En nuestra vida diaria estamos tomando decisiones constantemente. Qué hacer, comer, con quién estar… Es cierto que nos vemos influidos por una gran cantidad de personas (.el entorno familiar, social, académico y laboral tienen una gran importancia en nuestras vidas y pueden llegar a dirigir en parte nuestro comportamiento) pero, sin embargo, en último término somos nosotros quienes vamos o tomar la decisión final de actuar o no. Elegimos.
Desde la psicología, este hecho ha sido estudiado desde diferentes perspectivas y ha generado varias teorías. Entre ellas la teoría de la elección de William Glasser.
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La teoría de la elección de Glasser
La teoría de la elección de William Glasser propone que el ser humano es capaz de autocontrolarse. De hecho, el control de la propia conducta está únicamente bajo nuestro control. Nuestro cerebro y mente permiten el control comportamental desde el interior.
Esta teoría proviene del paradigma cognitivo, y propone que aunque el mundo exterior nos influya, somos nosotros los únicos responsables de nuestros propios actos. El entorno solo nos proporciona inputs, que interpretamos y a los cuales reaccionamos de determinada manera en función de nuestras elecciones. Así, la teoría de la elección supone que somos capaces de controlar nuestros pensamientos y acciones, e incluso influir en nuestra emociones y fisiología.
La aportación de Glasser, a su vez, supone que culpabilizar a otros o al azar es una forma de evitar nuestra responsabilidad, de evitar aceptar que hemos decidido actuar o no hacerlo por nosotros mismos.
El ser humano debe ser capaz de interpretar de forma realista las situaciones, responsabilizarse de las propias conductas e incluso de las emociones (pues son generadas internamente y es posible actuar para modificarlas) y de regirse por las necesidades tanto propias como sociales, siendo el seguimiento de la ética una manera de darse valor a uno mismo). De lo contrario, pueden surgir problemáticas como trastornos mentales o problemas de adaptación al medio.
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¿Por qué actuamos? Las necesidades básicas
La teoría de Glasser indica que el ser humano tiene una serie de necesidades que debe suplir. Concretamente, la teoría de la elección propone la existencia de cinco.
En primer lugar las de supervivencia básica: alimentarse y dormir, ambas reguladas por mecanismos internos. Otra de las necesidades más importantes es la pertenencia, en la que necesitamos la vinculación afectiva con nuestros semejantes, amados y cercanos con nuestro entorno. La tercera de las necesidades sería la de poder o competencia, gracias a la cual nos sentimos realizados al cumplir con nuestros objetivos y refuerza nuestra autoestima y sensación de competencia.
La libertad y la capacidad para poder elegir es, además de una parte fundamental para la teoría de la elección, otra de las necesidades básicas del ser humano. La última, aunque también muy importante es la necesidad de disfrutar, de gozar con nuestras acciones.
Para estas necesidades no se suplen por si mismas: es necesario que pasemos a la acción por tal de lograr satisfacerlas. Ello nos lleva a poder afirmar que la causa última que nos impulsa a actuar es endógena: la voluntad de darles satisfacción. Y con ello, elegimos qué conductas llevamos a cabo y cómo lo hacemos. E incluso, como los sucesos que nos llevan o alejan de ellas nos afectan: la percepción, la cognición y la emoción son elementos internos en los que tenemos cierta capacidad de control.
Los siete hábitos
William Gassler propone que la existencia de siete hábitos con efectos destructivos y que impiden el correcto desarrollo y bienestar de las personas que nos rodean e incluso de nosotros mismos. Estos hábitos suponen un intento de restringir la libertad de elección o de evadir la responsabilidad de ésta. Dichos hábitos son culpar, amenazar, quejarse, criticar, castigar, reñir y sobornar.
Por otro lado, de la misma manera considera que existen otra serie de hábitos que fomentan un buen desarrollo, una buena relación y que respetan el derecho a elegir y a responsabilizarse de las propias acciones. En este caso los hábitos que la teoría considera constructivos son escuchar, confiar, animar, aceptar, respetar, negociar y apoyar a los demás.
Aplicaciones de la teoría de William Glasser
La teoría de la elección de William Glasser tiene aplicaciones en diferentes ámbitos, destacando entre ellos la práctica clínica y la educación.
Los problemas mentales dentro de la teoría
La teoría de la elección considera que la mayor parte de problemáticas que surgen a nivel psicológico tienen origen en la interacción personal deficiente, siendo necesario mejorar la vinculación del individuo con el medio y sus semejantes para empezar a provocar una recuperación.
Como hemos dicho anteriormente, también se ha de trabajar en la correcta percepción de la realidad y la responsabilidad con las propias acciones y reacciones al entorno. Se emplea para ello la terapia de realidad.
Otro aspecto a destacar es que a la hora de tratar cualquier problemática es necesario centrarse en el presente, que es el momento en el que el paciente es capaz de actuar y provocar modificaciones. Los síntomas en sí no son tan relevantes puesto que estos son vistos como una manera desadaptada de afrontar las relaciones deficientes. Los pensamientos y conductas pueden modificarse directamente, mientras que otros aspectos se pueden modificar a través de ellos.
De cara a ayudar a pacientes, el terapeuta trabaja aspectos como la interacción con los demás, identificar y evaluar las conductas presentes que pueden ser desadaptativas, planificar conjuntamente maneras más adaptativas de actuar y comprometerse a llevarlas a cabo sin aceptar excusas ni imponer sanciones.
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La teoría de la elección en el mundo de la educación
Otro de los ámbitos en que se puede aplicar la teoría de la elección de William Glasser es en el de la educación. En este ámbito es necesario tener en cuenta que el aprendizaje va a seguir los mismos patrones que la conducta, siendo algo interno y no externo.
Así, la figura del maestro o profesor es la de un guía (con una visión semejante a la del constructivismo), que ayuda a los alumnos a generar su propio aprendizaje. Se estimula el aprendizaje significativo y se critica el memorístico. El alumno debe ser capaz de encontrar la utilidad de lo aprendido, o de lo contrario lo terminará olvidando. Así, las tareas deben despertar el interés, y dirigirse a aquel el sujeto vaya poco a poco adquiriendo una mayor autonomía y capacidad de elección.
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Referencias bibliográficas:
- Choque, J.W. (2014). Aproximación a la Teoría de la Elección. Scientia. Revista de investigación. 3 (1). Universidad Adventista de Bolivia.
- Glasser, W. (2004). Introducción a la Psicología del Control Externo y a la Teoría de la Elección. Elegir, 2, 7-8.
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