Las 3 diferencias entre virus y bacterias

¿Cuáles son las características que permiten distinguir entre bacterias y virus?

Diferencias entre virus y bacterias

Los virus y bacterias, a menudo, generan cuadros clínicos similares en los pacientes afectados.

Diversos estudios señalan que esto se puede deber, en parte, a que las respuestas inmunitarias celulares ante ambos patógenos comparten diversas similitudes. Aún así, los tratamientos ante una infección de origen vírico o bacteriano son muy distintos, por lo que conocer las diferencias entre virus y bacterias es esencial.

A pesar de ambos considerarse organismos microscópicos potencialmente patógenos para el ser humano, otros animales y plantas, existen muchos más factores que los diferencian que cualidades que los unifican. Aquí te mostramos algunas de las características diferenciales más importantes entre virus y bacterias.

Principales diferencias entre virus y bacterias: cuestión de microscopía

Antes de abordar las múltiples diferencias entre estos microorganismos, siempre viene bien recordar los atributos que los unifican. Algunos de ellos son los siguientes:

  • Tanto virus como bacterias pueden ser considerados gérmenes, pues son microorganismos con potencial patógeno.
  • Se mueven en escalas microscópicas (de micrómetros a nanómetros de longitud), aunque los virus son mucho más pequeños.
  • A diferencia de las células de los seres vivos eucariotas, la información genética de ambos no está compartimentalizada en un núcleo.
  • Las infecciones causadas por ambos activan el sistema inmune, generando respuestas generales inflamatorias y episodios tales como las fiebres.

Todas estas similitudes son muy superficiales, pues como veremos a continuación, los elementos diferenciales son mucho más numerosos. A continuación los exploramos.

1. Diferencias morfológicas

Las diferencias entre virus y bacterias son tan abismales que existe un debate candente en la comunidad científica, pues no existe duda de que las bacterias son seres vivos, pero esto no se puede afirmar si hablamos de los virus.

En general, diversas investigaciones concluyen que los virus son estructuras de materia orgánica que interactúan con los seres vivos, pero que no se tratan de formas biológicas por sí mismas. ¿Por qué?

1.1 La acelularidad

Según la definición de organismos oficiales, una célula es una "unidad anatómica fundamental de todos los organismos vivos, generalmente microscópica, formada por citoplasma, uno o más núcleos y una membrana que la rodea".

Este requisito es cumplido por las bacterias, pues aunque solo presentan una célula que compone la totalidad de su cuerpo, esta tiene todos los requisitos para ser considerada una forma viva. La célula bacteriana está compuesta por los siguientes elementos:

  • Pili: agentes pilosos externos con función de adhesión a superficies o de transferencia de genes entre bacterias.
  • Cápsula: capa más externa de la bacteria, formada por una serie de polímeros orgánicos. La protege de condiciones ambientales adversas entre otros.
  • Pared celular: por debajo de la cápsula. Soporta las presiones osmóticas y el crecimiento celular.
  • Membrana citoplasmática: bajo la pared celular. Bicapa fosfolipídica que delimita la forma de la célula.
  • Citoplasma: parte interna de la célula bacteriana, que contiene el citosol y los orgánulos.
  • Ribosomas: orgánulos encargados de la síntesis de proteínas.
  • Vacuolas: estructuras de almacenamiento de sustancias y productos de desecho.

Todas estas características son comunes a las células complejas que componen a los organismos eucariotas, pero por ejemplo, las bacterias carecen de mitocondrias, cloroplastos y un núcleo delimitado. Hablando de núcleos y genes, estos microorganismos poseen su información genética en una estructura denominada nucleoide, que consiste en una doble cadena de ADN libre circular cerrada por un enlace covalente.

Como hemos podido ver, las bacterias presentan una estructura unicelular no tan compleja como la de las células que nos componen a nosotros, pero que tampoco se queda corta biológicamente hablando. En el caso de los virus, tenemos mucho menos que contar:

  • Presentan uno o más segmentos de ARN o ADN, ya sean de cadenas dobles o sencillas.
  • Cápside: cubierta formada por la repetición de una proteína (capsómero) que protege la información genética.
  • Envoltura: solo presente en algunos tipos de virus. Envoltura de naturaleza lipoproteica que rodea la cápside.

Así pues, la estructura de los virus no cumple los requisitos para considerarse una célula. Si esta es la base mínima de cualquier ser vivo, ¿son los virus organismos biológicos? Debido a su acelularidad, en un sentido estricto podemos decir que no.

1.2 Diversidad morfológica

Debido a su mayor complejidad biológica, las bacterias presentan una amplia variedad de formas. Algunas de ellas son las siguientes:

  • Cocos, de forma esférica. Diplococos, tetracocos, estretococos y estafilococos.
  • Bacilos, en forma de bastoncillo.
  • Bacterias espiralizadas. Espiroquetas, espirilos y víbrios.

Además, muchas bacterias presentan estructuras flagelares que les permiten desplazarse por el medio. Si tienen un solo flagelo se denominan monótricas, si tienen dos (uno en cada extremo) lofótricas, si presentan un grupo en un extremo anfítricas, y si están distribuidos por todo el cuerpo, perítricas. Toda esta información destaca la diversidad morfológica bacteriana.

Al referirnos a los virus, nos encontramos, nuevamente, con un paisaje estructural mucho más desolador. Los hay de forma helicoidal, icosaédrica, con envoltura, y algunos con formas un poco más complejas que no caen en ninguno de los grupos previamente nombrados. Como podemos ver, su morfología está muy limitada.

2. Un mecanismo reproductivo diferencial

Quizá, la mayor de las diferencias entre virus y bacterias sea su forma de infectar al hospedador y multiplicarse dentro de él. A continuación, no sumergimos en el mundo de la reproducción de estos microorganismos.

2.1 Bipartición

Las bacterias, tanto de vida libre como patógenas, se reproducen asexualmente de forma usual por bipartición. El genoma completo de la célula se replica a sí mismo de forma exacta antes de cada episodio reproductor, pues a diferencia de las células eucariotas, las bacterias son capaces de replicar todo su ADN a lo largo del ciclo celular de forma autónoma. Esto sucede gracias a los replicones, unidades con toda la información necesaria para el proceso.

Para mantener las cosas simples, nos limitaremos a decir que el citoplasma de la bacteria también crece, y llegado el momento, se produce una división en la que la bacteria madre se parte en dos, cada una con un nucleoide genéticamente igual.

2.2 Replicación

Para que los virus puedan multiplicarse, es esencial la presencia de una célula eucariota que puedan secuestrar. La replicación vírica se resume en los siguientes pasos:

  • Adhesión del virus a la célula que va a infectar.
  • Penetración, entrada del patógeno en la célula huésped por un proceso de endocitosis (viroplexia, penetración típica o fusión).
  • Denudación, donde la cápside del virus se degrada, dejando libre a la información genética.
  • Replicación de la información genética del virus y síntesis de sus proteínas, secuestrando los mecanismos biológicos de la célula infectada.
  • Ensamblaje de la estructura vírica dentro de la célula.
  • Liberación de los nuevos virus mediante lisis celular, rompiendo su pared y acabando con ella.

La replicación de la información genética del virus es muy variada, pues depende mucho de si este está compuesto de ADN o ARN. La idea esencial de todo este proceso es que estos agentes patógenos secuestran los mecanismos de la célula infectada del huésped, obligándola a sintetizar los ácidos nucléicos y proteínas necesarias para su ensamblaje. Esta diferencia reproductiva es esencial para comprender la biología vírica.

3. Una actividad biológica diversa

Esta diferencias entre virus y bacterias en lo que a reproducción se refiere, condicionan los nichos biológicos en los que ambos microorganismos se desarrollan.

Las bacterias son organismos procariotas que pueden ser parásitos o de vida libre, pues no requieren de un mecanismo ajeno para lograr multiplicarse. En el caso de las patógenas, estas requieren de las condiciones ambientales o de los nutrientes del organismo al que invaden para crecer y sobrevivir.

Aún así, de forma intrínseca y teórica, si existiera un medio orgánico no vivo con todas las cualidades del cuerpo del infectado, no tendrían por qué invadirlo. Es por esto que muchas bacterias patógenas pueden aislarse en medios de cultivo en condiciones de laboratorio.

El caso de los virus es completamente diferente, pues no se puede concebir su existencia sin una célula a la que parasitar. Algunos virus no son dañinos en sí mismos pues no generan perjuicios en el hospedador, pero todos ellos tienen en común el requerimiento del mecanismo celular para su multiplicación. Es por ello que todos los virus son considerados agentes infecciosos obligados.

Conclusiones

Tanto virus como bacterias patógenas son agentes microscópicos que pueden ser considerados gérmenes en el sentido estricto de la palabra, pues parasitan a un ser vivo y se benefician de él. Aún así, en el caso de las bacterias existen miles de especies de vida libre, que además, juegan papeles esenciales en los ciclos biogeoquímicos de la tierra (como por ejemplo, la fijación del nitrógeno atmosférico).

Los virus son, en cambio, agentes infecciosos que en muchos casos ni siquiera se consideran seres vivos. Esto no quiere decir que no realicen funciones importantes, pues son un medio esencial de transmisión horizontal de genes y grandes impulsores de la diversidad biológica. La relación entre el virus y el hospedador es una carrera biológica constante, pues ambos evolucionan a la par, uno para infectar y otro para evitar la infección o combatirla.

Referencias bibliográficas:

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Graduado en Biología por la Universidad de Alcalá de Henares (2018). Máster en Zoología en la Universidad Complutense de Madrid (2019). Durante su carrera estudiantil, se especializó en comportamiento animal, evolución, parasitología y adaptaciones morfológicas animales al medio. En su estancia en el Máster profundizó en mecanismos evolutivos y comportamientos. También formó parte de un equipo del Museo Nacional de Ciencias Naturales durante dos años, donde realizó investigaciones de índole evolutiva. Aquí adquirió extensos conocimientos sobre genética, heredabilidad y otras cuestiones relacionadas con el ADN. A día de hoy, se dedica a tiempo completo a la divulgación científica, realizando artículos de evolución animal y psicología y medicina humana.

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