Las relaciones positivas producen bienestar, alegría y felicidad plena. Las dificultades y las expectativas no cumplidas están presentes en todo tipo de vínculos. Es decir, es importante no etiquetar el conflicto como un hecho que siempre es negativo en sí mismo.
Sin embargo, las relaciones tóxicas son aquellas en las que se producen patrones repetidos que generan desgaste, tristeza y desilusión. Es decir, aportan más momentos de sufrimiento innecesario que de tranquilidad y serenidad.
A pesar de ello, las personas implicadas pueden seguir durante demasiado tiempo inmersas en la dinámica de una relación que no es constructiva.
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¿Cómo reconocer los signos de alarma en torno a las relaciones tóxicas?
Estos son los signos a los que debes prestar atención en el día a día:
1. No existe una libertad plena en el seno de la relación
Las palabras y las acciones parecen mostrar un deseo constante de cambiar a la otra persona. Es decir, las quejas, las críticas negativas y los reproches ocupan un gran espacio en la interacción entre ambos.
2. La relación se sostiene sobre una base muy poco sólida
El nivel de implicación de cada uno es totalmente diferente. No existe un verdadero equilibrio en las demostraciones de afecto. Por ejemplo, es habitual que uno de los dos sienta que tiene que esforzarse permanentemente para que la relación avance o para evitar un próximo distanciamiento. En ese caso, cree y siente que da más amor del que recibe en el día a día.
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3. Los planes a corto plazo se rompen con facilidad
El vínculo avanza al compás de la tensión permanente, las dudas y la incertidumbre continua. Es decir, se producen puntos de inflexión en los que no existe una conexión comprensible entre la causa y el efecto que ha desencadenado un hecho específico. De este modo, un momento de aparente complicidad finaliza de forma brusca como consecuencia de una discusión o de un silencio intencional.
4. El sufrimiento y el desencanto crecen con el paso del tiempo
Se producen comportamientos repetitivos y negativos durante mucho tiempo. A pesar del deseo de que algo cambie entre ambos, la situación permanece o incluso empeora con el paso de los meses. Los protagonistas siguen inmersos en procesos similares, aunque las circunstancias externas sean diferentes. Pero la dinámica interna de la relación sigue siendo la misma en esencia.
5. El impacto de una relación tóxica es enorme
La infelicidad experimentada en el propio vínculo afecta de forma negativa a otros planos de la vida. En ocasiones, la persona se aleja de amigos y familiares que opinan que esa relación no es positiva. Aunque el distanciamiento puede producirse por otros muchos motivos. A veces, la persona siente que debe estar permanentemente atenta, comprometida e implicada para que el vínculo funcione de verdad.
Es decir, este esfuerzo supone un nivel de dedicación tan alto que no deja el espacio necesario para cuidar de forma frecuente otros lazos afectivos. Una relación tóxica produce cambios habituales en el estado de ánimo. Como consecuencia de ello, es probable que la persona no dedique tanto espacio como antes a planes que le gustan. La infelicidad personal interfiere negativamente incluso en la vida profesional. Un trabajador que vive una relación tóxica tiene más dificultades para concentrarse.
6. El egoísmo es frecuente
No hay una verdadera búsqueda de la felicidad compartida en común. Existe algún factor que aporta una visión reduccionista del vínculo: los celos, las dudas, la desconfianza o la soberbia. Se producen discusiones frecuentes que muestran las carencias existentes en la comunicación entre ambos. Falta empatía, humildad, paciencia, respeto y comprensión. Por el contrario, hay demasiadas suposiciones, interferencias y palabras hirientes que bloquean el diálogo.
7. Conflictos que se cronifican en la relación
Un conflicto puntual no tiene por qué interpretarse como una experiencia negativa. Es un hecho que puede gestionarse, resolverse y solucionarse por medio de las herramientas adecuadas. Además, ambos pueden obtener lecciones importantes a partir de los momentos vividos en común. Sin embargo, no es positivo que los protagonistas se estanquen en aquello que ha ocurrido o que ese asunto se cronifique en el tiempo. Es decir, las personas implicadas en una relación tóxica discuten frecuentemente por asuntos del pasado. Se acumulan las cuestiones pendientes hasta el punto de que interfieren en el presente.
Dra. Iratxe López Psicología
Dra. Iratxe López Psicología
Psicóloga Clínica
Por tanto, las relaciones tóxicas producen un elevado nivel de sufrimiento innecesario. En ocasiones, los implicados llegan a relativizar situaciones o gestos que no son justificables en ningún contexto. Pueden llegar a normalizar las carencias de una relación que se percibe desde un punto de vista diferente cuando se analiza de forma externa. En definitiva, las relaciones tóxicas producen emociones intensas y desagradables en la vida cotidiana. Por el contrario, dejan muy poco espacio para la calma y la tranquilidad.