En ocasiones experimentamos emociones o sensaciones que guardan cierto parecido con otro y eso puede llegar a generar confusión.
En esta ocasión vamos a desglosar las principales diferencias entre aburrimiento y apatía, conociendo primero qué caracteriza a cada una de ellas para así aprender a distinguirlas fácilmente, poniendo el foco en aquellos elementos en los que ambas sensaciones divergen.
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¿Qué entendemos por aburrimiento y apatía?
Aunque en determinados momentos podamos llegar a tener dudas sobre qué es exactamente lo que estamos sintiendo, lo cierto es que hay diferencias entre aburrimiento y apatía que nos ayudan a distinguirlas y poder etiquetar correctamente nuestro estado. Pero para ello, lo primero que debemos tener claro es en qué consiste cada uno de estos sentimientos, por lo que empezaremos definiéndolos para así tener la base que necesitamos antes de seguir avanzando.
El aburrimiento es una sensación de malestar que experimenta una persona cuando está viviendo una determinada situación que no le produce interés o motivación. Suele ocurrir ante estímulos repetitivos o que provocan el cansancio rápido del sujeto. También puede generarse, precisamente, ante una falta de estímulos.
Por el contrario, la apatía tiene que ver con un estado de indiferencia ante los estímulos. La persona que está sufriendo de esta condición mostraría una carencia de emocionalidad y de entusiasmo. Habría perdido la motivación para efectuar cualquier actividad, fuera de la índole que fuera. No sería una respuesta ante un estímulo en concreto, sino que sería un estado generalizado en esta persona.
Una vez hemos realizado esta primera aproximación a ambos conceptos, podemos adentrarnos en las diferencias entre aburrimiento y apatía para seguir distinguiendo correctamente estos dos fenómenos.
Las principales diferencias entre el aburrimiento y la apatía
A continuación pasaremos a recopilar en un listado las principales diferencias entre aburrimiento y apatía.
1. La cuestión del deseo
La primera diferencia clara que encontramos en este asunto viene dada por el deseo de realizar una acción. Cuando hablamos de aburrimiento, la persona desea realizar una acción diferente a la que está haciendo (si es que está haciendo alguna). Pero el caso de la apatía es diferente. Un individuo que esté experimentando apatía no va a querer llevar a cabo ni la actividad que está haciendo ni ninguna otra. No desea hacer ninguna de ellas.
2. La motivación
Otra de las diferencias entre aburrimiento y apatía viene dada por la vía de la motivación. Una persona que está aburrida cuenta con motivación para realizar una actividad que le satisfaga, ya que la situación que está viviendo en ese momento concreto no le agrada, ya sea por falta de actividad o porque la actividad que está realizando le resulta tediosa.
Sin embargo, durante el estado de apatía no existe tal motivación para realizar actividad alguna. La persona se encuentra en un estado de pérdida total de interés por la realización de cualquier ejercicio, sea de la índole que sea.
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3. El fin
Si nos centramos en el fin o utilidad de estos estados, podríamos observar que el aburrimiento está actuando como una señal de alerta ante el individuo, para moverle hacia la búsqueda de otro tipo de acción que le satisfaga, por lo en cierta manera sería un impulsor para hacer que la persona encaminara su conducta hacia actividades que le resultasen positivas.
Por el contrario, la apatía no impulsa a la persona a actuar, sino todo lo contrario. Estaría sumiéndole en una especie de letargo por el cual no le apetecería iniciar ningún tipo de acción. Por lo tanto, observamos que esta es una de las grandes diferencias entre aburrimiento y apatía.
4. Causa
En cuanto a la causa, el aburrimiento puede venir simplemente por una falta de motivación hacia la tarea específica (o la no tarea) y un deseo de realizar otra, como ya hemos visto. Pero la apatía, en algunos casos, puede tener un componente patológico. De hecho, se considera que a nivel clínico, un estado continuado de apatía puede ser un indicador de riesgo de depresión.
En otros casos, cuando se considera que no alcanza el nivel de depresión menor, puede ser englobado dentro del trastorno de identidad disociativa. Además, hay que tener en cuenta que en ocasiones la apatía puede tener también un origen químico, por ejemplo como efecto secundario al consumir determinados fármacos.
5. Síntoma
Continuando con las diferencias entre aburrimiento y apatía, vemos que la apatía puede representar un síntoma en toda una variedad de enfermedades, comenzando por la depresión, como ya hemos visto en el punto anterior. Pero también puede observarse en pacientes que sufren de otras patologías, como es la esquizofrenia, el Alzheimer, el Parkinson, la enfermedad de Wernicke o también el trastorno esquizoide de la personalidad.
En cuanto al aburrimiento, no tiene una significación clínica por sí mismo, pues es un estado transitorio que suele desaparecer en el momento en que la persona encuentra una tarea que le motiva más o que por cualquier motivo le resulta más agradable, haciendo que finalice así su frustración.
6. Remedio
Otro de los puntos que supone una de las diferencias entre aburrimiento y apatía es el remedio que se les puede dar.
En el caso del aburrimiento, parece claro que la solución radicaría en encontrar un propósito con el que emplear el tiempo de forma agradable. El entretenimiento activo resulta más enriquecedor que el pasivo en ese sentido, que actuaría como una suerte de parche temporal.
Por lo tanto, parece que el aburrimiento puede ser remediado de una forma razonablemente sencilla, contando además con múltiples vías para ello, pues normalmente no es una única actividad la que puede eliminar el aburrimiento, sino una gran variedad de ellas. Lo único que necesita el sujeto es encontrar alguna y ponerse manos a la obra para eliminar la desagradable sensación en la que está sumido.
Pero la apatía tiene raíces más complejas y por lo tanto requiere de soluciones más elaboradas. Esto ocurre de manera especial cuando estamos hablando de apatía clínica, como veíamos en los puntos anteriores. Llegados a ese punto, se requerirá de la ayuda de un psicólogo profesional, pues la apatía sería un síntoma dentro de una patología que requiere de una terapia para ser sanada.
Los peligros del aburrimiento crónico
Hemos repasado una serie de diferencias entre aburrimiento y apatía para darnos cuenta de que en realidad son conceptos muy diferentes y, aparentemente, la apatía revierte una mayor complejidad y riesgos que el aburrimiento. Sin embargo, existe una forma de aburrimiento que también puede entrañar algunos peligros. Se trata del aburrimiento crónico.
Existe un perfil de personas que, ante situaciones continuadas de aburrimiento, pueden llegar a experimentar tal malestar que aumentarán significativamente las probabilidades de que opten por realizar conductas de riesgo para tratar de compensar dicha sensación. Entre ese tipo de conductas se encuentran el consumo de sustancias como el alcohol o las drogas.
Otros podrían tratar de aliviar la ansiedad producida por el aburrimiento a través de ingestas desproporcionadas de comida, pudiendo llegar a desarrollar trastornos del comportamiento alimentario, como la bulimia.
Obviamente, se trata de casos extremos y además tremendamente complejos, que habría que analizar en detalle, pues lo más probable es que en el problema estuvieran envueltas otra serie de variables que habrían terminado por provocar dicha situación en el individuo.
La apatía y la abulia
Profundizando en las diferencias entre aburrimiento y apatía, vamos a dedicarle mayor atención a algunas de las características de esta última. Este estado afectivo supone en el individuo, como ya hemos visto, un aplanamiento emocional, en el que no siente ni emociones positivas ni negativas. Su letargo le lleva a no canalizar emocionalmente ningún estímulo, ni en un sentido ni en otro.
Pero además, la apatía suele llevar aparejado otro fenómeno, que es la abulia. Se trata de un estado psicopatológico en el que la persona ha perdido la falta de voluntad para llevar a cabo ninguna actividad y además siente que ni siquiera tiene las energías suficientes para hacerlo. Por lo tanto, se encuentra sumido en un aplanamiento emocional y sin las fuerzas ni las ganas de participar en actividad o ejercicio alguno.
No todos los casos de personas con apatía muestran una sintomatología tan extrema, pero cuando así es, entraríamos en el campo de la patología y por lo tanto el individuo debería recibir la ayuda psicológica necesaria para conseguir sobreponerse y recuperar un estado afectivo adecuado, pues ya hemos visto que en muchos casos la apatía puede ser la antesala de la depresión.
Tras este compendio de diferencias entre aburrimiento y apatía, ahora tenemos las herramientas para poder distinguir entre ambos fenómenos y comprender en qué casos debemos referirnos a cada uno de ellos.
Referencias bibliográficas:
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