Hablemos acerca de lo que son nuestras emociones, y de cómo tener una relación sana con ellas. La relación con las emociones no tiene que ser blanca o negra, es decir, no hay que ser extremistas y erróneamente pensar que siempre debemos sentirnos bien, o que si nos sentimos mal no podemos sentirnos bien. Partiendo de esta idea, pasemos a ver algunas claves sobre cómo tener una buena relación con las emociones.
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Consejos para tener una relación adecuada con nuestras emociones
Es lógico que, en la mayoría de los casos, tengamos que aprender a manejar las emociones que nos generan incomodidad. Para algunos, quizás las emociones muy fuertes sean incómodas, y para otros no tanto, y que para algunos las emociones simples sean generadoras de malestar, y para otros no tanto.
¿Qué se puede hacer cuando estoy sintiendo una emoción que me es muy incómoda? Manejar una emoción que nos hace sentir así es más sencillo de lo que parece.
Primero que nada, debes tener muy claro que una emoción es solo una emoción, y que es temporal; una emoción no puede ser más grande que tú, porque te pertenece, vive dentro de ti. Teniendo esto muy claro en mente, entonces podemos pasar a no juzgar y aceptar la emoción incómoda que estamos experimentando y así cuestionar: ¿Qué me quiere decir esta emoción? ¿Por qué está aquí? ¿Qué quiere que vea?
Una vez que logramos entender que nuestra emoción es temporal y que no es nosotros, y somos capaces de no juzgarla para poder cuestionarla y de encontrar respuestas, y entender por qué esa emoción se está haciendo presente.
Una emoción no se hace presente sólo porque sí; esta tiene el propósito de ayudarte a entenderte y hacerte saber qué te hace bien y qué te hace mal, para, en base a tus emociones, crear una relación más armónica contigo, honrando lo que verdaderamente quieres y eres.
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La importancia de no juzgar
La clave para tener una buena relación con las emociones es no juzgarlas. Entender que son parte de ti y de tu desempeño en el mundo. Si te sientes triste, está bien. Si te sientes feliz, está bien. Si te sientes abrumado, está bien. Si te sientes eufórico, está bien.
Claro que esto no es justificación para no trabajar en ti, y crear los cambios necesarios en tu vida para vivir de la forma en la que quieres vivir, no porque sentirte triste este bien, ello significa que no puedas o tengas que hacer nada para salir de ese estado de tristeza; simplemente es importante el no juzgar tu tristeza y aceptarla, pues ello te posicionará más rápido como el responsable de la misma, lo cual te catapultará a un nuevo comienzo más rápido, a crear soluciones de manera más rápida.
No olvidemos la Inteligencia Emocional
Para concluir, es importante mencionar que se debe trabajar en la Inteligencia Emocional, para tener un mayor control de nuestras emociones y de la manera en la que nos relacionamos con ellas.
Tener un buen nivel de Inteligencia Emocional te ayuda a gestionar tus emociones sin juzgarlas, a entender que son temporales y que la emoción no eres tú, a crear soluciones realistas, efectivas y a tu alcance, a no dejar que las emociones te desborden de una manera disfuncional o caer en ningún tipo de desesperación o juicio a causa de lo que estás sintiendo.
Conclusión
Muchas veces, los seres humanos tendemos a casarnos con la emoción como si eso fuéramos nosotros mismos, y eso no es así. Nosotros no somos nuestras emociones, y la única forma de relacionarnos de manera sana con ellas es teniendo la capacidad de sentirlas a todas sin juzgarlas, no intentar evadir ninguna de ellas, porque de ese modo es como pueden tomar el control de nosotros, debido a que lo que evado, permanece y lo que volteo a ver, se transforma.
María Fernanda Puig Esquer
María Fernanda Puig Esquer
Licenciada en Psicología
Así que ahora ya sabes, llevarte bien con tus emociones es posible, solo necesitas trabajar en el desarrollo de la inteligencia emocional, conectar contigo, no juzgarlas ni juzgarte en tu proceso, y sobre todo, no tenerles miedo. Aunque sea algo irónico, porque el miedo en sí, es una emoción, puedes comenzar por aceptar la emoción del miedo como parte de ti, y no juzgarla, para así poco a poco ir desmantelando ese miedo, a medida que lo confrontas y liberarte de él.