Aunque pueda resultar confuso, el egotismo no es un sinónimo del egoísmo. Sí bien, ambos términos parten del término griego "ego" que significa "yo" y frecuentemente se han usado como sinónimos, la Psicología diferencia actualmente ambos vocablos.
Se define como egoísta a la persona que antepone sus propios deseos o sus propios beneficios a los de los demás. Aunque el egotismo también hace referencia a una tendencia de personalidad donde el sujeto piensa más en sí mismo que en el resto, difiere del egoísmo en cuanto la necesidad continua de hablar o escribir sobre sí mismas que presentan las personas calificadas de egotistas.
Según su definición, las personas egotistas son aquellas que se dan una importancia excesiva, en cambio, en el egoísmo no hablamos de un sentimiento exagerado a la propia personalidad, sino del amor excesivo por uno mismo.
Aunque para muchos desconocidos, este término es bastante antiguo. Apareció por primera vez en un artículo de la publicación “The Spectator” publicado en 1714. En este artículo veremos con más detalle qué es el egotismo y cómo se desarrolla a nivel social e individual, además exponemos sus rasgos característicos y explicamos cómo afrontarlos.
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¿Qué es el egotismo?
Algunas personas no pueden ver más allá de sí mismas. Tolstoi llamó a este fenómeno aduyevschina, por el nombre del personaje principal de la primera novela de Goncharov.
El egotismo es el exceso de importancia que presentan algunas personas que necesitan hablar constantemente de sí mismas, anteponiendo su necesidad de reconocimiento a la de los demás.
Una persona egotista tiene un fuerte sentido de sí mismo y mantiene una buena percepción de sus características personales. Un buen autoconcepto si se acompaña de un grado de objetividad es algo positivo. Sin embargo, las personas egotistas creen que tienen más cualidades positivas de las que realmente tienen, y que su valor es más grande que el de los demás. Su importancia personal y su visión de sí mismos es exagerada. Estas sobreestimaciones pueden incluir características físicas, intelectuales, sociales o de cualquier otro tipo.
Para algunos autores, el egotismo es una versión socializada del narcisismo, en este tipo de personas el sentido de su propia importancia, y la necesidad de admiración no llegar a ser desmesurado, ni patológico. Pero al igual que los narcisistas, los egotistas aman la idea de sí mismos, son jactanciosos, arrogantes y se creen más importantes que las personas de su alrededor.
Las personas egotistas tienden a hablar solamente de sí mismas y no pueden reconocer cuando otros han logrado algo. Su falta de sensibilidad puede hacer que se enfaden cuando se sienten ignorados o no atendidos, mientras que su incapacidad para aceptar las críticas puede animarlos a autopromocionarse mucho.
El egotismo se aleja del altruismo y la preocupación por los demás. Sin embargo, al contrario que en el egoísmo, las personas egotistas no buscan satisfacer constantemente sus propios intereses anteponiéndolos a los de los demás, es más, pueden tenerlos muy en consideración si estos les presentan atención y satisfacen su necesidad de ser atendidos y escuchados. Aunque, si les critican, tampoco reaccionarán de forma excesiva, el gran concepto que tienen de sí mismos las personas egotistas hará que consideren cualquier tipo de apreciación o comentario negativo sobre ellos, como envidia, o falta de información.
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Desarrollo del egotismo
El egotismo es propio de los individuos, sobre todo en las primeras etapas del desarrollo. Este término también se puede aplicar para describir una sociedad o cultura considerada demasiado infantil, donde los individuos están demasiado centrados en ellos mismos y su visión del mundo.
1. Egotismo individual
Durante el crecimiento, pasamos de ser niños egocéntricos a tener conciencia social. Los bebés tienden a tener un gran ego, pensando que son poderosos, únicos e importantes, y sus progenitores deben satisfacer todas sus necesidades. El egotismo es normal en los bebés, es más, podría considerarse un mecanismo de supervivencia.
El autoconcepto es la comprensión que una persona tiene de sí misma, de su personalidad y de su identidad. El autoconcepto es frágil y puede compensarse en exceso si una persona no consigue un buen sentido de sí misma y sus características personales durante el desarrollo.
En el transcurso del desarrollo, una persona adquiere gradualmente una visión más realista de sí misma en relación con el mundo que la rodea, disminuyendo las características egotistas. Una persona que no adquiere este ajuste entre la estimación de sí misma y la realidad, puede desarrollar un egotismo calificado como defensivo (sobrecompensación por un concepto débil de sí mismo). El crecimiento debe conducir a la integración del “ego” con el “ego” del resto de personas.
2. Egotismo en la sociedad actual
Si bien las características egotistas desaparecen a medida que crecemos, algunos autores sugieren que se puede ver una tendencia diferente en términos culturales. Según estos, la sociedad posmoderna se está volviendo cada vez más infantil. Lo explican con la evolución y la opinión del egotismo en el transcurso de la historia. En el siglo XIX, el egotismo se consideraba un vicio, al igual que la autocontemplación. Sin embargo, durante el Romanticismo ya había ideas y movimientos que veían la autocontemplación como una forma de adquirir conocimiento y permitirnos conocernos. La idea romántica del individuo creador de sí mismo era una especie de egotismo autorizado. Este pensamiento autocentrado no ha hecho más que crecer.
Actualmente, el original egotismo romántico es alimentado por lo que los autores llaman “tecnocapitalismo” de dos formas complementarias, primero, el consumidor centrado en sí mismo, impulsado por su identidad de marca; en segundo lugar, los activistas igualmente egoístas, que se enfurecen contra la máquina (tecnocapitalismo), produciendo más mercancías que puede venderse a los consumidores.
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Rasgos característicos del egotismo
Como ya hemos dicho, para algunos autores, el egotismo presenta una relación estrecha con el narcisismo, siendo el primero una versión más atenuada de la condición patológica.
Sin embargo, existen algunas diferencias. Siendo más específicos, los narcisistas necesitan adoración constante y, a menudo, buscan elogios. También reaccionan fuertemente a las críticas. Las personas egotistas, en cambio, presentan un alto nivel de confianza, por lo que es menos probable que busquen elogios (saben que son buenos) y es más probable que ignoren las críticas, considerarán que están basadas en los celos o las personas no están bien informadas.
Ahora, veamos los rasgos de personalidad egotistas más comunes, y cómo se manifiestan en el comportamiento cotidiano.
1. Autoconcepto exagerado
Independientemente de la realidad de la situación, las personas egotistas piensan que son las mejores y que nunca se equivocan. Frente a un suceso negativo, pueden alegar que no dijeron ni hicieron lo que se recuerda que hicieron, o lo que realmente pasó. Algunas veces pueden llegar a ser tan convincentes que los demás pueden dudar de sí mismos y de su propia memoria de lo sucedido.
Por tanto, una persona egotista puede ignorar la experiencia de los demás o no considerarla válida, y puede retroalimentar su personalidad con el enfrentamiento. En lugar de ponerse a la defensiva cuando esto sucede, es mejor anticiparse.
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2. Falta de responsabilidad
Las personas egotistas nunca se responsabilizan de sus acciones. Si hacen algo mal o causan un problema, su estrategia principal consiste en intentar echarle la culpa a otra persona. Si convivimos o trabajamos con alguien egotista, es útil no esperar que asuman la responsabilidad de sus acciones, para no sentirnos frustrados o decepcionados porque no lo hagan. En el caso de descubrir este rasgo de personalidad en nosotros mismos, tenemos que entender que a la larga asumir las consecuencias de los propios actos hará que tengamos un mejor autoconcepto de nosotros mismos.
3. Falta de empatía
Las personas que tienen dificultades para entender cómo se sienten los demás a veces pueden tener un trastorno narcisista de la personalidad. Sin embargo, la falta de empatía de las entre los egotistas y las narcisistas se diferencia en el grado.
Mientras que un narcisista no tiene la capacidad de mostrar empatía, un egotista presenta dificultades para ser empático en algunas situaciones. Especialmente si alguien está siendo sensible acerca de sus luchas o explicando sus problemas, la persona egotista pensará que solo quiere protagonismo y no se mostrará comprensivo, ni empático.
Si estamos lidiando con una experiencia difícil o necesitamos apoyo emocional, una persona egotista no es la más indicada para ayudarnos. En su lugar, es mejor contar con una red de apoyo positiva con personas que se preocupan por los demás, además de por ellos mismos.
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4. Autocentramiento excesivo
Una persona egotista busca centrar la atención en sí misma de cualquier forma imaginable. Los egotistas dicen yo o mi todo el tiempo, y encuentran formas de incluir sus historias personales en conversaciones donde obviamente no es necesario. Este comportamiento recurrente puede tener consecuencias sociales, las personas egotistas, debido a su autocentramiento, pueden terminar por alejar de sus vidas a amigos y familiares.
5. Falta de compromiso
Las personas egotistas no hacen cosas que no sean especialmente beneficiosas para ellas o donde no sean el centro de atención. Lo que significa que no se comprometen a acudir a eventos o lugares más allá de sus intereses. Aunque el hecho de no estar invitados a un evento, puede ser una fuente de conflicto, porque pueden pensar que no se las tienen en consideración.
En conclusión, manejar una personalidad egotista es bastante complicado. En el caso de tener contacto frecuente con alguien egotista, es bueno establecer límites claros desde el principio, por ejemplo, sobre los temas que no se van a discutir. También, entender que su forma de reaccionar o actuar nada tiene que ver con nosotros, por lo que anticiparse y ser conscientes de ello puede evitar también que nos sintamos frustrados con frecuencia.
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