Seguro que a más de uno le pasa que le cuesta mucho cuando intenta hablar de sí mismo. No es porque no quiera o por timidez, sino porque realmente le cuesta describirse, definirse, decir quién es.
Es cómodo usar etiquetas como nuestra profesión, nuestra nacionalidad, ideología política... identificaciones que no dejan de ser eso, etiquetas, como las que le ponemos a los productos de un estante del supermercado. Nos son útiles para identificarnos rápidamente, pero no adquieren una profundidad psicológica verdadera.
Si queremos describirnos bien primero nos tenemos que conocer bien, saber quiénes somos, qué es lo que queremos y hacia dónde vamos. Primero hay que reflexionar sobre uno mismo y haber alcanzado un alto nivel de autoconocimiento.
Y es precisamente de eso de lo que trata este artículo, de qué forma mejorar el conocimiento sobre nosotros mismos. A continuación vamos a descubrir varios hábitos para potenciar el autoconocimiento. ¡No te los pierdas!
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La importancia de conocerse a uno mismo
Muchas veces nos hacemos la pregunta “¿quién soy yo?”, una cuestión tan trascendental como difícil de responder. No tener claro quiénes somos suele venir acompañado profundo malestar, un sentimiento que va ligado a la incertidumbre y el miedo de que nuestras vidas no tengan sentido.
La cosa puede ir a más, sumiéndonos en una crisis existencial porque no conocerse a uno mismo nos priva de saber qué es lo que queremos, hacia dónde vamos y qué ofrecemos a la sociedad.
Una de las claves del desarrollo personal es el autoconocimiento, un saber que también nos brinda bienestar psicológico pues teniendo claro quiénes somos también acabamos con la incertidumbre de buscarle un sentido a nuestras vidas, cuál es nuestro valor como personas y, también, adquirimos estabilidad. Conocernos en profundidad nos ayuda a regular nuestras emociones, relacionarnos de forma más sana con los demás y enfocarnos en la consecución de nuestros objetivos.
A lo largo de este artículo vamos a conocer unos cuántos hábitos para potenciar nuestro autoconocimiento, además de reflexionar sobre la importancia de conocernos muy bien a nosotros mismos.
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Hábitos recomendados para impulsar el autoconocimiento
Como decíamos, el autoconocimiento es clave para el bienestar psicológico. Las personas que se conocen a sí mismas en profundidad saben lo que quieren en la vida, y no únicamente en los grandes proyectos sino también en las cosas más cotidianas. Tener un gran conocimiento va ligado con saber gestionar mejor nuestras emociones, incluso en los momentos de mayor dificultad. Saben adaptarse a la adversidad, pues su mundo psicológico está muy bien estabilizado.
Es inevitable hablar del autoconocimiento sin mencionar a la Inteligencia Emocional, constructo que ya lleva un tiempo resonando en el campo de la Psicología y que cada vez tiene mayor repercusión. El autoconocimiento se puede considerar el punto de partida para poder convertirse en un individuo emocionalmente inteligente. Conocer las propias emociones y saber qué significan es un acto de autorreflexión que mejora nuestra salud mental.
El autoconocimiento es fundamental para el desarrollo personal, sirviéndonos para proponernos metas realistas y encontrar en qué lugar estamos en nuestra trayectoria vital. Por este motivo, en las estrategias de desarrollo personal se ayuda a las personas a conectar consigo mismas y averiguar qué es lo que las motiva, cuáles son sus deseos y metas con las que creen que van a alcanzar la felicidad.
Entendida la importancia del autoconocimiento en nuestra salud mental y también en cómo nos ayuda a nuestro desarrollo personal llega el momento de ver algunos hábitos que nos pueden servir para potenciarlo.
1. Escribe un diario emocional
Un clásico que nos ayuda a conocernos a nosotros mismos es escribir un diario, una autobiografía construida día a día en la que exponemos cómo nos sentimos, nuestras creencias, deseos y demás constituyentes de nuestra personalidad.
Escribir un diario emocional es fundamental para potenciar el autoconocimiento porque nos hace pensar en lo que hemos hecho durante el día y nos puede ayudar cómo nos hemos sentido y, si lo releemos, nos ofrece retroalimentación sobre nuestras emociones y qué es lo que las produce.
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2. Anota tus virtudes y defectos
Este hábito que parece tarea sencilla es, paradójicamente, de las más complicadas. Son pocas las personas que saben al 100% cuáles son sus virtudes y defectos, pues nunca han reflexionado sobre las mismas y, claro, si nunca has pensado en ellos no vas a saber cuáles son.
Prueba de lo poco que solemos conocer nuestras fortalezas y debilidades es que, cuando vamos a una entrevista de trabajo, si el entrevistador nos pregunta sobre ellas, nos quedamos en blanco, sin saber qué responder, a pesar de que nos han preguntado sobre algo de lo que supuestamente somos expertos que es en nosotros mismos.
La mejor manera de evitar esto y conseguir conocernos mejor es averiguar cuáles son nuestras virtudes y defectos. Para ello podemos coger un trozo de papel y anotarlas, una tarea que nos va a tomar bastante tiempo pero que desde luego nos hará reflexionar sobre quiénes somos y, también, darnos cuenta de aquello a mejorar.
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3. Haz la rueda de la vida
Una herramienta muy conocida para mejorar el conocimiento de nosotros mismos es la llamada rueda de la vida. Esta es una técnica de desarrollo personal, la cual consiste en dibujar un círculo y escoger entre 8 y 10 áreas de nuestra vida que queremos cambiar o mejorar, como pueden ser los estudios, las amistades, la familia, el trabajo, el ocio...
Lo bueno de esta técnica es que nos permite reflexionar sobre nuestras prioridades dado que, una vez se han escogido las áreas de la vida que consideramos como las más importantes, les tenemos que asignar un número en función de nuestro orden de preferencia. Acto seguido, deberemos comenzar a escribir las acciones que consideramos que debemos llevar a cabo para lograr cambiar nuestras vidas.
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4. Pídele a alguien que te describa
En muchas ocasiones creemos que nos vemos igual a cómo nos ven los demás, pero rara vez es así. En muchas ocasiones las personas nos perciben de una manera tan diferente a la nuestra que se podría decir que hay dos “yo”, el que creemos nosotros y el que creen los demás. Teniendo en cuenta esto, puede resultarnos de gran ayuda el preguntarle a alguien que si nos puede dar una descripción sincera de cómo cree que somos.
Naturalmente, la persona que mejor va a conocernos vamos a ser nosotros mismos, pero a veces los demás ven cosas en nosotros que se nos escapan, rasgos y manías de los que no nos damos cuenta pero que constituyen nuestra personalidad. Con lo que nos dicen los demás podemos construirnos una imagen más realista de quiénes somos.
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5. No permitas que nadie te diga qué eres o cuál es tu objetivo
Muchas personas se toman la libertad de decirnos qué es lo que nos “conviene”, sin que se lo hayamos pedido ni que tengan la razón. Estos individuos suelen aconsejarnos, intentar guiarnos, dirigirnos y deciden por nosotros quiénes somos, a pesar de que las únicas personas que tienen la verdadera capacidad de descubrirlo en toda su extensión somos nosotros mismos.
Solo tú puedes decidir quién eres y cuál es tu propósito en la vida. De conseguirlo, iniciarás un proceso de autoconocimiento profundo en el que te liberarás de lo que crees que eres y pasarás a formar una nueva personalidad, más relacionadas con lo que realmente te va a hacer feliz y no con aquellas apariencias que te has ido construyendo a lo largo de los años para satisfacer a los demás.
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6. La línea de la vida
Un hábito interesante para potenciar nuestro conocimiento es usar la técnica de la línea de la vida, la cual consiste en dibujar una línea horizontal que, como su nombre sugiere, representa nuestra vida. En ella marcaremos un punto medio que representa el ahora y, seguidamente, comenzaremos a incluir aquellas situaciones y experiencias que hayamos vivido en el pasado.
La segunda parte consiste en rellenar parte del futuro, señalando nuestros objetivos más cercanos y los más alejados en el tiempo. Al acabar de poner todo en la línea de la vida, el siguiente paso es reflexionar sobre lo que hemos vivido y cómo nos proponemos conseguir y alcanzar los objetivos que nos hemos marcado para el futuro.
7. Practica yoga
Muchos yoguis afirman que el mayor beneficio que aporta el yoga es la oportunidad de conocernos mejor. Esta disciplina espiritual tradicional nos ayuda a calmar nuestra mente y realizar una profunda introspección, viendo cómo somos realmente y actuar desde ahí.
La práctica del yoga no implica únicamente al cuerpo, sino también aborda la mente y las emociones. Se ha visto que con el yoga mejora la atención, la motivación, la toma de decisiones, la gestión de las emociones y la memoria. La práctica regular de esta disciplina nos ofrece un espacio de conexión con nosotros mismos que, teniendo en cuenta el tan estresante mundo en el que vivimos, nos suele ser difícil encontrar en ningún otro lugar.
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8. Terapia psicológica
Todos los hábitos que hemos visto llegados a este punto pueden servirte de apoyo para potenciar tu autoconocimiento, mejorar tu salud mental, tu autoestima y fomentar tu desarrollo personal. Sin embargo, el hábito que sin lugar a dudas potencia más nuestro autoconocimiento es la terapia psicológica.
La psicoterapia nos da las herramientas necesarias para que tomemos conciencia de aspectos que pasan desapercibidos a nuestra conciencia pero que puede que sean evidentes para el terapeuta. El psicólogo nos ayudará a ver aquellas características que nos definen y, en caso de que sean perjudiciales, nos ayudará a obtener las herramientas necesarias para mejorarlas.
Además, la terapia psicológica nos puede ayudar a trabajar sobre otros problemas por los que podamos estar pasando que puede que estén haciendo mella en nuestro desarrollo personal.