Agresión verbal: claves para entender esta actitud violenta

La violencia que llega a través de las palabras puede producir daños psicológicos muy importantes.

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La agresión verbal, también llamada abuso verbal, es un tipo de violencia que se caracteriza porque pretende hacer daño a otra persona con un mensaje o un discurso hiriente. 

Se puede manifestar en forma de insultos o palabras descalificantes, y la víctima, como consecuencia de estos ataques verbales, puede sufrir ansiedad, baja autoestima o un deterioro de su reputación.

Abuso verbal, una forma de maltrato

El maltrato se suele asociar al daño físico, que es mucho más visible al poderse apreciar las secuelas físicas de dicha acción violenta. Pero existe una forma de maltrato que es más discreta: el abuso verbal. 

Este tipo de violencia no siempre es fácil de identificar, ya que es posible normalizarla y, bajo ciertas formas de expresarse, puede incluso pasar desapercibida cuando el abusador llega a justificarla con el chantaje.

Y es que este tipo de violencia produce dolor psicológico, que es mucho menos visible que el físico, pero más duradero y devastador. Son muchas las personas que acuden a sesiones de psicoterapia por una situación de maltrato psicológico y emocional. Si crees que también lo estás sufriendo, puedes este artículo: “Las 30 señales de maltrato psicológico en una relación” y responder a las preguntas que en él se plantean.

El perfil del maltratador psicológico: ¿cómo son esta clase de personas?

Lo cierto es que el abuso verbal y el maltrato psicológico, pese a ser menos visibles, ocurren con bastante frecuencia y en diferentes entornos: el trabajo (mobbing), la pareja, la escuela (bullying)...

No obstante, no todo el mundo pretende hacer daño a la gente que le rodea. Las personas que maltratan psicológicamente a los demás suelen poseer una serie de rasgos característicos. Son los siguientes:

  • Son autoritarias y necesitan tener bajo control a la gente de su entorno.
  • Parecen buenas personas al principio y suelen caer bien al conocerles. Así se ganan la confianza de la víctima a la que luego agrederán verbal y psicológicamente.
  • Son mentalmente rígidas y persiguen la verdad. Ahora bien, la única verdad es la suya.
  • Critican y tratan a la otra persona como si fuese inferior y no se arrepienten de ello.
  • No reconocen sus fallos propios, pues consideran que los demás no tienen razón.
  • Viven del chantaje y hacen que la víctima se sienta culpable.
  • Se ofenden fácilmente y pasan de estar tranquilos a agresivos en segundos
  • Mienten con facilidad, sin embargo, exigen que los demás siempre sean sinceros.
  • Son egoístas y narcisistas. Piensan que están por encima de los demás y solo buscan satisfacer su propio placer.

Puedes profundizar en estos rasgos y otros más en nuestro artículo: “Perfil del maltratador psicológico: 21 rasgos en común

Cosas que deberías saber de la agresión verbal

La agresión verbal es un problema serio que debe de detectarse lo antes posible, porque el daño que puede sufrir la víctima puede ser muy destructor. A continuación puedes encontrar una lista de cosas que deberías saber sobre la agresión verbal.

1. Causa baja autoestima y complejo de inferioridad

Puede parecer que unas simples palabras no dañan, pero el abuso verbal repetido puede causar serios problemas emocionales y psicológicos en la víctima. Cuando alguien le repite constantemente a otra persona que la culpa es suya, que lo hace todo mal, que no vale para nada, etc., al final uno se lo acaba creyendo y lo acaba interiorizando.

El resultado de esto es que la persona acaba sufriendo un complejo de inferioridad y una autoestima baja, porque gran parte de cómo nos evaluamos depende de la opinión que los demás tienen de nosotros.

2. El circuito del daño emocional y físico es el mismo

Según afirma Eric Jaffe, en su libro Why Love Literally Hurts, los estudios de neuroimagen han demostrado que las regiones implicadas en procesamiento del dolor físico se superponen a aquellas relacionados con el dolor emocional y la angustia social.

Esto es congruente con los experimentos llevados a cabo por Naomi L. Eisenberger y otros investigadores, que han demostrado que las mismas regiones cerebrales se activan tanto para el dolor físico como cuando alguien se siente socialmente excluido, lo cual podría ser muy preocupante en cuanto a las implicaciones que tiene acerca de la importancia del dolor emocional. Mientras que el dolor físico podría producir un dolor agudo pero de corta duración, el dolor emocional es más duradero y puede manifestarse de forma repetida a lo largo del tiempo.

3. Consecuencias en la salud física de la persona

Por desgracia, este tipo de conductas podrían llevar a la víctima a una situación de tristeza y depresión que, a su vez, podría ser perjudicial para su salud física. Esto se debe a que este estado negativo, si es prolongado, lleva a la víctima a realizar ciertos hábitos tóxicos para suplir su vacío (por ejemplo, mala alimentación, aislarse o no realizar ejercicio físico).

Padecer este tipo de abuso en etapas tempranas afecta al crecimiento de la persona en muchos sentidos, por ejemplo, en el desarrollo de huesos, músculos y órganos vitales también se deterioran. El niño, se debilita más y más con el paso del tiempo.

4. Desarrollo de conductas antisociales y delictivas

Especialmente cuando se produce la violencia verbal repetida sobre los más pequeños, el impacto emocional les acompaña durante el resto de su vida. Uno de los peores efectos secundarios en niños maltratados es que en muchos casos desarrollan formas de conducta antisocial.

Varios estudios llevados a cabo sobre la infancia de los criminales, han establecido vínculos entre el abuso verbal y la historia criminal de los individuos. En cierto sentido el abuso verbal es en sí una conducta violenta de carácter simbólico, y su experimentación en primera persona hace que los jóvenes ya empiecen a acostumbrarse a las agresiones en general, por lo cual si empiezan a hacer lo mismo no parece tan grave. Los niños, hasta cierto punto, imitan lo que ven, y muchas veces lo llevan más allá en parte para experimentar.

5. Cambios en el cerebro

Parece ser que el daño no solo ocurre a nivel conductual, sino que el cerebro también sufre las consecuencias del maltrato verbal. Esto es lo que descubrió un estudio de Martin Teicher y sus colegas, que afirman que un entorno hostil y estresante (como puede ser el de una familia que lleva a cabo comportamientos de abuso verbal repetido con sus hijos) provoca cambios significativos en algunas regiones cerebrales de las personas que son víctima de estos actos.

Entre las zonas afectadas se encuentra: el cuerpo calloso, encargado de transferir información motora, sensorial y cognitiva entre los dos hemisferios cerebrales; el sistema límbico, una región que regula las emociones; y el córtex frontal, responsable del razonamiento, las funciones ejecutivas y la toma de decisiones. 

Asimismo, parece haber correlación entre el abuso verbal y los cambios en la materia gris del cerebro (sin haber probado la causalidad), según concluye una investigación de Akemi Tomoda y otros investigadores. Si el abuso se cronifica, es esperable que produzca cambios en el cerebro más o menos detectables.

6. Los efectos de la agresión verbal son mayores que la expresión de amor

Si el amor es un sentimiento muy fuerte que puede llegar a cambiar nuestro comportamiento, parece que la agresión verbal nos afecta incluso de manera más intensa. Por eso hay que ir con especial cuidado a la hora de educar a nuestros hijos.

Las investigaciones afirman que si los padres humillan a sus hijos y les rechazan, puede que, de adultos, los menores no superen nunca el daño que les causaron. Las palabras hirientes tienen un fuerte impacto en la salud emocional de los niños. Así que hay que ir con cuidado con las cosas que se dicen. El hecho de haber sufrido humillaciones y burlas es capaz de dejar una marga en la autoimagen y la autoestima, una huella que a largo plazo desemboca en conductas de rechazo dirigidas hacia el exterior, hacia otros.

Psicólogo de las organizaciones

Licenciado en Psicología por la Universidad de Buenos Aires. Máster en Recursos humanos y experto en comunicación empresarial y coaching. Posgrado en Nutrición y Alimentación Sanitaria y Social por la UOC. Especialmente interesado en el bienestar y el deporte.

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