La psicología es una ciencia que ha abrigado múltiples formas y maneras de entender la mente humana y su funcionamiento. Diferentes escuelas y corrientes de pensamiento han ido aparecido y desaparecido, naciendo unas para complementarse a otras o bien en oposición a sus maneras de ver y actuar.
Dos de las corrientes psicológicas que tradicionalmente han tenido posturas enfrentadas han sido el psicoanálisis y el conductismo. Estas corrientes no solo han apuntado hacia objetivos diferentes, sino que además definen algunos conceptos básicos, como "conducta" o "mente", de formas totalmente opuestas.
En este artículo repasaremos los principales frentes en los que se ha desarrollado la batalla entre psicoanálisis y conductismo.
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El psicoanálisis
Siendo una de las escuelas psicológicas más conocidas, el psicoanálisis centra su interés en la parte inconsciente de la mente. Esta corriente entiende nuestro comportamiento como fruto de conflictos provocados a la hora de gestionar y reprimir los instintos y pulsiones que emanan de lo inconsciente y que no pueden ser eliminados del todo, sino simplemente reprimidos.
Basado en las ideas de su fundador Sigmund Freud, el psicoanálisis estructura la mente humana en diferentes aspectos, pasando de lo inconsciente a lo consciente. Conceptos como Ello, Yo y Superyó se refieren a la parte de nuestro ser que genera impulsos, los gestiona y los censura en base a la moral social y aprendida, respectivamente. Se dan conflictos entre las diferentes partes de nuestro ser, que el yo pretende solucionar empleando para ello diversos mecanismos de defensa.
A nivel terapéutico, el psicoanálisis tiende a tratar aspectos "ocultos" de la persona. A la hora de explicar la psicopatología el psicoanálisis ortodoxo tiende a centrarse en los eventos pasados, explicándose la sintomatología actual en base a eventos vividos en etapas tempranas del desarrollo humano, en el que se visualizan diferentes fases según la persona se va desarrollando. La presencia de conflictos no resueltos en algún momento del desarrollo generará síntomas en el futuro, provocando regresiones a etapas vitales anteriores.
Para esta corriente, el núcleo de la vida psíquica es la pulsión o el instinto. En este aspecto los diferentes autores psicodinámicos han ido considerando que dichas pulsiones se centraban en diferentes aspectos, siendo en el caso del psicoanálisis más clásico la libido o el deseo sexual.
Además, se suele emplear el simbolismo tanto en la interpretación de la psique como en diversos tipos de terapia y tratamiento. Aspectos como los sueños y las manifestaciones inconscientes resultan de gran interés para explicar los contenidos mentales.
El conductismo
La corriente conductista, sin embargo, pretende estudiar de la forma más rigurosa y empírica posible la mente humana a través de su único correlato directamente observable: la conducta. Su máxima prioridad es lograr una explicación científica y contrastable del comportamiento. Busca pues una observación objetiva descartando en lo posible supuestos no comprobables.
Para los conductistas, la conducta está regida por la capacidad de asociación entre diferentes tipos de estímulos, las respuestas dadas ante estos y las consecuencias que dichas respuestas tengan. Por otro lado, se propone que nos regimos por leyes universales e inalterables. Simplemente captamos la información y a partir de esta reaccionamos de un modo concreto según sus características.
Principalmente se considera que somos entes meramente reactivos a las condiciones de la estimulación, aprendiendo mediante la repetición de asociaciones. Sin embargo, algunas variantes del conductismo, como el conductismo radical, entienden que hay libertad y empoderamiento en la posibilidad de alterar nuestro entorno para que este nos influya tal y como queremos.
Este paradigma, y en especial el conductismo radical propugnado por B. F. Skinner, se abstiene de atribuir un papel fundamental a los procesos mentales a la hora de explicar cómo nos comportamos, y la mente es considerada más bien como algo que aunque existe no puede llegar a ser analizado de forma objetiva. Las terapias creadas bajo este paradigma se centran en el presente, sin focalizarse en aspectos pasados, y pretenden modificar la conducta actual del sujeto que acude a consulta con el fin de hacerla más adaptativa mediante procesos basados en el aprendizaje.
El conflicto entre ambas corrientes
Estas corrientes de la historia de la psicología han sido a menudo contrapuestas e incluso descritas como totalmente contrarias. Las razones para ello son muchas y, de hecho, muchos autores consideran que el conductismo nació de la oposición a la metodología psicoanalítica.
De entre las múltiples diferencias, a continuación destacamos ocho.
1. Objetividad vs Simbolismo
La corriente psicoanalítica se basa en conceptos que si bien reflejan un interesante punto de vista de la realidad y si bien se han manifestado útiles en muchos casos, no son contrastables a nivel empírico. Aspectos como el inconsciente, los sueños o la concepción de los diferente tipos de conflictos internos o las diferentes estructuras que forman parte del aparato psíquico son ampliamente discutidos por los conductistas, que consideran que solo es posible explicar el comportamiento humano a través de métodos empíricos.
2. De fuera a dentro: Personalistas vs Ambientalistas
Una de las principales diferencias o conflictos entre psicoanálisis y conductismo es la centración en diferentes aspectos. El psicoanálisis se centra en lo intrapsíquico. Considera que el origen de los trastornos mentales y las conductas desadaptativas se encuentran en una mala solución de los conflictos intrapsíquicos del sujeto, no siendo eficientes sus mecanismos de defensa para hacerles frente.
Sin embargo, para el conductismo toda la conducta se explica a través de procesos asociativos los cuales van a venir determinados en gran medida por las características de los estímulos. Así, el conductismo prácticamente no tiene en cuenta factores internos, sino que se centra en aspectos ambientales y procesos elicitados por elementos externos a la psique.
3. Presente y pasado
El conductismo es un paradigma que se centra en el comportamiento y la conducta actuales. Si bien la conducta desadaptativa puede llegar a explicarse en base a un aprendizaje erróneo o a una falta de entrenamiento, lo principal tanto en terapia como en investigación es centrarse en el proceso presente. El psicoanálisis por el contrario tiende a analizar el comportamiento y la mente a través de la historia personal del individuo, su comprensión y análisis. Es decir, se basa en el pasado que originó los problemas, y por eso da mucha importancia a la infancia.
4. Explicación de la conducta
Para el psicoanálisis la conducta se rige por el concepto de pulsión, el cual es mediado por el yo para hacerlo coherente y aceptable para el superyó y el conjunto de la sociedad. Sin embargo, el conductismo explica la conducta en base a la repetición de la asociación entre estímulos y respuestas.
5. Concepto de personalidad
Para el conductismo la personalidad no es más que un patrón conductual aprendido a través de la repetición de estímulos, mientras que el psicoanálisis la considera una forma de gestionar y ajustar nuestros impulsos y pulsiones a la realidad social y la moral.
6. Mecanismos de actuación
Mientras el psicoanálisis se basa principalmente en la realización de análisis a los aspectos profundos y pretende sacar a la luz los diferentes conflictos sin actuar directamente sobre ellos, el conductismo se centra en enseñar al paciente nuevas conductas de forma directa a través del aprendizaje.
7. Objetivo de la terapia
El psicoanálisis pretende con su acción disminuir el nivel de tensión y de conflicto interno en el paciente a través de diversos métodos, mientras que el objetivo de la terapia conductista se centra en hacer variar la conducta hacia formas más adaptativas.
8. Transferencia y contratransferencia
La relación con el paciente es un aspecto de gran importancia en la práctica de la psicología. Sin embargo, estos conceptos son especialmente trabajados y utilizados por el psicoanálisis, estableciendo el conductismo una relación más aséptica con el fin de evitar fenómenos transferenciales más allá del establecimiento de una buena relación terapéutica.
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