¿Te ha sucedido que a veces sientas miedo de crecer? ¿Sin tener mucha claridad del por qué? Acaso, ¿Quién no quiere alcanzar su máximo potencial e ir por sus más preciados anhelos?
Entonces… ¿Por qué no siempre tomamos decisiones que beneficien nuestro crecimiento? ¿Que nos ayuden a expandir límites en lugar de quedarnos en lo cómodo y seguro? Las creencias que tenemos pueden arrojar una luz sobre la cuestión.
Sabemos que las creencias que adoptamos sobre nosotros mismos, el mundo en que vivimos y los demás, influyen poderosamente en la forma en que dirigimos nuestras vidas, el logro de las cosas que valoramos y nuestra capacidad de superar las dificultades.
Es necesario prestar atención al tipo de mentalidad que está guiando en determinados momentos o incluso en áreas específicas de la vida las decisiones que tomamos y que puede estar limitando nuestra capacidad de crecer para así actuar de forma diferente.
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Las dos mentalidades de Carol Dweck
Carol Dweck, profesora de la Universidad de Stanford en Estados Unidos, ha centrado su investigación en por qué las personas tienen éxito y la forma de fomentarlo.
Ha desarrollado su trabajo en torno a los modos de pensar y ha investigado las consecuencias de ver la inteligencia y la personalidad entre otros (los talentos artísticos, las habilidades deportivas o de negocios, las cualidades de otra persona o de relación) como algo que se puede desarrollar o como rasgos fijos, profundamente arraigados e inamovibles.
Su investigación ha mostrado que las creencias que adoptan las personas acerca de sus cualidades inciden en los objetivos que se esfuerzan por conseguir, en cómo ven el éxito y el fracaso, la importancia que le dan al esfuerzo y a los retos, en la resiliencia frente a la dificultad e inclusive en la capacidad de crecer en sus relaciones interpersonales. Ha estudiado dos tipos de mentalidad; la Fija y la de crecimiento.
La mayoría de las personas tienen un poco de las dos mentalidades. También pueden adoptar una mentalidad distinta en áreas diferentes. Lo cierto es que podemos aprender a cambiar la forma como vemos las cosas.
La mentalidad fija
Las personas que adoptan esta mentalidad creen que la inteligencia, los talentos, las habilidades, las cualidades, la personalidad son características fijas. Se nace con cierta cantidad o se es como se es sin poder hacer mucho.
Esto crea la urgencia de demostrarse así mismo y a los demás una y otra vez, de que se tiene por naturaleza la suficiente inteligencia, personalidad, carácter, de que se es especial, incluso superior.
Su objetivo se centra en desempeñarse bien y verse inteligentes. Se preocupan por ser juzgadas más que por mejorar, por lo cual ocultan sus debilidades en lugar de superarlas. No es suficiente tener éxito, se necesita ser perfecto de forma inmediata, a la primera oportunidad de intentar algo. No se dan el tiempo de convertirse en, sino que tienen que ser ya lo que quieren ser. Lo más importante es el resultado, porque es lo que los mide.
Ese objetivo lleva a una tendencia a evitar retos ya que si se arriesgan y fallan creen que su imagen va a quedar en entredicho y va a significar que no son inteligentes o que no tienen las capacidades, por tanto, prefieren quedarse con lo que ya saben hacer bien e incluso desaprovechar buenas oportunidades de aprendizaje.
Sin embargo, hay que recordar lo que decía el escritor Mark Twain: “Dentro de veinte años estarás más decepcionado por lo que no hiciste que por lo que hiciste”.
Otras de sus características son las siguientes.
1. Se rinden fácilmente ante los obstáculos
Fracasar pasa de ser una acción a una identidad “Soy un fracasado”. Incluso, correcciones y errores mínimos pueden verse como un tremendo fracaso.
2. Devalúan el esfuerzo
Creen que esforzarse los hace ver como poco capaces o inteligentes o como signo de no dar la talla. Si están libres de esta idea, pueden esforzarse por lograr sus objetivos y están dispuestos a hacer lo necesario, pero como validación de su valor.
3. Ignoran la crítica constructiva
Es más importante sentirse validado constantemente por otros que cultivar relaciones que los desafíen a crecer, que vean sus fallas con respeto, los ayuden a trabajar en ellos y los alienten a aprender nuevas cosas. Es menos probable entonces que obtengan información externa que los ayude a generar los cambios necesarios.
4. Se sienten amenazadas por el éxito de otras personas
Sienten que el éxito de los demás los hace ver mal o como fracasados.
5. Como resultado pueden limitar su desarrollo y no lograr su máximo potencial
Sus creencias se retroalimentan. Se cree que no se cambia o se mejora mucho con el tiempo, se es como se es.
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La mentalidad de crecimiento
Las personas que adoptan esta mentalidad creen que la inteligencia, los talentos, las habilidades, las cualidades, la personalidad se pueden desarrollar y cultivar mediante el esfuerzo.
Creen que lo que nos es dado por la genética es sólo el punto de partida para el desarrollo. Se puede crecer con el tiempo y a partir de la pasión, el entrenamiento, la disciplina y la experiencia.
Su prioridad es aprender, mejorar y disfrutar del proceso. No se preocupan por probar lo buenas que son. Valoran lo que hacen independientemente del resultado.
Por otro lado, estas son otras de sus características.
1. Tienden a aceptar los retos
Se disfrutan y son la manera de mejorar, expandir límites y conocimientos, hacerse más fuertes y más inteligentes.
2. Afrontan y persisten ante los obstáculos
El fracaso, aunque es una experiencia dolorosa, es visto como una oportunidad para aprender y reparar los errores, no como algo que los defina como personas o que defina sus capacidades y valía.
3. Valoran el esfuerzo
Del esfuerzo nacen los frutos. Se ve como necesario para crecer y dominar habilidades importantes.
4. Aprenden de la crítica
No se percibe la crítica negativa como una definición de lo que son, sino que habla de su nivel actual de habilidades o rendimiento. Saben que pueden cambiar y aprender a hacerlo mejor y prefieren relaciones que los desafíen a crecer respetuosamente.
5. Encuentran lecciones e inspiración en el éxito de otros
Se toman como ejemplos, fuentes de información y aprendizaje para poner en práctica en el propio trayecto.
Como resultado fomentan su desarrollo y maestría, alcanzando altos niveles de desempeño y logro. Sienten que son ellos quienes se construyen así mismos, lo que retroalimenta sus creencias positivas y los anima a seguir aprendiendo y mejorando.
Tomar la decisión de crecer día a día
Elegir crecer más que una decisión que se toma una vez en la vida, es una elección diaria. A cada paso del camino nos enfrentamos con oportunidades de acoger una mentalidad de crecimiento o una mentalidad fija ante lo que nos sucede o hacemos. Si queremos crecer hay que permitirse cambiar las ideas limitantes acerca de nuestra inteligencia, capacidades, personalidad, etc.
Esto no significa pensar que todo se puede hacer, que sea deseable cambiar todo lo que no nos guste, o que se deba tomar cada reto que se presente. Es labor de cada persona determinar cuando sus creencias realmente están actuando como barreras para su desarrollo en las áreas o metas que valora y ahí realizar cambios si así lo desea.
No obstante, para crecer, es necesario dejar de vivir por una imagen que a los demás les agrade y tener el coraje de explorar el propio sendero, cometiendo errores, asumiendo nuevos retos, valorando el esfuerzo y afrontando los obstáculos, pero sobre todo disfrutando y aprendiendo de la vida.
Referencias bibliográficas:
- Dweck, C. S. (2008). Mindset: The New Psychology of Success. Random House; New York.