Hablemos sin tabúes: seguramente, al menos una vez en tu vida, has sentido inseguridad: como si todo te superase y no fueses lo suficientemente bueno/a para afrontar tus problemas.
Al final, no se trata de decir qué está bien o mal, sino de identificar, abrazar y gestionar cada emoción y el impacto que pueda tener en tu vida. Es una realidad que la forma en la que nos relacionamos con el mundo guarda relación con el modo en el que nos sentimos. Por eso la autoestima es, tal vez, el concepto más asociado a la seguridad que se siente cuando hablamos con otras personas.
Pero, ¿qué ocurre entonces cuando esa seguridad se esfuma? Para afrontar estas situaciones, es clave conocer las causas de la inseguridad en uno mismo.
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¿Qué es la inseguridad y cómo se manifiesta?
Cuando hablamos de inseguridad, nos referimos a la falta de confianza que puede sentir una persona en sí misma y en sus habilidades. Esta puede acechar sin importar edad, género o estatus social, y puede manifestarse de diversas formas en la vida diaria.
La inseguridad suele tener un efecto significativo en nuestras interacciones sociales, desarrollo profesional y autoestima. Aquellos que la sufren pueden sentir temor al fracaso, compararse constantemente con otros, tener dificultades para expresar sus ideas, ser demasiado autocríticos, procrastinar, entre otras sensaciones que impactan en su desenvolvimiento personal.
Causas de la inseguridad
Hay distintos factores que pueden desencadenar la inseguridad en alguien. Estos son algunos de ellos:
1. Necesidad de control
Se puede afirmar que la resistencia a asumir riesgos al momento de tomar decisiones incrementa considerablemente la posibilidad de experimentar inseguridad.
Al buscar garantías de que las circunstancias se desarrollarán tal cual como lo deseamos, somos propensos a bloquearnos frente a cualquier indicio de incertidumbre. La necesidad en sí misma no es negativa, pero una vez que nos acostumbramos a obtener seguridad, nos resulta complicado renunciar a ello.
Enfocarse constantemente en lo que falta intensifica la percepción de áreas de mejora, sin embargo, también alimenta la sensación de que las cosas podrían salir mal. Este enfoque pesimista incrementa la sensación de peligro y de inseguridad en todos los aspectos de la vida.
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2. Miedo a afrontar los problemas
Este punto está muy relacionado con el anterior. Aquellos que evitan enfrentar los problemas experimentan una sensación de alivio a corto plazo, pero aumentan la probabilidad de sentirse inseguros. Al postergar las decisiones, se incrementa la percepción de riesgos y se acumulan menos triunfos en comparación con aquellos que asumen riesgos y enfrentan las consecuencias.
Si posponemos las soluciones a los problemas, la confianza y autoestima no se fortalecen. Por tanto, es esencial cambiar la mentalidad y empezar por tomar pequeñas decisiones diarias para eventualmente abordar las más complejas.
3. Carencias afectivas durante la infancia y adolescencia
El tipo de educación y apoyo que una persona recibe de sus padres, hermanos, abuelos e incluso amigos durante su desarrollo es gran parte de la base de su autoestima. Cuando una persona recibe suficiente reconocimiento y apoyo, es más probable que sea más seguro durante su etapa adulta.
Por otro lado, si una persona durante su infancia o adolescencia experimenta distintas carencias afectivas o patrones educativos muy exigentes, con poca sensación de valoración y poco contacto físico, lo natural es que durante la adultez sean más insegura.
4. Genética
Es importante entender que cada persona nace con una disposición genética que influirá directamente en su propensión a la ansiedad en el momento de afrontar las relaciones sociales, tomar decisiones o incluso para disfrutar de sus tiempos de ocio.
Si nos vamos a los términos informáticos, podríamos decir entonces que la genética es como el hardware en el que se subirán los diferentes «programas» a lo largo de la vida.
5. Trastorno por estrés postraumáticos (TEPT)
Experimentar situaciones traumáticas como accidentes, agresiones, incendios e incluso el acoso escolar puede llevar a sentir inseguridad. Estos eventos intensifican la percepción de riesgo y provocan que aquellos que los han vivido tiendan a ser más precavidos e inseguros en ciertos ámbitos de su vida.
6. La visión de vida de nuestro círculo social
La presencia o ausencia de un círculo social de referencia, formado por familia, amigos, compañeros de estudios, trabajo y ocio, esencial al momento de evaluar el grado de seguridad que experimenta cada individuo.
Finalmente, las personas son un reflejo en el que vernos a nosotros mismos. Si la imagen que reflejan es favorable, es más probable que nos sintamos seguros, tengamos una autoestima elevada.
Azor & Asociados
Azor & Asociados
Psicología clínica, pericial y aeronáutica
Es fundamental relacionarse con otros y desarrollar habilidades de comunicación efectivas, donde seamos capaces de expresar nuestros deseos, afrontar los conflictos cotidianos, brindar y recibir ayuda. No es conveniente adoptar una perspectiva determinista en la que todo esté predeterminado, pues todo depende de la motivación individual para introducir cambios y aprender a enfrentar las situaciones de forma distinta, lo cual permitirá superar la sensación de inseguridad.
Con el apoyo adecuado de un profesional, se puede aprender a gestionar o afrontar los problemas, responsabilidades y decisiones de una forma distinta a la que hemos asumido toda la vida. Así, la inseguridad no seguirá siendo una roca en el camino.