La teoría del momento conductual de John A. Nevin

Conductas más fáciles y más difíciles de modificar. ¿Qué factores las determina?

Comenzaré con una pregunta muy simple. Una que todos nos hemos planteado en alguna ocasión: ¿Qué hace que haya conductas más y menos fáciles de modificar o incluso de eliminar?

Los lectores pensarán ejemplos de conocidos, o incluso de sí mismos en los que han sido capaces de modificar conductas que se ven imposibles de cambiar para otros, como pueda ser dejar de morderse las uñas, dejar el tabaco o resistir a las compras compulsivas.

La teoría del momento conductual: ¿qué es exactamente?

Aquí entra en juego una de las propuestas para responder a nuestra inquietud: la Teoría del Momento Conductual de John Anthony Nevin (1988), pero antes, explicaremos unos conceptos básicos de Psicología del Aprendizaje para poner la mente a punto.

  • Aprendizaje: Es la adquisición consciente o inconsciente de conocimientos y/o habilidades medio del estudio o de la práctica. También puede ser definido como un cambio relativamente permanente en la conducta a causa de un reforzamiento.
  • Reforzador: Es cualquier elemento que aumenta la probabilidad de que una conducta se repita. (Por ejemplo, dar una golosina a nuestro animal de compañía cuando responde ante una orden que le hemos dado provocará que lo vuelva a hacer en un futuro)
  • Reforzamiento continuo: Consiste en otorgar un reforzador siempre que se emite la conducta deseada.
  • Reforzamiento parcial: Consiste en otorgar el reforzador unas veces sí, unas veces no ante la misma conducta. Puede ser establecido en cada 5 respuestas correctas (Fijo) o al azar (Variable) por lo que podría darse reforzador en la conducta número 3, y en la siguiente en la 15 sin que haya un número fijo.
  • Extinción: Se denomina así, al abandono del reforzamiento para eliminar una conducta que se producía gracias a éste.

Teniendo claros estos términos, podemos empezar a describir la Teoría del Momento Conductual de Nevin, o TMC de aquí en adelante.

Explicando la resistencia al cambio

Nevin propuso la Teoría del Momento Conductual para explicar la resistencia al cambio de las conductas que, en muchas personas, se vuelven automáticas ya sea por entrenamiento o por una práctica masiva de las mismas. Por ello, planteó un concepto: El momento conductual, definido como la susceptibilidad de una conducta a ser interrumpida.

Pero ¿qué crea esa susceptibilidad? ¿Qué hace que una conducta sea más resistente que otra a la hora de eliminarla? La respuesta la encontramos (entre otros) en las formas de reforzamiento con los que la conducta fue adquirida.

Investigaciones que sustentan esta teoría

Pensemos en dos ratones a los que hemos entrenado para pulsar una palanca. Cada vez que lo hicieran, recibirían una bolita de comida. La conducta es pulsar la palanca, y el reforzador la bolita de comida.

El ratón 1 siempre ha sido reforzado tras pulsar la palanca, mientras que el 2 ha sido reforzado parcialmente (unas veces sí, unas veces no y sin un patrón fijo). En este momento, en que la conducta es fija, queremos eliminarla en nuestros pequeños roedores. Por lo tanto, dejamos de dispensar bolitas de comida cada vez que se pulse la palanca (extinción de la conducta).

Os pregunto, queridos lectores: ¿qué ratón tardará más en extinguir su conducta, es decir, en dejar de pulsar la palanca: el número 1 o el número 2?

Reforzamiento

El ratón número 1, que aprendió por reforzamiento continuo, extinguirá de forma muy rápida la conducta porque se dará cuenta de que ya no cae comida en su comedero independientemente de las veces que pulse la palanca. Es decir: si siempre se le daba comida y de pronto no se le da, hará unos cuantos intentos que, tras verse fallidos, desistirán definitivamente.

Extinción

¿Y el ratón número 2? Sufrirá un efecto paradójico explicado por la Teoría de la Frustración (Amsel, 1962) por el que su conducta no sólo no empezará a extinguirse inmediatamente, sino que aumentará.

¿Por qué ocurre esto? El ratón número 2 fue reforzado unas veces sí, unas veces no. No sabe cuándo volverá a caer una bolita en su comedero, pero sabe que tiene que haber unas cuantas pulsaciones de palanca en las que no caerá y alguna en la que sí. Por ello, pulsará 20, 100, 200 veces la palanca hasta que por fin entienda, que no habrá más bolitas en el comedero si emite la conducta y esta termine extinguiéndose.

O lo que es lo mismo: el ratón número 1 tenía menor momento conductual que el número 2.

¿Cómo nos afecta este fenómeno en nuestras vidas?

Si desviamos nuestra mirada de los ratones a nosotros mismos, esto explica multitud de acciones cotidianas:

  • Mirar el móvil cada cierto tiempo para ver si tenemos mensajes o llamadas.
  • Refrescar las redes sociales en busca de un Like.
  • Mirar frecuentemente hacia la dirección en que sabemos que viene una persona que esperamos desde hace rato en la calle.
  • Mirar el buzón hasta en días festivos (a lo mejor al cartero le apetecía trabajar…) por si acaso hay carta.

Trastornos en que influye

Pero no sólo puede ser aplicable en conductas tan cotidianas, sino en trastornos como la ludopatía, las adicciones, trastornos alimentarios… en los que aparentemente se genera un “reforzamiento” continuo, pero en realidad no es así. Un ludópata no siempre consigue sacar dinero de la máquina, un cigarro produce un placer instantáneo, pero estimula zonas del cerebro que cada vez piden más, y más cantidad del estímulo para saciarse, una persona con trastorno por atracón puede llenarse de comida y verse asaltado por un gran malestar por su poco control que hace que ese “pequeño placer” quede disipado…

Es por todos conocida la dificultad que entraña abandonar una adicción o superar un trastorno alimentario, y en ello se encuentra la resistencia a la extinción de las conductas que se emiten, en relación a cómo estas se adquirieron.

Aún con todo, es necesario hacer un apunte prudente. La Teoría del Momento Conductual ha dado un marco excelente de estudio de la resistencia al cambio y la extinción de la conducta, pero lógicamente, la complejidad que nos caracteriza, en concreto, a los seres humanos, hace improbable que únicamente el momento conductual explique la extinción por sí solo. En todo caso, es una teoría muy interesante que tener en cuenta para nuestro saber.

Graduada en Psicología por la UNED. Formadora y orientadora voluntaria en Cruz Roja acerca de temas educativos en escuela de padres.

Psicólogo/a

¿Eres psicólogo?

Date de alta en nuestro directorio de profesionales

Artículos relacionados

Artículos nuevos

Quizás te interese