En el lenguaje cotidiano frecuentemente se utilizan los términos “personalidad”, “temperamento” y “carácter” de forma intercambiable; sin embargo, desde la Psicología se han establecido límites claros entre estos tres conceptos, que dan cuenta de aspectos diferenciados de la experiencia humana.
En este artículo definiremos qué son la personalidad, el temperamento y el carácter. Para ello haremos un breve repaso de la etimología de los términos y del uso que se les ha dado a lo largo de la historia, así como del punto de vista de la psicología científica con respecto a sus diferencias y similitudes.
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¿Qué es el temperamento?
Al hablar de temperamento estamos haciendo referencia a la dimensión biológica e instintiva de la personalidad, que se manifiesta antes que el resto de factores. Durante la vida de cualquier persona las influencias ambientales que recibe interactúan con su base temperamental, dando lugar a los rasgos que la caracterizarán y la diferenciarán del resto.
El temperamento está determinado por la herencia genética, que influye de forma muy notable en el funcionamiento de los sistemas nervioso y endocrino, es decir, en la influencia relativa de distintos neurotransmisores y hormonas. Otros aspectos innatos, como el nivel de alerta cerebral, también son importantes para el desarrollo de la personalidad.
Estas diferencias individuales generan variaciones en distintos rasgos y predisposiciones; por ejemplo, la hiperreactividad del sistema nervioso simpático favorece la aparición de sensaciones de ansiedad, mientras que las personas extrovertidas se caracterizan por niveles crónicamente bajos de activación cortical, según el modelo PEN descrito por Hans Eysenck.
Evolución histórica del concepto
En la Antigua Grecia el célebre médico Hipócrates afirmó que la personalidad y la enfermedad humanas dependían del equilibrio o desequilibrio entre cuatro humores corporales: la bilis amarilla, la bilis negra, la flema y la sangre.
En el siglo II d.C., unos 500 años más tarde, Galeno de Pérgamo creó una tipología temperamental que clasificaba a las personas en función del humor predominante. En el tipo colérico predominaba la bilis amarilla, en el melancólico la negra, en el flemático la flema y en el sanguíneo la sangre.
Mucho más adelante, ya en el siglo XX, autores como Eysenck y Pavlov desarrollaron teorías de personalidad basadas en la biología. Como los modelos de Hipócrates y Galeno, ambos usaron la estabilidad (Neuroticismo-Estabilidad emocional) y la actividad (Extraversión-Introversión) del sistema nervioso central como criterios diferenciadores básicos.
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Definiendo el carácter
El carácter es el componente aprendido de la personalidad. Aparece como consecuencia de las experiencias que vivimos, que influyen en nuestra forma de ser modulando las predisposiciones y tendencias biológicas, es decir, temperamentales.
Si bien no existe un grado de acuerdo tan elevado en torno a la definición del carácter como en el caso del temperamento, la mayoría de propuestas destacan el hecho de que se deriva de la interacción social. Esto significa que depende del contexto en el que nos desarrollamos, y por tanto tiene un origen cultural.
A principios del siglo XX el estudio del carácter, o caracterología, fue una tendencia predominante que acabaría siendo sustituida por la Psicología de la Personalidad; en el fondo, estas perspectivas no se diferenciaban demasiado de los modelos actuales. Entre los autores que trabajaron con el concepto de carácter destacan Ernst Kretschmer y William Stern.
En la actualidad en muchos casos no se distingue entre estos elementos, el carácter y la personalidad. De forma estricta el primer término designa específicamente la parte de nuestra naturaleza que viene determinada por el ambiente, pero la dificultad para separarla del temperamento hace que las definiciones de carácter y personalidad se solapen con frecuencia.
Personalidad: la suma de biología y ambiente
En psicología, el término “personalidad” se define como una organización de emociones, cogniciones y conductas que determinan los patrones de comportamiento de una persona. En la formación de la personalidad intervienen tanto la base biológica (temperamento) como las influencias ambientales (carácter).
Por tanto, el aspecto más destacable de la personalidad en comparación con los conceptos de temperamento y carácter es que los engloba a ambos. Dadas las dificultades para delimitar qué parte de la forma de ser viene dada por la herencia y cuál por el ambiente, este término resulta más útil que los anteriores a nivel teórico y práctico.
Desde la psicología se han ofrecido un gran número de concepciones de la personalidad. Una de las más influyentes es la de Gordon Allport, que destaca también las manifestaciones mentales y conductuales y el componente de organización, si bien añade un factor de dinamismo (interacción continua con el entorno) y de especificidad individual.
Cada teoría psicológica sobre la personalidad destaca aspectos diferentes de la experiencia humana. Además de la teoría individualista de Allport, entre las más importantes encontramos la de Eysenck, que se centra en las dimensiones biológicas, y las de los humanistas Rogers y Maslow.
Es importante también hacer mención a los modelos situacionistas, que acercan el concepto de personalidad al de conducta. Desde estas perspectivas se propone que el comportamiento humano no depende tanto de constructos mentales como de las influencias ambientales en una situación concreta, o bien que la personalidad es un repertorio conductual.
Historia de la palabra “personalidad”
En la Antigua Grecia la palabra “persona” se empleaba para hacer referencia a las máscaras que llevaban los actores de teatro. Más adelante, en Roma, pasaría a usarse como sinónimo de “ciudadano”, designando principalmente los roles sociales de los individuos privilegiados e influyentes.
Con el tiempo, el término “persona” empezó a hacer referencia al individuo como ser diferenciado de su entorno. “Personalidad”, que se derivó de esta palabra, se utiliza desde la Edad Media para describir una serie de características que determinan las tendencias comportamentales de una persona.
Referencias biblliográficas:
- Church, A.T. (2000). Culture and personality: Toward an integrated cultural trait psychology. Journal of Personality, 68(4), 651–703.
- Corr, Philip J.; Matthews, Gerald. (2009). The Cambridge handbook of personality psychology (1. publ. ed.). Cambridge: Cambridge University Press.
- Harris, Judith Rich (1995). Where is the child's environment? A group socialization theory of development. Psychological Review. 102 (3).