La teoría de la auto-observación o automonitorización de Snyder

Esta teoría se aplica en la investigación de personalidad y en Psicología de las Organizaciones.

La teoría de la auto-observación de Mark Snyder, que este autor desarrolló conjuntamente con su célebre Escala de Auto-Observación, trata de explicar cómo se relaciona el grado en que adaptamos nuestra conducta al contexto social en aspectos como la personalidad o los patrones de interacción social.

En este artículo analizaremos los aspectos principales de la teoría de la automonitorización y de la escala que creó Snyder para evaluar este constructo. También explicaremos brevemente las aplicaciones de este modelo en ámbitos como la psicología de la personalidad, la de las organizaciones e incluso la antropología.

La teoría de la auto-observación o automonitorización

El psicólogo social Mark Snyder propuso en los años 70 el concepto de auto-observación, que frecuentemente también se traduce de forma literal como “automonitorización”. Estos términos hacen referencia al grado en que las personas supervisamos y controlamos nuestro comportamiento y la imagen de nosotras mismas que proyectamos en situaciones sociales.

Completando la Escala de Auto-Observación que desarrolló el propio Snyder u otros instrumentos de autoinforme similares se puede obtener una puntuación relativa al nivel en que un individuo monitoriza su conducta. Se han identificado diferencias relevantes entre el conjunto de personas con puntuaciones altas en auto-observación y las que tienen un nivel bajo.

En este sentido la auto-observación puede ser considerada un rasgo de personalidad que haría referencia a la capacidad o a la preferencia de una persona por adaptar el comportamiento al contexto social en el que se encuentra. Se trata, por tanto, de un término muy cercano al de “espontaneidad”, aunque específico de las situaciones de interacción social.

Influencia de la auto-observación en la personalidad

Las personas que puntúan alto en los tests de automonitorización ejercen un fuerte control sobre su conducta externa y la imagen de ellos mismos que proyectan socialmente; de forma más concreta, se adaptan a las características de la situación de interacción y de los interlocutores. La autoimagen de estas personas no siempre se corresponde con su comportamiento.

Quienes monitorizan mucho su comportamiento suelen concebir las situaciones sociales desde un punto de vista pragmático, dando gran importancia a objetivos como la retroalimentación positiva o la transmisión de una imagen personal admirable. Snyder describe este rasgo como deseable, y en cierto modo patologiza la baja automonitorización.

Por contra, quienes tienen un nivel bajo de auto-observación procuran mantener la coherencia entre la visión que tienen de ellas mismas y la que proyectan a las demás. Así, muestran patrones sociales consistentes, tienden a expresar sus verdaderos pensamientos y no están constantemente preocupadas por el modo en que puedan ser evaluadas.

Según Snyder y otros autores las personas bajas en auto-observación tienden en mayor medida a la ansiedad, a la depresión, a la ira, a la agresividad, a la baja autoestima, al aislamiento, a los sentimientos de culpa, a la intransigencia hacia otras personas o a las dificultades para mantener un empleo. Muchos de estos aspectos se asociarían al rechazo social.

La Escala de Auto-Observación de Mark Snyder

En el año 1974 apareció la Escala de Auto-Observación de Snyder, un instrumento de autoinforme que evalúa el grado de automonitorización. Este test constaba originalmente de 25 ítems, correspondientes con afirmaciones asociadas a las facetas de la auto-observación; más adelante el número se redujo a 18 y mejoraron las propiedades psicométricas.

Si se utiliza la escala original de Snyder se considera que son bajas las puntuaciones de entre 0 y 8, mientras que son altas si se encuentran entre 13 y 25. Las puntuaciones intermedias (entre 9 y 12) indicarían un grado medio de auto-observación.

Algunos ejemplos de ítems son “No siempre soy la persona que parezco ser”, “Me río más cuando estoy viendo una comedia con otras personas que si estoy solo/a” o “Raramente soy el centro de atención en los grupos”. Estas frases deben contestarse como verdaderas o falsas; algunas de ellas puntúan positivamente, mientras que otras lo hacen de forma negativa.

Distintos análisis factoriales que se llevaron a cabo en la década de 1980, época en que la Escala de Snyder fue especialmente popular, sugirieron que la auto-observación no sería un constructo unitario, sino que estaría compuesto por tres factores independientes: la extraversión, la orientación hacia otros y el grado en que se actúa o se representan roles sociales.

Aplicaciones y hallazgos de este modelo psicológico

Una de las aplicaciones más habituales de la teoría de la auto-observación de Snyder ha tenido lugar en el ámbito de la psicología del trabajo o de las organizaciones. Aunque inicialmente se trató de defender que las personas altas en automonitorización son mejores a nivel profesional, la revisión de la literatura disponible hace difícil sostener esta afirmación.

Los estudios revelan que quienes obtienen puntuaciones altas en la Escala de Snyder tienden a tener más parejas sexuales (sobre todo sin una particular vinculación de tipo emocional), a ser infieles con más frecuencia y a priorizar el atractivo sexual. En cambio, para las personas bajas en automonitorización la personalidad suele ser más importante.

Existe otro hallazgo interesante que se deriva de la teoría y la escala de Snyder y se relaciona con la antropología. Según un estudio de Gudykunst y colaboradores (1989), el nivel de automonitorización depende en parte de la cultura; así, mientras que las sociedades individualistas favorecen los niveles altos, en las colectivistas sucede lo opuesto.

Referencias bibliográficas:

  • Gudykunst, W. B., Gao, G., Nishida, T., Bond, M. H., Leung, K. & Wang, G. (1989). A Cross-cultural Comparison Of Self-monitoring. Communication Research Reports, 6(1): 7-12.
  • Snyder, M. (1974). Self-monitoring of expressive behavior. Journal of personality and social psychology, 30(4): 526.

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