- Cada vez que te abandonas y dejas de cuidar de ti, te maltratas deshojando tu luz, tu brillo, tu valor.
- Cada vez que pasas de una persona a otra, abres más el hueco de tu autoestima, te sientes usado/a, no valorado/a, ni amado/a.
- Cada vez que piensas en que ya no hay solución, te has metido el autogol más maestro de la historia, tus pensamientos y emociones, empiezan a oler a feo, sin darte cuenta.
¡Elegimos pareja de acuerdo con la autoestima que tenemos! ¿Qué deduces entonces de tu autoestima?
Y logramos una adecuada relación de pareja cuando estamos dispuestos a construir sobre lo que podemos hacer y no sobre las cosas del pasado que justificamos para no avanzar.
Liliana Patricia Ojeda
Liliana Patricia Ojeda
Psicóloga/Colombia
Estar en consulta no es una moda ni una boleta, es un paso sabio hacia la autosanación. Si sigues vivo/a, ¿por qué no vivir? ¿Si tienes derecho a vivir, porque seguir viendo hacia atrás?
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