Seguramente alguna vez habrás pensado que en la vida hay personas que siempre tienden a ver las cosas de forma especialmente negativa. Respiran pesimismo, tristeza, abatimiento y fatalismo, y parece casi imposible conseguir que vean las cosas un poco menos negras.
Ven el futuro de forma tan negativa, que incluso te pueden llegar a contagiar su pesimismo y desesperanza. Y parece que poca importancia tienen las cosas positivas que les ocurran en la vida, siempre ven algo negativo en ello, como si llevaran puestas unas gafas con un filtro exclusivo para percibir nubarrones y tristeza.
¿Qué ocurre con este tipo de personas? ¿Padecen una depresión mayor de forma constante? ¿tienen un trastorno depresivo persistente? ¿ser depresivo es un rasgo de personalidad?
En este artículo vamos a hablar del trastorno depresivo de la personalidad (TDP), que no figura en las clasificaciones actuales como el DSM-5 o la CIE-10, pero ha sido objeto de estudio a lo largo de muchos años por autores tan reconocidos como Kraepelin (1896), Schneider (1923), Millon (1994) y Beck (1979).
El trastorno depresivo de la personalidad según Theodore Millon
Según Theodore Millon, los trastornos depresivos de la personalidad (lo que Millon denomina como el “patrón de rendición”) se engloban dentro de las Personalidades con dificultades para el placer. Según Millon las personas depresivas tienen una serie de rasgos de personalidad en común, que se pueden manifestar y describir en distintos niveles:
1. Nivel comportamental
Expresivamente abatido, el aspecto y el estado transmiten desamparo irremediable. Interpersonalmente indefenso: debido al sentimiento de vulnerabilidad y desprotección, suplicará a los demás que lo cuiden y lo protejan, temiendo el abandono. Buscará o exigirá garantías de afecto, constancia y dedicación. Suelen ser introvertidos, por lo que pueden tener problemas para encontrar pareja. Cuando encuentran, se vuelven muy dependientes de ella.
2. Nivel fenomenológico
Son cognitivamente pesimistas: muestran actitudes derrotistas, fatalistas y negativas en casi todo. Esperan siempre lo peor. Interpreta los hechos de la vida de la manera más desoladora posible, y se siente desesperado porque las cosas nunca van a mejorar en el futuro.
Su autoimagen es de “inútil”. Se autojuzgan como insignificantes, inútiles, incapaces, sin valor ni para ellos mismos ni para los demás. Se sienten culpables por no tener rasgos positivos. Representaciones objetales abandonadas: las experiencias tempranas de la vida se viven vacías, sin riqueza, sin elementos alegres.
3. Nivel intrapsíquico
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Mecanismo de ascetismo: cree que debe hacer penitencia y privarse de los placeres de la vida. Rechaza el disfrute, y además se autocritica mucho, lo que le puede llevar a actos autodestructivos.
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Organización disminuida: métodos de afrontamiento empobrecidos.
4. Nivel biofísico
Estado de ánimo melancólico: de llanto fácil, triste, apenado, arisco, preocupado y con tendencia a rumiar ideas. Se tienden a sentir malhumorados. Se enfadan con aquellos que pretenden exagerar lo bueno a expensas de lo realista.
Características clínicas según el DSM-IV-TR (APA, 2000):
En el año 1994 la APA introduce en el DSM-IV el término “Trastorno depresivo de la personalidad” en el apéndice de Criterios de Investigación de los Trastornos de Personalidad. Según el DSM-IV-TR (APA, 2000) las características fundamentales del trastorno depresivo de la personalidad (TDP) consisten en:
- Un patrón enraizado de conductas y cogniciones depresivas.
- Ven el futuro de forma negativa, dudan que las cosas vayan a mejorar y anticipan lo peor. Muestran actitudes derrotistas y fatalistas.
- Son muy serios, carecen de sentido del humor, no se permiten disfrutar ni relajarse en su día a día.
- En cuanto a su apariencia física, a menudo refleja su estado de ánimo abatido. La postura hundida, el retraso psicomotor y la expresión facial deprimida suelen ser visibles.
- Se ven tristes, desanimados, desilusionados e infelices.
- Su autoconcepto se centra en creencias de inutilidad e inadecuación, y tienen baja autoestima.
- Son autocríticos, se menosprecian frecuentemente.
- Tienden a la rumiación y a las preocupaciones constantes.
- Son pesimistas.
- Se sienten indefensos y desamparados.
- Critican y juzgan a los demás de forma negativa.
- Tienden a sentir culpa y remordimientos.
- Pasivos, con poca iniciativa y espontaneidad.
- Requieren del amor y del apoyo de los otros.
- Los síntomas no aparecen exclusivamente en el transcurso de episodios depresivos mayores y no se explican mejor por la presencia de un trastorno distímico.
Diagnóstico diferencial
Las personas con personalidad depresiva corren un gran riesgo de sufrir un trastorno depresivo mayor o trastorno depresivo persistente (anteriormente conocido como “distimia”). Hay que aclarar que el trastorno depresivo persistente es transitorio, puede estar provocado por un estímulo estresante y aparecer en cualquier momento, mientras que el trastorno depresivo mayor está ligado a la personalidad de forma estable y interfiere en la mayoría de ámbitos de la vida del sujeto a lo largo del tiempo. En otras palabras, el cuadro sintomático es de carácter permanente y provoca malestar clínicamente significativo o deterioro social o laboral.
Gran parte de las controversias en relación a identificar al trastorno de personalidad depresivo como una categoría aparte es la falta de utilidad de diferenciarlo de la distimia. Además, se ha sugerido que el trastorno depresivo de personalidad puede confundirse y solaparse con otros trastornos de personalidad (dependiente, obsesivo compulsivo y por evitación).
Causas
¿Cuáles son las causas del trastorno depresivo de la personalidad? Haremos énfasis en los factores ambientales que parece que se relacionan con este trastorno, ya que las influencias biológicas no están del todo claras (Millon y Davis, 1998):
1. Apego emocional en la infancia deficitario
Si el niño no experimenta signos inequívocos de aceptación y cariño durante la infancia se pueden formar sentimientos de desapego emocional, inseguridad y aislamiento. Estos niños carecen de experiencias de afecto y proximidad con sus progenitores, que suelen ser distantes e indiferentes. Los niños se tienden a rendir ante la búsqueda del apoyo emocional paterno, aprenden a hacer pocas demandas a su entorno y desarrollan sentimientos de indefensión y desesperanza.
2. Indefensión
El niño que en un futuro será un adulto depresivo, es humillado en la infancia por su padre, que habitualmente lo hará sentir inútil, impidiendo que desarrolle sentimientos de competencia y confianza. Los niños aprenden que no saben funcionar bien por sí solos, y empiezan a creer que nunca tendrán esa capacidad, por eso se sienten profundamente desesperanzados.
3. Refuerzo de la tristeza como identidad
Las expresiones de tristeza e indefensión les sirven para llamar la atención, así consiguen que los demás les den cariño y muestras de afecto que tanto necesitan. De esta forma, obtienen refuerzos por su comportamiento depresivo. Esto puede ser un arma de doble filo, porque a pesar de que a corto plazo puede funcionar, a largo plazo lo que se consigue es que su entorno se canse de su comportamiento depresivo y lo acaben evitando.
4. Disparidad entre lo que es y lo que debería haber sido
Al sentirse constantemente no amado, inútil e inadecuado, la persona con trastorno depresivo de personalidad encuentra diferencias entre lo que supuestamente debería haber sido y lo que en realidad es. Muchas veces esta disparidad nace de las expectativas poco realistas puestas por parte de los progenitores en el niño. De esta disparidad nacen sentimientos de vacío y desesperanza.